jueves, 24 de diciembre de 2009

Navidolandia en El Corte Inglés

Hay a quien no le gusta la Navidad. No porque se ponga triste porque eche de menos a familiares que ya no están. No, no hablo de eso, sino simplemente de la gente a la que no le gusta la Navidad y punto. Yo también era de esas, y seguro que hasta escribía navidad con minúscula. Es que yo tuve una adolescencia "mu" mala, y muy tardía. Estaba en contra de todo, y por supuesto la navidad era un blanco fácil. Claro, que luego bien que me ponía de langostinos. Con lo que quiero decir que la Navidad también tenía sus cosas, a pesar de todo.

Ya no me acuerdo bien que era lo que más rabia me daba de la Navidad. Pero sí que me acuerdo de la intensidad del sentimiento de asco hacia el ser humano, que año tras año repetía la misma farsa navideña, odiándola pero sin tener ninguna intención de salir de ella. O eso decían los articulistas que leía. Porque hubo un año que me acuerdo que recorté un montón de artículos y columnas de periódicos que expresaban el mismo odio hacia la navidad con el que yo me sentía tan identificada. Pero no se me ocurre ahora qué puede ser eso que compartíamos tan profundamente y en lo que nos reconocíamos como mentes lúcidas y clarividentes por encima de los convencionalismos y limitaciones de la vida de los pobres seres vulgares que no tenían ninguna capacidad, ni deseo por otra parte, de mirar más allá de sus narices.

Y es que ahora por más que lo pienso no se me ocurre por qué carajos dice alguna gente toda convencida que no le gusta la Navidad. Hombre, entendería que lo dijera mi madre, que lleva todo el día haciendo la compra y con un trapo en la mano, pero vamos, que no la he oído quejarse. Claro, que tampoco voy a preguntarle no siendo que le dé ideas y nos quedemos sin cenar, o se declare en huelga mañana y a ver cómo comemos los veintitantos. No, no, mejor que siga alienada y no le dé por la lucha de clases.

Sí que entiendo, claro está, a todos aquellos a los que se les ha muerto un familiar. Y los admiro mucho más porque todos ellos, todos los que yo conozco al menos, que al fin y al cabo es en lo que se basan mis opiniones y mi idea de la realidad, todos los que quedan vivos hacen el esfuerzo de reunirse para seguir cenando juntos, a pesar de los recuerdos, o precisamente por ellos, para tratar de combatirlos, o de convertirlos al menos en agridulces.

Ya se sabe que la familia es una cosa muy difícil. Básicamente la constituyen grupos de personas que no se aguantan pero que no pueden vivir las unas sin las otras. Otra definición de familiares: aquellos a los que podemos odiar nosotros entrañablemente pero por los que mataremos como alguien ose hacer el menor comentario despectivo sobre ellos. En cuanto a la familia política: célula o grupúsculo a los que despreciamos interiormente porque no hacen las cosas como nuestra propia familia, a la que sin embargo como ya he mencionado odiamos por cómo hacen las cosas. Y así sucesivamente.

Así que para mí, como para tantas otras personas, la Navidad es el tiempo de estar con la familia. El anuncio de El Almendro de "vuelve a casa, vuelve...  por Navidad", cuánto daño ha hecho. Ayer sin ir más lejos salió en la tele una mujer que junto a otra horda de familiares agurdaba la llegada de un avión llenito de militares recién traídos de esas misiones de paz en las que puedes tener la desgracia de volver muerto como si se tratara de una guerra cualquiera. Pues ahí estaba la madre, afirmando que la Navidad no empezaría hasta que no abrazara a su hijo. Y claro, como una ya no es lúcida sino que el vulgo le ha ganado el pulso, pues se me saltaron las lágrimas. Desgraciadamente para los que no les gusta la Navidad, el hijo aterrizó sano y salvo, y la Navidad se ha dado por empezada.

Es complicado esto de la Nochebuena. Como con la edad, a parte de perder lucidez y espíritu combativo, otro hecho científico es que el tiempo pasa más deprisa, en cuanto te descuidas ya se te ha echado la Nochebuena encima otra vez, cuando parece que fue ayer la indigestión de langostinos, el dolor de cabeza del champán, y la discusión correspondiente con esos familiares a los que tantas ganas tenías de ver después de tanto tiempo. Así que el género humano reacciona a la defensiva ante tal intromisión del tiempo: ¿pero otra vez? ¡No tengo ni pizca de ganas! O sea, la reacción más común del género humano ante todo lo que le saca de su estado de acomodamiento y borreguez: la pereza. Lo que pasa es que de la Nochebuena no puede librarse uno como de la cita con el gimnasio, ese libro siempre pendiente, o  ese viaje maravilloso que nunca tenemos oportunidad de emprender. La Nochebuena viene, y punto, y ahí te pilla, estés o no preparado. Pero tampoco hay que dramatizar, como recoge la sabiduría popular: "La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va".

Así que para poco tiempo que va a estar, lo mejor es prepararse para aprovecharla un poco. Esto es mucho más fácil si se tienen niños en casa, pues como todavía lo viven como si fuera algo nuevo, no tienen que repetir la farsa de todos los años de hacer como que están imbuidos de espíritu navideño, paz y solidaridad. A los niños les contamos que son días muy especiales, y las criaturas van y sin más los viven como tales. En fin, a nosotros nos cuesta un poco más meternos en faena, pero después del plato de almejas, todo viene rodado, y luego ya es cosa de coger la pandereta y desgañitarnos con el pero miran como beben, emocionados tal como si fuéramos habitantes de un país de un himno patrio con letra y cantáramos el susodicho himno en pleno triunfo internacional de nuestra selección de fútbol, que es de las pocas cosas para las que el sentimiento patrio ha quedado.

Bueno, yo ya he cumplido con mi parte de la preparación. Ayer he hecho de paje, o más bien de reno, y me he cargado a la espalda con una variada selección de regalos para los nueve que cenamos en casa (bueno, ocho sin contarme a mí, porque me iba a haber autorregalado unos zapatos, pero en el último momento pensé que el precio al que estaban iba a haber arruinado mi recién recuperado espíritu navideño. Bueno, siete porque llevaba ayudante que también ha hecho gala de espíritu de renuncia. Pero a pesar de todo, esto de comprar regalos lleva su tiempo y dedicación, que no es cosa de comprar lo primero que se pilla, así que no me voy a quitar ningún mérito). Luego también, como si esto no fuera suficiente, he colgado unas cuantas postales navideñas, y hasta me he enfundado el estropajo y he sacado brillo a la cocina. Cada uno tiene sus rituales, y el mío es que si la cocina no está libre de trastos y los fogones refulgiendo, no hay Navidad. Deberían hacer también un anuncio de esto, y se venderían muchos más limpiavajillas, y luego los beneficios podrían donarse a algún pobre que se ofreciera voluntariamente como navideñamente corresponde para que nuestro espíritu navideño pueda seguir expandiéndose ufano.

Resumiendo, me gusta la Navidad porque pasas un par de días especiales con la familia. También porque en esos días encendemos más la lumbre, con eso de reunirse al calor del hogar, y a mí la lumbre me beneficia psicológicamente. O sea, me da una modorra y un relax que fuera estrés y preocupaciones. Yo ahora mismo estoy todo el día con la familia, pero estos días van a ser especiales, porque va a ser necesario compartir conversación para hacer la partición salomónica de los langostinos, a ver, cogemos uno, el siguiente, otro... y así nos entrenamos en la justicia y la igualdad. Asimismo aguantamos que mi hermana dé la matraca con la cinta de villancicos infantiles (sí, es una cinta), y luego ya yo misma hago acopio de instrumentos varios y todos se maravillan de la alegría que desprendo. También aguanto que mi madre saque las cartas, no llego a los extremos de ponerme a jugar, pero me ahorro el pertinente comentario sobre el aburrimiento supremo que me producen las cartas. Pero no os extrañéis si os digo que hay hasta quien le sigue la corriente y se pone a jugar, y no solo por solidaridad, sino por conversión repentina a la nueva religión de viva el espíritu familiar.

Y resumo otra vez, esta de verdad: la Navidad está para reunirse con la familia y ponerse el chip de vivir unos días de paz y unión. Y todo muy entrañablemente, eso es clave, y esto es lo que explica que año tras año nos empeñemos en repetir los mismos rituales. Estoy seguro que cada uno de vosotros estará pensando en las manías de su familia, en esas cosas que una vez o dos se hicieron porque convenía, y que ahora se han convertido en una dulce carga. Yo, por ejemplo, en cuanto termine esto, me tengo que poner a redactar el menú de la cena, que es una cosa que hacemos todos los años. Claro, que teniendo en cuenta que todos los años también hay que cenar lo mismo, el de este año me lo guardo, no escribo la fecha, y ya lo dejo hecho para el año próximo. Lo de la dulce carga es un poco como el turrón, metáfora donde las haya de la Navidad: no le gusta a nadie, pero no falta en ninguna casa, nos lo comemos nosotros, se lo ofrecemos a todo el mundo, y encima hacemos como que está muy rico, voy a coger otro trozo. Pero como la Navidad, una pequeña dosis es una bomba de relojería, que llena y repite, y sin embargo, como hacemos con la Navidad, nos zampamos una tableta entera, dos si se tercia. Y claro, luego venga que es que no me gusta la Navidad. ¡Pues contrólate, hombre de dios!

Pero sí que hay dos cosas que no me gustan de la Navidad, aunque realmente pueden reducirse a una sola palabra: consumismo. No me gusta la manía de gastarse el sueldo de un mes en 100 gramos de chirlas, ni la bobada de tener que cambiar el dinero por regalos que ni dan alegría al que los compra ni al que los recibe. Y todavía nosotros tuvimos una infancia con alguna carencia, a dios gracias, porque los niños de hoy en día ya están saliendo todos tontos perdidos. Pero para rematarlos, para que no se salve ni uno, ya está el Corte Inglés con el anuncio ese de una niña que está aprendiendo a leer, y titubea al leer los rótulos de las tiendas, pero "El Corte Inglés" lo dice todo de carrerilla, no necesita leerlo porque lo tiene ya metido en el genoma, con cinco años es eso como su segunda casa, y la madre sonríe y mira cómplice al padre. ¡Pero desgraciada, es que no ves lo que le estás haciendo a tu hija!

Ya no sé si en ese mismo anuncio o en otro, sale también esa misma familia u otra muy parecida, básicamente intercambiable, alrededor de un árbol de dos metros (no de un belén, que eso creo que está ya muy mal visto) venga a abrir regalos y a sonreir beatíficamente, y entonces El Corte Inglés va y se nos tira a la yugular, viniendo a decir: "Con El Corte Inglés tendrás las Navidades que te mereces". Moraleja para el potencial consumidor cuyo juicio está obnubilado ante los embites de la Navidad, y su voluntad mermada por las oleadas de espíritu navideño que lo embargan: langostinos dignidad, carolina herrera dignidad, oro de 20 kilates dignidad, quinientos regalos inútiles dignidad... dignidad dignidad dignidad, espiral de dignidad que arrastra y confunde, oigo voces, me fallan los sentidos... ahgggggggggggggggg (grito en alto como en medio de una pesadilla), ¿dónde está el vórtice, el centro del huracán donde la vorágine no te arrastra?

Pero que mi familia no se preocupe, que sin regalos no se quedarán. Inmateriales, eso sí, pero yo hoy les dedico una actuación de cante y baile, les dono mi arte, y si me quieren, como decía Lola Flores, pero al contrario, ¡¡no irse!! Así les doy también, en mi generosidad, la oportunidad de corresponderme a mí...


Hay unos libros infantiles muy populares en Estados Unidos escritos por un tal Dr. Seuss. Uno de ellos se titula "How the Grinch stole Christmas", esto es, cómo el grinch (un bicho) robó las Navidades. Como odiaba las Navidades, se metió por todas las chimeneas después de que Papá Noel hubiera entregado los regalos, y se los metió p'la saca. Pensaba él que de esta manera fastidiaría la Navidad a todos los habitantes del pueblo, que ya no cantarían ni bailarían en corro cogidos de la mano mostrando su alegría. Así que el grinch en cuestión alucinó cuando a la mañana siguiente se despertó con los cantos y la algarabía de todos sus vecinos. Y entonces se le ocurrió: ¿y si la navidad no viene de una tienda?

¿Y si es posible la Navidad, y la dignidad, sin El Corte Inglés? Y aún más, ¿no es la Navidad en muchas ocasiones indigna, no nos degrada, no os chirría?

Y cuando el grinch se dio cuenta de que la Navidad no venía de una tienda, su corazón se hizo tres veces más grande. Pero eso sí, la fuerza así ganada la aprovechó para... devolver todos los regalos. Y digo yo, ¿no habíamos quedado en que los regalos no hacían falta ninguna? Claro, que un regalo bien dado, a nadie amarga...


Desde aquí os felicito a todos, no esperaréis un sms ¿verdad?; una se ha vuelto defensora de la Navidad, pero sigue teniendo sus limitaciones.

Y ahora contadme, ¿os gusta a vosotros la Navidad?

miércoles, 16 de diciembre de 2009

No es sólo una canción

Ayer estaba hasta los huevos, así que me pareció mejor dejar lo de escribir para más tarde. El problema es que hoy la indignación y la pena han dado paso al aburrimiento y a un cansancio absoluto. Cansancio que está relacionado con la impotencia.

Muchas veces me imagino qué podrán hacer todos esos a los que la justicia condena injustamente y no pueden demostrar su inocencia. Es más, a nadie le importa su inocencia. Porque están condenados de antemano, y todo lo que traten de decir o explicar será utilizado en su contra. Una situación como la que describe por ejemplo El Proceso de Kafka, o alguna de las obras de Ismael Kadaré.

Y cuando la injusticia no acierta en nuestro país, el condenado tiene además que soportar la humillación y la vergüenza pública. Salimos a la calle a gritar nuestra rabia aún antes de oír las explicaciones y conocer las pruebas en un juicio, les insultamos y escupimos, les lanzamos objetos. Aunque luego el tribunal superior de no sé qué demuestre su inocencia, al acusado siempre le acompañará la sombra de la duda, y quedará ya marcado de por vida. Apestados hasta la muerte.

Porque el hecho de que haya un juicio ya implica una acusación. Y entonces viene la necesidad de defenderse. Y a veces los argumentos chocan contra la fuerza de la mayoría bienpensante. Los distintos tienen poco sitio en la sociedad, y sólo pueden ganar sus derechos a través de una lucha en la que caerán muchos en los caminos. Así han ganado trabajadores, mujeres, homosexuales sus derechos. Pero aún hay otros a los que la sociedad considera apestados, y deja caer todo el peso de su moralina sobre ellos.

¿Acaso podían aquellas mujeres acusadas de brujería evitar la muerte a la que la inquisición o los primeros americanos en las colonias las condenaban?

¿Tiene alguna fuerza el amor de padres del niño obeso gitano? ¿Será este el único niño gordo de España? Gorditos y padres de gorditos, avisados quedáis, cualquier día viene papá estado y os separa a la fuerza, porque no sois capaces de llevar vuestros asuntos como las mentes superiores disponen. Aunque bueno, quizá vosotros los ricos no tengáis de qué preocuparos. Ya se sabe que la obesidad es cosa de pobres, que no saben alimentarse correctamente y gastan el dinero sin conocimiento. Y ya se sabe que los gitanos son los peores de entre los pobres. Ignorantes y descarados, ¿cómo no van a ponernos nerviosos?

Pero hoy la que se siente una apestada soy yo. Y no sé por qué tienen que ofenderme, por qué tengo que verme en la necesidad de defenderme, por qué siento que me dejan sin voz, por qué colocan un grueso muro que no pueden atravesar mis razones, por qué salen con palos y hachas dispuestos a acabar con mi mundo. Por qué ellos se arogan el derecho a pensar por mí, a decidir por mí, a decirme qué es lo correcto, y a llevarme por el buen camino aún a costa de mí misma. Por qué tengo yo que aguantar a todas estas mentes moralistas y pseudopogres que se erigen en defensores del bien y la verdad absolutos, y no dudan en destrozar todo lo que encuentran a su paso con tal de imponer su superioridad moral, en llevarse por delante a todos nosotros.

¿Y dónde está el Estado que no me defiende? Ah, no, que es precisamente el estado el que ofrece la vía a todos esos fanáticos para que legitimen sus ideas con el sello de lo políticamente correcto y social y moralmente aceptable.

Y yo, una apestada en esa sociedad de ignorantes y cortos de miras. Como siempre, la mediocridad al poder, la falta de pensamiento riguroso y la capacidad para sobreponerse a prejuicios e intereses.

Me gusta mucho Amaral. Ayer mismo encontraba el título a mi entrada de blog en una de sus canciones, que en algunas ocasiones han dado forma a mi mundo. Y al escribir lo del universo que cae sobre mí, me acordé que me habían comentado que eran antitaurinos, y busqué la canción. No he sido capaz de escucharla, porque si lloré sólo con leer la letra, cómo voy a soportar el sentimiento de la música oponiéndose tan fuertemente a mis sentimientos más profundos. Sería una mezcla fatal, un torbellino para alguien a quien las cosas del alma dan mareos. Y lloré porque el ataque me pilló por sorpresa, o más bien por sentirme atacada por ellos. Había oído antes esa canción, pero no había reparado en la letra.

Claro que no voy a dejar de escuchar a Amaral, ni a dejar de leer y apreciar las obras de Saramago, que por lo visto también es antitaurino. Pero me rebelo contra la canción de Amaral porque no entiendo por qué tienen que ofenderme, si por ejemplo estoy en un concierto y se ponen a cantar la canción, ¿qué hago? ¿Me subo al escenario a confesar mi pecado y a redimirme en público? Sé que Amaral no me iban a tirar piedras porque condenaron a aquellos que profanaron la tumba de Julio Robles. Ellos eligen su manera de protestar contra los toros, y es de forma pacífica, y están en su derecho de tener su opinión. Y entonces escriben una canción, de la que dicen que "es solo una canción/ para calmar mi corazón/ lo que yo siento/ lo que yo quiero".

Y bueno, parece que están dando su opinión personal, y sienten la necesidad de escribir la canción para tratar de encontrar la paz ante todas las cosas que no entienden en el mundo, como los toros y los "paparazzi sin conciencia", y en general todo lo que echan por la televisión. Se sentían como nos sentimos cualquiera al ver el telediario con atención, y tomar conciencia de las barbaridades que pasan en el mundo, y contra las que nada podemos hacer, más que cerrar los ojos para poder seguir con nuestras vidas. Niños que mueren de hambre, guerras absurdas, crueldad gratuita... y gente que mata toros, y gente que disfruta viendo cómo matan toros.

Están en su derecho de expresar su antitaurinismo, pueden hacer lo que les dé la gana en sus conciertos y seguir convocando a la gente a manifestaciones antitaurinas; deben regalarnos su música que calme nuestra ansiedad, que apacigüe el sinsentido de todo lo que no entendemos y nos hace sufrir, deben seguir dando forma a nuestro mundo.

¿Pero por qúe siento yo que todo el peso de la canción cae injustamente sobre mí? ¿Por qué me siento excluida, por qué me señalan con el dedo? ¿Por qué tengo que dejar que destruyan aquello en lo que creo?

Y por eso escribo esto, a pesar del cansancio infinito de sentir que la lucha está perdida incluso antes de que empiece. Porque es hora también de que se oiga nuestra voz y de que se respeten nuestros sentimientos. Pero no puede haber verdadero respeto si antes no hay entendimiento. Y no puede haberlo cuando Amaral canta que no quiere entender: "Y el matador acaba la faena/ con sangre sobre la arena/ No quiero entender por qué hay que matar/ a veces siento que soy ese animal".

A veces siente que es ese animal. ¿Le costaría mucho sentir que es yo? Sí, porque no quiere, porque se niega de antemano. Su decisión está tomada. Por muy bonito que quede, es imposible sentir como un animal, absolutamente imposible.

Si no hay entendimiento y empatía, no puede haber respeto. Por ahora me conformo con que haya tolerancia, que es soportar y legitimar aquello con lo que no se está de acuerdo, asumir que los demás tienen derechos aunque nosotros no compartamos su situación. Aunque no tengo mucha fe en la tolerancia que el estado nos va a conceder. No tengo mucha fe en que los políticos consideren el asunto de la prohibición de las corridas de toro como una cosa seria.  Ahora la pelota está en el tejado del Parlamento Catalán, y es su responsabilidad, no la mía.

La mía es escribir a pesar de mi cansancio y de mi pena, o precisamente por mi pena, porque tengo derecho a mis sentimientos, y a pedir respeto, y no sólo tolerancia, hacia ellos. Aunque cada día gente como Amaral me lo pongan más difícil al extender no sólo el odio, sino lo peor de todo, la ignorancia y la indiferencia.

...vivimos en un mundo cada vez más globalizado... y no cabe duda de que las referencias y los modelos de vida de los países del norte, especialmente anglosajones, están en vía de imponerse a los demás pueblos... La corrida no tiene cabida en estas sensibilidades norteñas, sobre todo por el espectáculo de la muerte, y muchos quieren acabar con ella. Es la razón por la cual los aficionados hoy en día no pueden mantenerse en una actitud pasiva. Frente a sus adversarios empedernidos tienen la obligación de defender y justificar, pacíficamente pero con firmes argumentos, su amor por la Fiesta.

François Zumbiehl

...que nosotros, los aficionados de los ocho países, reconozcamos y afirmemos la legitimidad de nuestra afición, seamos conscientes de los valores éticos y estéticos inherentes a la Fiesta.
François Zumbiehl

Yo siempre he estado con los marginados, con los proscritos. En Roma hubiera sido cristiano; en la Alemania nazi, judío. Por eso he sido torero en la España posmoderna.
Esplá, discurso en la Sorbona.





martes, 15 de diciembre de 2009

El universo sobre mí (cumpleaños)

El domingo tuve un día estupendo. Y voy a escribirlo para que no se me olvide. Cuando era pequeña a veces me soñaba que se me pasaba el cumpleaños, que cuando quería darme cuenta el día se me había echado encima y no me había dado tiempo a prepararme para disfrutarlo. O directamente el día ya se había pasado, y me lo había perdido. A veces creo que me soñaba también lo mismo pero con el día de Reyes. Y es que tanto Reyes como el cumpleaños eran dos días mágicos para mí. Bueno, la magia en general era muy importante para mí, y por eso quería volar, y mi libro favorito era La pequeña bruja (un libro estupendo estupendo que no me cansaba de releer, y mis hermanos tampoco), y mi ídolo era Peter Pan, y nunca se me olvidarán las palabras de mi abuela cuando iba yo a cumplir once años, contándome que ella a los once se había plantado y había decidido no crecer más.

Pues este año casi se me pasa el cumpleaños de verdad. Ay qué agobio con la celebración del cumpleaños, que si hay que ir de cena aquí, o mejor allá, que con quién lo celebro, que cómo lo hago. Pues me entran ganas de no celebrarlo, cuánto hay que armar. Hasta que me planté, me relajé, y decidí hacer lo que me diera la gana. Y entonces llegó la idea, me di cuenta de lo que realmente quería, estaba ahí pero no lo podía ver con tanto lío.

Llevo todo el otoño con que quiero ir de excursión, con los sitios tan preciosos que tenemos alrededor, y la mayoría de ellos no los conozco. Así que ya es hora, que se apunte el que quiera. Y entonces lo comenté con mi tía, en una de esas maravillosas comidas en paz y orden a las que me autoinvito, una comida que parece como respirar una barra de incienso, u oler los aceites en un local de yoga, y por la que encima me dan las gracias por ir. Y mi tía tenía el mapa del lugar mágico, con nombres que parecen de un libro de aventuras: Los Pájaros del Alba, el Laberinto de los Paredones, las Tarmas de Babel, los Confines de la Luz, el Pasadizo de las Revelaciones. Había hasta una ermita de Santa Lucía, así que no había duda: ese sitio estaba predestinado para mí ese domingo, y por suerte había sido capaz de relajarme y sentir la fuerza que me llevaba a él.

Estaba emocionadísima, y el frio no nos importaba, ni el sueño a los que no habían dormido e hicieron el esfuerzo. Pero luego nos hizo hasta sol, y el frio se evaporó. Y efectivamente el camino era mágico. En la ermita de Santa Lucía, unas ruinas enmarcadas por una vidriera abierta a la sierra, podías ponerte en el centro de un círculo de piedras y sentir allí la armonía del universo y las corrientes de fuerzas escondidas.




En el restaurante del pueblo nos juntamos todos. Yo comí patatas meneás, que saben muy ricas en la sierra, y después nos dimos un paseo. Tengo que romper la magia del momento para criticar el estado del pueblo, que se supone que es un sitio que vive del turismo, y resulta que está lleno de basura, descuidado, y sin un solo detalle. Hombre, tampoco van a convertirse todos los pueblos en la Alberca, ni falta que hace. Pero entre ser el Benidorm de la Sierra, que es en lo que se ha convertido la Alberca, y estar dejado de la mano de dios, hay un trecho que podría salvarse con un poco de conciencia, cariño, y gusto por los detalles.

Los que quedamos pasamos la tarde en la chimenea. No podría haber pedido nada más, porque estuve relajada, feliz, activa, y disfrutando de buena compañía. Pero para que la ecuación saliera perfecta, tuve unos fantásticos regalos de cumple también. Primero una tarta de manzana hecha con mucho cariño, con la que me regalaron tiempo y azúcar, que es una combinación perfecta. Después un libro, comprado también con mucha dedicación e interés. Tuve también una super wii sport para que siga estupenda a mis años, dinero suficiente para meternos la comida en la sierra, un bono para un spa y un masaje, que es de lo que más me puede gustar en el mundo, y que va a venir fenomenal para coger fuerzas mentales esta navidad, y para terminar un boli de Campanilla, ya el colmo para satisfacer mis caprichos.

En suma, ¿quién no quiere cumplir años así? Si los cumpleaños siempre me han parecido un día para estar con la gente que quieres y para que te mimen, este cumpleaños cumple todas mis expectativas. No sólo por el amor que me puedan dar, sino por el que yo soy capaz de coger, de la familia, de los amigos, de ti y de la Naturaleza, cuando dejo que el Universo caiga sobre mí.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Velador de café


Así estaba yo esta tarde, en un bar bastante parecido, con mesas de mármol, tan de mármol y forja de hierro, tan de café antiguo, con su silla negra y todo, que no estaba yo sentada a una mesa, sino con mi taza de café con leche y mi libro perfectamente dispuestos sobre la mesa convertida ya y para siempre en fantástico velador.

Es curioso, estoy terminando un libro de relatos de Alfredo Bryce Echenique (que me ha decepcionado, no puede haber nada a la altura de No me esperen en abril, y tú lo sabes bien, ¿verdad?), y la frase anterior está en estilo Echenique total.

Sí, dijiste que yo no me movía según soplara el viento, sino más bien dependiendo del libro que leyera en esa altura. Me rebelo contra eso, contra el sentido despectivo del comentario que me acusa de volubilidad, aunque en el fondo ("y como siempre", estarás añadiendo tú) seguramente tengas razón. Y sin embargo visto desde mi perspectiva no tiene por qué ser algo negativo: que me afecten los libros no convierte necesariamente mi personalidad en débil y cambiante, sino que la ensancha y la enriquece, cada libro revelando una parte oculta de mí, haciéndome partícipe de las miserias y heroicidades de cada uno de los seres llamados reales, y que a veces parecen encontrarse a años luz, mucho más lejanos que cualquier personaje de libro. Cada lectura un prisma, y la realidad cambiando de color continuamente.

Cada autor descubre mis límites y expande mis potencialidades. Porque te he dicho mil veces que los escritores dicen la verdad más que nadie, pues son los únicos que se han parado a pensar, para poder decir lo que saben, y descubrir lo que no saben. Y descubrírnoslo a los que después nos adueñamos de sus libros.

Así que soy influenciable, y a mucha honra. Ojalá que me lloviera todo el planeta encima, que me regara y alimentara, y yo explotara en mil flores y frutos diferentes, exóticos, sencillos, puros, venenosos, de colores o terrosos, en la exuberancia de la jungla o en la aridez del desierto donde nada parece crecer. Ojalá que pudiera tener acceso a miles de influencias, que me enriquecieran y conformaran, que me desarrollaran y educaran.

Entonces sería yo pero mucho mejor. A la espera del improbable cambio climático, la mediocridad aparece como algo difícil de asumir y aceptar, pero sólo se rebelan contra ella unos pocos, y por eso los llamamos genios. Los demás nos limitamos a tratar de no hacer una montaña de nuestro pequeño grano de realidad. Pero para los mediocres, ay cómo pesa el grano ese dichoso.

Mi mente es mucho más lista que yo, que me creo que puedo dejarme llevar por la inercia y por la fuerza del día a día, cubrirme con la sábana de la pulcritud y el orden, pero viene ella, mi mente, y dice basta por hoy, se acabó, necesitas algo más, otra cosa que no es esta. Y hoy me ha mandado al bar del velador a tomarme un café y a leer un libro de Belén Gopegui, que es combativa y lúcida, racional e incendiaria, y ha sido un oasis de sentimiento, de autenticidad y de ser yo, como era antes, cuando se era joven, y los días pasaban y no había que asirse a ellos, cuando se estaba simplemente agazapada esperando el momento en que saltara el corazón, cuando no había planes, ni futuro, y la sociedad no estaba para que contribuyéramos a ella, sino para ofrecernos un laberinto de callejas donde ser libres y probablemente infelices. Pero eso ya qué importa ahora. Porque nunca seremos infelices de la misma manera.

jueves, 26 de noviembre de 2009

click click

¡Hola! Como veis, ahora después de cada entrada podéis dejar constancia de vuestra presencia simplemente haciendo un pequeño click. Siempre hace ilu ver que estáis ahí, que si no me vuelvo al mi querido diario de toda la vida, con candado incluido, eh

La amistad entre mujeres y hombres

En un mundo ideal yo te quise conocer,
pero estamos aquí, qué le vamos a hacer
Duncan Dhu, "Mundo real"

Hace no tantos años, las mujeres no podían enseñar los tobillos. En España las mujeres no pudieron votar hasta 1931, pero no andábamos tan mal: en Inglaterra, donde surgieron los movimientos feministas, sólo consiguieron el derecho al voto tres años antes, en 1928. En Francia, según mis fuentes de información, las mujeres comenzaron a votar en 1944. Además, las mujeres, como todos sabemos, no decidían sobre sus propiedades, que eso era cosa del marido. Pero estos datos no son más que historia, fechas y números; imagináos la realidad de las mujeres detrás de la cortina de todas esas restricciones.

El drama no es sólo todas las cosas que no podían hacer (trabajar, estudiar, pensar, ser independientes, hacer lo que les diera la gana, comerse el mundo, salir en pos de su destino), ni el sufrimiento, frustración, ansiedad y enfermedades mentales que estas limitaciones a su personalidad y a su potencial pudieran causarles. El drama, me parece a mí, es que ésta fuera la situación socialmente aceptada, no sólo por los hombres, sino también por la mayoría de las mujeres, que ni siquiera serían conscientes de sus cadenas.

Las mujeres siempre ocupan el segundo plano, y parece que con lo que van consiguiendo es suficiente, ya pueden darse con un canto en los dientes, si piden más es porque son unas desagradecidas o, peor aún, unas resentidas. ¿No tienen suficiente? ¿No es el feminismo tan condenable como el machismo? ¿No tienen hombre y mujeres igualdad de derechos y de oportunidades?

Pues la respuesta es no, no, no, y mil veces no.

Las mujeres estaban contentas de poder tener acceso a los estudios superiores, aunque lo único que esto supuso en realidad fue el acceso a ciertas carreras consideradas secundarias. Ahora las mujeres deberíamos estar satisfechas de tener acceso al mercado laboral, aunque sigamos siendo una aplastante minoría en los puestos directivos y en los cargos de mayor responsabilidad. Además nos venden el acceso al mundo laboral como un gran éxito, y nosotras, no vayamos a perder lo que hemos conseguido o a mostrarnos desagradecidas, nos dejamos la vida en el empeño de mantener un puesto peor remunerado que el de los hombres, sin ejercer nuestro derecho a ser madres y a poder compaginar la vida laboral con la familiar.  Seguimos postponiendo hasta el infinito la hora de la maternidad y el número de hiijos para que no nos echen a patadas de nuestro puesto de telefonistas, con los siglos que nos ha costado conseguirlo.¡Desde luego, las mujeres con hijos son superwomen, y les dan mil vueltas a los hombres, porque hasta que no se demuestre lo contrario, y por mucho que haya hombres que "ayuden" en casa, las cargas de la educación de los hijos siguen recayendo sobre las mujeres, que tienen que hacer virguerías para llegar a todo, para multiplicar su tiempo, para darse a todos, y para no volverse locas en el intento!

Pero en fin, todo esto es bien sabido por todos, y hoy quería hablar de algo menos obvio: de la desigualdad en las relaciones de amistad, o de no-pareja, entre hombres y mujeres. Si ahora nos escandalizamos de que las mujeres no pudieran votar, viajar solas o estudiar, dentro de no tanto veremos como de otro mundo el concepto actual de "amistad" entre hombres y mujeres.

Hay una cosa que no me gusta hacer en esta vida, y es flirtear en la acepción más común del término. Y no me gusta porque luego tienes que estar aguantando al tío baboso, y es patético. Me decías que lo más fácil del mundo es ligar con una chica: vas de tío legal, sensible, que respeta a las mujeres, y en paz. Pues te digo yo que es mucho más fácil engañar a un tío, y te diré por qué: porque la chica sabe que está siendo engañada, le ve el plumero al chico, pero el tío lo peor es que se cree las actitudes de la muchacha en cuestión. La chica tiene que mostrarse dulce y fuerte a la vez, madura pero al tiempo un poco caprichosa e infantil, independiente a la par que necesitada de protección. En fin, no creo que un hombre fuera capaz de conjugar tantas variables y en la medida justa para crear una reacción de interés en el otro sexo, género, o lo que sea. Ellos, los hombres, lo intentan, pero no es más que un burdo esfuerzo del que nosotras tenemos que pretender que no nos hemos enterado, y que además ha sido un éxito. Nadie dijo que ser hombre fuera fácil tampoco.

Por eso rehuyo este tipo de actitudes con los tíos, porque están llenas de dobleces y de una honda falsedad, por mucho que en las películas del Hollywood clásico sean un gusto para la inteligencia los diálogos y tramas de seducción. Desgraciadamente, no siempre en el mundo real podemos asistir al mismo derroche de ingenio y pasión.

Pero esto no significa que el tipo de relación que queda disponible con los hombres la encuentre más satisfactoria. Hablo de la relación con colegas, amigos o compañeros. No de las relaciones de pareja. Y no las encuentro satisfactorias porque por mucho que vayas de frente, seas honesta y renuncies a cualquier artificio, siempre mentalmente eres consciente de unos límites invisibles, tienes que guardar ciertas composturas y anticiparte a posibles malentendidos. Con lo cual en último término todo sigue siendo igual de falso  e impostado en las relaciones entre hombres y mujeres.

A las amigas te das, te abres, y en paz. Pienso en mis maravillosas compañeras de piso, que me hacían regalos, me cocinaban, me escribían notas, estaban pendientes de mí. Si lo mismo me hubiera hecho un compañero de piso, me habría agobiado toda. ¿Veis?, no es tan fácil ser hombre, también a ellos los podemos malinterpretar, tienen que ir andando con mucho cuidado, para no darnos de más y agobiarnos, para no darnos de menos y herir nuestra susceptibilidad.

Es difícil tener una relación honesta y directa con un hombre porque siempre hay algo que manipular, un papel que desempeñar, unas apariencias que guardar. Por parte de los dos sexos, géneros o como se quieran llamar. Pienso que no dentro de mucho las cosas cambiarán drásticamente, y estos miramientos y límites no serán más que una antigualla, como hoy los bañadores de cuerpo entero.

Porque creo que aprenderemos a dejar de llamar sexo a lo que no es más que amor, y será lo más natural darlo y recibirlo de los hombres, de la manera especial y maravillosa en la que ellos lo dan, igual que hoy lo recibimos de nuestras familias y de nuestras amigas más íntimas. Lo recibiremos, y seremos capaces de dar el nuestro, llenando así unos y otros una parte esencial de nosotros mismos, dando salida a tanta sensibilidad y necesidades soterradas en libertad, igualdad, y equilibrio. Amamos a nuestras familias, amamos a nuestras amigas, y un día seremos capaces de usar la mima acepción del término "amor" para referirnos a nuestros amigos los hombres. Y dejaremos de confundir conceptos, porque tendremos más fórmulas para referirnos a las relaciones entre hombres y mujeres, dejará de ser todo o nada, y las palabras reflejarán la nueva realidad.

P.S. Me encantaría conocer las opiniones de vosotras mujeres. ¿Creéis vosotras que sí son posibles las relaciones de igualdad con los hombres? ¿Pensáis que algo debería cambiar, o que va a cambiar, o ya ha cambiado, o ya está cambiando? ¿Satisfacen las relaciones actuales con los hombres vuestra sensibilidad y vuestro concepto de amistad? Y también, of course, la opinión de los hombres aportaría un interesante contrapunto.
Aquí o en otra parte, en mi correo o con unos vinitos... 





domingo, 22 de noviembre de 2009

Una peli de toros



De vez en cuando veo por ahí anunciadas películas o documentales hechos por extranjeros sobre toros. Ahora que lo pienso, quizá utilizan el tema más que los propios españoles.

Colecciono libros de toros en otros idiomas, o escritos en general desde una perspectiva no española. Quizá debería empezar a prestar también atención a las películas. El problema con estas películas es que es prácticamente imposible conseguirlas, pues apenas tienen distribución... y no están en el emule.

Pero me acabo de encontrar con esta peli en internet, y voy a dejar constancia de ella para no perderle la pista. Y para seguir ahondando en cómo se ve la realidad de los toros desde el extranjero. Especialmente ahora en que nuestro país parece optar por ni siquiera mirarla.

Sin duda parece que el mundo de los toros fascinó al director. Según se lee en el resumen, el director sigue a varios chicos que quieren ser toreros por diferentes países.Aquí os dejo uno de los comentarios del director:

Nowadays, political correctness often leads to dogmatic, intolerant postures. The majority feels that its own sins are redeemed by censuring the conduct of a few. That happens with bullfighting. It is very easy to attack it, because it shows its hand as it plays and does not hide what society usually conceals. Bullfighting is however anything but a glorification of suffering. Roland Barthes explained what is celebrated at a bullfight: “Not man’s victory over the animal, but victory over ignorance, fear and necessity.”
Günter Schwaiger

En la actualidad, la corrección política a menudo conduce a posturas intolerantes y dogmáticas. La mayoría siente que sus propios pecados se redimen censurando la conducta de unos pocos. Esto es lo que sucede con las corridas de toros.  Es muy fácil atacarlas, puesto que muestran sus cartas en el juego y no esconden lo que la sociedad normalmente oculta. Sin embargo, las corridas de toros son cualquier cosa menos una exaltación del sufrimiento. Roland Barthes explicaba así lo que se celebra en una corrida: "No la victoria del hombre sobre el animal, sino la victoria sobre la ignorancia, el miedo y la necesidad".                                                                                          Günter Schwaigner

Ya tiene mérito que ya no solo un extranjero, sino cualquier persona al margen de los toros, pueda entender esto. Aunque quizá los extranjeros sean los que vienen con menos prejuicios.

Y al final mi opinión personal es que es una cuestión de sensibilidad. Para mí los toros te atrapan o no igual que lo hace la pintura, la música, o un verso. El problema es que, como en cualquier disciplina artística, se necesita conocimiento y educación para poder percibir los matices, para poder valorarlo, y para poder disfrutarlo.

Es cierto que yo he visto cómo cualquiera puede estremecerse con un pase profundo, la verdad de ese arte la siente todo individuo cuyo ADN esté programado para esa manifestación artística. El problema es que, como en literatura, los best-sellers no hay dios que se los lea.

Así que más educación para todos, más sensibilidad, y a seguir disfrutando de los misterios del arte. Aunque sea un extranjero el que tenga que venir a revelárlosnos.

Aquí os dejo con el tráiler. No dejéis de verlo: salen Morante y Castella.
http://www.arena-film.com/trailer.htm




sábado, 21 de noviembre de 2009

En la pelu (para todo lo demás, Mastercard)


Hoy era mi día libre. La cabeza no me daba para más. Ni para más intento de estudio, ni para hacer nada decente con ella. Quizá tampoco indecente.  Desde hace un mes venía recurriendo a todo tipo de diademas, pañuelos e inventos varios para disimular el hecho de que no había quien pudiera con ella.

Y ya se sabe que según la ciencia moderna el cuerpo y la mente forman un todo indisoluble. Así que en aras de un mayor rendimiento en mi vida intelectual, hoy, sábado por la mañana, tenía una cita ineludible con mi peluquera.

En mi peluquera se puede confiar. Ella te dice, "ya me encargaré yo de que no tengas mal el pelo", y entonces una se relaja, se repachinga en el sillón, y se deja hacer. Dos, tres horas que podrían parecer un suplicio, una pérdida de tiempo, y que sin embargo se convierten en un oasis, dos horas de no pensar, de que otros se ocupen de ti.

Aunque al final salgas con el pelo naranja, compartiendo tonos con mi amiga la Rahola. Pero total, en unos años, todos calvos.

Yo siempre he ido a la peluquería un poco de espectadora. Ves como el resto de clientas se enfrascan en entretenidas conversaciones con sus respectivas peluqueras, y yo como mucho hojeando la revista del corazón de hace tres semanas.

Pero hoy he ido a la peluquería dispuesta a integrarme, a ser una más, a pasar por el rito de iniciación que toda mujer debe superar para ser una mujer de verdad, en la que se pueda confiar una conversación y a la que se la escuche. Además, que era mi día libre, qué porras, y es una de las contadas opciones que me quedan para socializarme tras pasar una semana de reclusión.

Así que a socializarse se ha dicho. Entro pisando fuerte, una mujer segura de sí misma, dispuesta a contar el rollo de su vida aunque no le interese a nadie, preparada para escuchar los comentarios vanos de los peluqueros aunque me importen un pimiento, mentalizada hasta para meterme en las conversaciones del resto de clientas, y armada con desfachatez y egocentrismo para imponer mi comentario por encima de los demás, para luchar por que sea mi voz la que se oiga y mi vida la que se comente.

Bueno, por intentarlo no ha quedado. Ya sé cómo se llama mi peluquera, y no tengo que buscarla tratando de describirla (pues no sé, así, ni alta ni baja, ni gorda ni flaca, así, morena, con un mechón de color- ¡como si hubiera alguna peluquera sin un mechón de color suelta por el mundo!). Además, ella ya sabe dónde vivo yo, y hasta a qué me dedico. Sabe cómo me peino por las mañanas, y hemos debatido un remolino que se ha empeñado que tengo en el flequillo.

Lo único que mi peluquera me ha salido discreta, quizá por eso inconscientemente la elegí. ¡Sólo me tocó un día la del pelo amarillo pato, y desde entonces decidí hacerme snob y decir que o mi peluquera, o nadie me toca un pelo!

Pero en fin, mi peluquera puede que entienda mi pelo, pero no me valía demasiado para mis nuevos propósitos y actitud ante la vida. Así que, ya entrada en materia, lanzada y ebria en mi atrevimiento, puse la oreja en la conversación de al lado. Y efectivamente socializarse es mano de santo para dolencias varias, entre otras el dolor de pies, y quiero compartir este descubrimiento con todas vosotras.

Por lo visto, cuando te duelen mucho los pies, por los tacones, por ejemplo en una boda, te das NOLOTIL en ampollas, no te lo tragas, que será mala combinación con la barra libre, sino que te refriegas el contenido de las ampollas por los pies, "como es líquido"... Se lo dijo a la chica su hermana, y se nota eh. No sé si se lo dará hoy, que tiene una cena con la peluquera y otra que se ha lavado la cabeza junto a mí, lo cual también une mucho. Me sé hasta cómo va el embarazo de su vecina... ¿Significará esto que también me he unido a esta vecina?

En fin, hay todavía otro gran descubrimiento del que me gustaría haceros partícipes. A la clienta de dos sillones más allá se le ocurrió comentarle al peluquero que Llongueras era una marca muy buena. El tío se tiró veinte minutos lavándole el pelo para poder lanzarle en chorro todo lo que pensaba de Llongueras, de los productos que anuncian en la tele y de los champús de supermercado. Parece ser que en otros países meten en la cárcel por vender Farmatint, y en cambio aquí lo encuentras en la farmacia. Pero ya se sabe que aquí somos diferentes, y así nos va.

Yo desde luego me aprendí muy bien la teoría, y decidí poner mis nuevos conocimientos en práctica, como mujer proactiva que soy. El resultado de mi incursión en el mundo peluqueril ha sido el siguiente: 16 euros en  un cepillo especial para el presunto remolino de mi flequillo, más champús varios, cuyo precio no voy a revelar. Pero no os preocupéis por mi economía: es un champú tan bueno que con una nuez de nada ya me limpia todo el pelo. Y mantiene el color vivo e intacto de mis mechas naranjas. Y eso, queridas amigas, no tiene precio.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Vamos a contar bobadas, tralará



Lectura nocturna del periódico un día cualquiera.

Como quien no quiere la cosa aparece en media hoja de la sección Sociedad el siguiente titular: "Líderes de todo el mundo se comprometen en Roma para reducir el hambre a la mitad".  Ahhhhhhhhhhhhh, qué gran noticia, y dicen que esto es en un plazo de 15 años como mucho.

¿Y cómo semejante notición no aparece publicado en primera página de todos los periódicos, copa los horarios de máxima audiencia, y empezamos a hacer celebraciones varias? No digo que vaya a tener que ser una noticia tan importante como la vida de Belén Esteban, pero al menos podía tener su huequecito junto a la noticia del frío que hace en invierno, gran primicia con la que suelen abrir los telediarios españoles.

En fin, obviamente es porque ni los más crédulos, de esos que pensaban que el matrimonio de Imanol Arias y Pastora Vega estaba preparado para afrontar el paso del tiempo, digo que ni esos nos creeríamos una noticia como esta. Que es ridícula como ella sola.

En la página vecina se desgañita Obama, que insiste en la necesidad de respetar los derechos humanos porque son universales. Muy bien Obama, ya vemos que te lo estás currando para justificar el nobel de la paz. Yo me uno también, venga, que el mundo me lo agradecerá: hijos míos, respetad a los negros, a los gays y a los pobrecitos niños que sufren. Sí, definitivamente me siento mucho mejor después de tamaña contribución al bienestar del mundo.

Pero si esto me estaba dando risa, la siguiente noticia ya directamente me tira por los suelos. Dicen que han descubierto en la biblioteca de Guijuelo que los jóvenes pasan de los libros, así que tienen la fórmula mágica para atraerles. Que van a hacer más cosas con ordenadores, que mola mazo tronco, y (agarraos) ¡van a traer libros en inglés y otros idiomas! Eso, que creo que lo del inglés ya lo tenemos superado, ahora vamos a darle al ruso.

Sigo leyendo incongruencias varias. En un concurso de fotografía para promover la igualdad entre hombres y mujeres, la foto ganadora se titula "Ya tiendo yo, cariño". El título por sí solo ya me parece una tomadura de pelo. A ver, mujer, hoy estoy simpático y te voy a echar una mano, tú sigue ahí con lo tuyo. Pero es que la foto en sí es de un tío machote, con camiseta de tirantes, gafas de sol y fumándose un cigarro... que tiende la ropa interior de la mujer. No la ropa que se pone todo el mundo para su vida cotidiana, sino un conjunto rojo, faltaría más, y con encajes negros. A la altura de la imaginación de cualquier macho machote.

Dice el autor que no quería dejar a nadie indiferente. A lo mejor es un arte muy avanzado y la foto en sí es una tremenda ironía, pero mira por dónde, no me parece que una sociedad donde el machismo sigue bien incrustado, esté para percibir estas sutilezas del lenguaje artístico. La foto es un monumento al machismo y a las ideas que se esconden detrás de los que van de liberales y avanzados, y ya que le den el premio a la lucha por la igualdad es algo que solo está a la altura de la estupidez que reina en este país. O eso, o yo no he entendido nada. Que por otro lado sería lo mejor, porque es que alucino.

Y para terminar el recorrido por las historias para no dormir, una entrevista a uno de los candidatos a rector de nuestra tan famosa como impotente Universidad, engatillada en un quiero y no puedo. Dice el tío que quiere ser rector ¡porque sería un broche de oro para su carrera! Aggghhhhhhhhhh, siempre esta incompetencia, donde lo importante es aparentar, y luego que se haga algo de provecho o no es secundario.

A mí qué coño me importa lo bonito que quede en el currículo del señor rector su título, lo que me importa es que se presente a rector porque quiera contribuir a trabajar por la universidad y por los intereses de estudiantes, comunidad universitaria y ciudadadanos de Salamanca en general. Y que su esfuerzo sea desinteresado, y sus principios firmes, de forma que no se deje obnubilar por el brillo del cargo ni se dedique a lamer culos ni a gozar de que le laman el suyo propio. Cualquier persona en un cargo público tendría que sentirse tan poco atado al puesto que esté dispuesto a dejarlo cuando no pueda o no le dejen luchar más. Pero no, aquí la gente se agarra a su cargo porque da mucho prestigio... y engorda la cuenta corriente.

Y va el tío y termina diciendo que él no ayuda en casa, pero que arrastra mucha culpabilidad por que sea su mujer la que carga con todo el currelo. Sí, tú con tus 500 doctorados, y tu mujer experta en limpiar cocinas. Le colgaba yo a este por sus partes, para que llore por algo. Y le quemaba en una hoguera todos sus títulos, que ahí sí le iba a dar donde le duele.

Y una bobada más de regalo: dicen los de la Junta que la vacuna de la lengua azul no tiene ningún efecto secundario, ni mata churros ni produce abortos, porque "es imposiblemente científicamente". Creo que por la misma razón se cargaron al pesado de Galileo. "No puede haber abortos", y punto. Palabra de político.

Entre toda esta marabunta de incongruencias, la medalla de oro de no sé qué a Miguel Delibes. Si solo eso valiera para que le leyéramos, aprenderíamos de verdad qué se esconde detrás de la estrechez de mente y de la hipocresía.

sábado, 14 de noviembre de 2009

El arte y el misterio

Deberíamos, al menos una vez al día, oír una pequeña canción, leer un buen libro, contemplar un cuadro bello y, si fuera posible, pronunciar algunas palabras razonables, de forma  que las preocupaciones mundanas no hagan desparecer el sentido de lo bello que Dios ha implantado en el alma humana.
Goethe

Fui a la exposición de San Boal sobre el hiperrealismo, antes de que la quitaran. Mereció la pena. Estas exposiciones las organiza la Caja Duero, ¿no? No entiendo mucho de la polémica de la Caja Duero, le tendré que preguntar a mi prima que conocerá la verdad desde dentro. Dicen que si la sede de Caja Duero se va de Salamanca, entonces no organizarían cosas en nuestra ciudad, pero eso no parece que tenga mucho sentido, cuando las actividades llegan hasta Extremadura.

En fin, las exposiciones de San Boal son pequeñitas, pero aunque no haya mucha cantidad, siempre está asegurada la calidad. Hay siempre dos, tres cuadros que son un regalo para los sentidos.

Vayas donde vayas hay siempre algo, si mantienes los ojos abiertos, que se te agarra a las entrañas. E ir a una exposición asegura que de la mirada cuelga un gran cartel que dice "Abierto porque ya toca".

Ayer hubo varios cuadros que me gustaron, pero uno me golpeó de repente, se abrió paso con violencia y se me metió en las tripas. Ahí sigue, como una radiografía de mi estomágo. Se titutalaba "Sevilla la Nueva", y sin embargo era el Puerto, la sierra recortada en el horizonte, los anchos campos de encinas vistos desde la carretera que lleva de Salamanca a Tamames, a la altura de Berrocal.

No he encontrado el cuadro exacto en internet, pero os dejo con otros dos que son del estilo. Son de Isabel Quintanilla.








Había un par de frases en la exposición que debería haber copiado. Aunque no importa, me sé la esencia. Una decía que hay un lenguaje para cada experiencia, de forma que el lenguaje de la pintura nos explica una parte de la realidad y de nosotros mismos que nunca otra forma puede apresar. La pintura recoge ciertos aspectos del mundo, y nos los devuelve en forma de experiencia, experiencia pictórica de la realidad. Una experiencia en un museo, la de la serenidad de la sierra a la que ya voy llegando siguiendo la carretera en mi cochecito, que es una experiencia de vida, de alma. Un cuadro de Sevilla que sin embargo me acerca a casa.

La otra frase está muy relacionada con esta idea, pues decía que el arte desvela el misterio. No sé si era exactamente que lo desvela. Probablemente será más bien que nos acerca a él. Nos permite intuirlo, saber que existe, y como un fogonazo recordamos en medio de la banalidad de nuestras vidas que el camino sólo tiene sentido si tratamos de acercarnos a él, al misterio.

Por la noche, al llegar a casa, no me duermo. Será el café del que disfruto calentita y en orden los días de academia, será la emoción del misterio. Me pongo a leer. Ángel González. Al princio paso páginas. En este momento de mi vida no me identifico como antes con la nostalgia y con la melancolía. En mi vida ha habido dos cambios importantes, dos cambios de personalidad que vinieron sin buscarlos, y que crearon cosas buenas en mí, me mejoraron. El primero cuando te conocí; me acuerdo de mi amiga C, diciéndome que había cambiado mucho. Es cierto, llegó alegría, orden, fuerza y esperanza. El segundo cuando fui, o más bien cuando vine, de Estados Unidos. Antes el futuro era negro, o más bien inexistente, los días simplemente pasaban porque nunca habría una meta, un lugar al que llegar. Fui a Estados Unidos y resultó que salió a la luz que yo en el fondo era el  backbone de la esencia americana. Los americanos se levantaban por la mañana y se iban a correr. ¿Dónde se ha visto eso? Si corres, si te esfuerzas, si luchas, si tienes metas... acabarás por llegar a ellas.

Pero seguí leyendo el libro de poemas, buscando el autor que me explicara, que me llenara de verdades, que me interpretara, que me leyera a mí y me desarrollara, como en su día lo hacía Cernuda, siempre la realidad y el deseo, hasta que lo acepté, hasta que pude librarme del llanto y de la nostalgia de lo que nunca será, hasta que la sensibilidad se atemperó y se convirtió en una lucha por la serenidad, hasta que mi idea de vida llegó a ser una balsa en un lago entre las montañas.

Y entonces lo encontré, el poema que me golpeó, el cuchillo que se me clavó en el costado, y que al sacármelo me dejó la sangre de estos versos:

¿Qué sabes tú de lo que fue mi vida?


Ahora sólo ves estos últimos años
que son como la empuñadora de un cuchillo
clavado hasta el final en mi costado.


Arráncalo de golpe y un borbotón de sueños
salpicará tu rostro.


Podría dejarte ciega. Ten cuidado.

A veces veo la vida como la historia de la lengua, primero en su movimiento diacrónico, las generaciones sucesivas, las historias que se repiten a lo largo del tiempo, y entonces en su movimiento sincrónico, la historia en este preciso momento, la historia que discurre frente a mi ventana, los movimientos de la gente y los animales a través del cristal. Y yo ahí, en medio de todo. El mundo se para ahora mismo, yo en la madurez que empieza, mis mayores con la bolsa de sus sueños ya hecha un hatillo, reducidos a cuatro harapos que se cargan a la espalda. ¿Y qué sabemos nosotros de lo que fue su vida? Pero hubo un borbotón de sueños, el mismo borbotón que debe explotar en mí ahora.

¿Qué sé yo de lo que será mi vida? Pero es época de simiente ahora. Quiero sueños, quiero misterios, quiero versos, quiero auroras.




jueves, 5 de noviembre de 2009

Los perfectos siervos

SI A ESTO LLAMAN DEMOCRACIA
Salimos de la dictadura; lo cual fue estupendo. Entramos en un régimen de partidos; lo cual no lo fue tanto. Nos resignamos. Pero hemos llegado al límite. Nada de lo que define una democracia funciona aquí. Un puñado de próceres, con los hilos y finanazas de esas redes de empleo llamadas partidos en sus manos, deciden acerca de todo sin el menor freno de control ciudadano (...)
En suma, nos arruinan y nos humillan. Lo aceptamos. Estamos tan entontecidos por su propaganda, que ni nos atrevemos ya a blasfemar en el silencio de nuestras casas. Ni a maldecirlos. Ni a odiarlos. Somos ya los perfectos siervos. Voluntarios y encantados. Si a esto llaman democracia...
Gabriel Albiac

A partir de la reflexión sobre la prohibición de los toros en Cataluña y las deficiencias de la democracia, sigo yo dándole vueltas al tema de la democracia. Ahora todo lo que leo parece estar en relación con el asunto. Es lo bueno que tiene pensar, que luego se sigue ahondando en los razonamientos.

Salían en el periódico los afganos asistiendo a clase de una hora y media sobre el concepto de democracia. Al final eran capaces de repetir como loros eso de que "la democracia es el gobierno del pueblo y para el pueblo", aunque decían que lo que no les había quedado muy claro era a quién tenían entonces que votar. En todo caso tampoco tenía mucha importancia porque ellos a lo que venían era a por las pocas monedas que les daban para compensarles para no estar trabajando.

¡Qué perra la del mundo occidental para que todo el mundo tenga democracia! Digo yo que será para que los gobiernos del resto del mundo estén en sintonía con los nuestros, porque puede que no sea tan diferente estar gobernados por un tío o tíos que se imponen por sí mismos o porque toda la vida han estado ahí, que estar gobernados por una opción A de entre dos opciones a escoger (oh, qué gran posibilidad de elección), y entonces dejar que esa gente haga lo que le dé la gana durante cuatro años.

Podéis argumentar que para eso está la oposición, para controlar los desmanes del gobierno y para tomar decisiones por consenso. Pero si me contáis eso nos reiremos un rato: ahí está la realidad para mostrar que gobierno y oposición están en el mismo barco, en el de buscar su beneficio personal y anteponer sus intereses individuales o partidistas a los comunes.

Hacer un referéndumm para que todo el mundo vote por todo tampoco me parece a mí solución. Primero, porque a ver quién defiende entonces los derechos de las minorías. Segundo, porque por mucha democracia que queramos, la opinión de todo el mundo no vale lo mismo. Los hay más o menos inteligentes, más o menos formados, con más o menos sensibilidad y sentido común.

Ya se sabe que las democracias son imperfectas pero es el mejor sistema que se nos ha ocurrido. Pero no podemos pensar que porque tenemos una democracia todos nuestros problemas se van a solucionar de forma pacífica y beneficiosa para todos. Si tener democracia significa delegar nuestra capacidad de pensamiento y decisión en manos de otros, mal vamos.

Yo voto por que la gente despierte, evite la comodidad y el alertagamiento, esté bien informada de lo que pase a su alrededor, desarrolle su conciencia social y haga oír su voz. Es necesaria la conciencia ciudadana, la acción de los individuos, para que realmente la democracia se convierta en el gobierno del pueblo y para el pueblo.

Y los sueños, sueños son

Dormí bastante mal, tuve pesadillas en las últimas horas de sueño. Soñé que estaba por aquí haciendo cosas, y de pronto me di cuenta de que tenía que ir a dar clases. Me volví loca buscando el horario, porque no sabía bien en qué día vivía. Pero sí, parece que tenía que dar clase, y que ya llegaba muy tarde. Mis primeros pensamientos: ¡los niños estarán solos! Luego intenté convencer a una tía mía para que llamara diciendo que estaba mala, pero como no estaba por la labor, cogí el coche para intentar ir a la ciudad. Nada, el coche iba muy lento y no llegaba a ninguna parte. Me llamó una amiga para que la llevara a la ciudad, pero la mandé a paseo porque bastante prisa tenía yo ya. Luego salía yo conduciendo una motocicleta, pero por más que pisaba el acelerador (um, ¿tienen acelerador las motocicletas?) aquello no avanzaba mucho que digamos.

Parece ser que al final llegué. Y aquí surge otra de las grandes preocupaciones: ¡y yo sin la clase preparada! Bueno, abriremos el libro y algo haremos.

Eran unos pocos niños, de 10 u 11 años, absolutamente manejables por tanto. Y sin embargo no querían abrir el aburrido libro de ejercicios. En esto que entra la supervisora por la puerta, pues como no querían trabajar estaban en cambio hablando y haciendo ruido. ¡Menos mal que al menos estaban sentados y no colgados de la lámpara, por lo que la supervisora salió con cara de pocos amigos pero sin reprochar nada!

Cuento esto primero porque es mi blog y cuento lo que me da la gana. Tengo yo esta amiga que cuando estábamos en el internado y quería yo contar los sueños a la hora del desayuno siempre me decía que me callara. Afortunadamente ahora la tecnología acude en mi auxilio.

Pero lo cuento porque el sueño saca a la luz los miedos de toda profesora: no llegar a los alumnos, no conectar con ellos, que todo se vaya de las manos. Y una vez que se cruza la línea del viva la pepa, es muy difícil volver atrás.

Ahora me dedico a estudiar para poder cumplir mi objetivo de estar algún día frente a una clase con todos los derechos que el estado me otorga. Pero por debajo siempre yace la inquietud de que todo el esfuerzo sea en vano, de llegar al aula y no poder disfrutar enseñando.

Porque de eso se trata, de disfrutar enseñando, de aprender con ellos, de ilusionarse por encontrar nuevos materiales que lleguen a los alumnos y que les hagan reflexionar, de sacarlos de la zona a la que están acostumbrados, de despertarles la curiosidad por ir más allá.

Pero todo esto es muy ambicioso. En mi experiencia básicamente definiría dar clase como un continuo reajuste. Intentar algo, si sale mal ver por qué, y tratar de hacerlo mejor la próxima vez.

Agotador, especialmente cuando el fuerte de una no es la autoconfianza. En fin, lo que tengo claro es que a dar clase sólo se aprende dando clase, así que estoy como loca por poder empezar a aprender de la experiencia. Quién sabe, quizá dentro de 10, 15 años me habré convertido en una buena profesora. Eso sí, si no desfallezco en el camino.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Democracia, o la indiferencia de la mayoría

“Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a buscar a los judíos, no protesté, porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar.”
Martin Niemöller








Está claro que no hay discusión más estéril que aquella entre un aficionado y un antitaurino. Por eso me ha parecido la única posible la postura de Dragó: no discutir sobre los toros en sí sino sobre la posibilidad o no de legislar sobre el tema.

Pero su intento de debate no ha tenido tampoco mucho éxito: los antis han dicho que por supuesto que se puede legislar puesto que están protegiendo a los animales.

Quizá os podéis ahorrar el video, pues es lo de siempre. Y encima ponen de antitaurina a la Rahola, que es que pone de los nervios a cualquiera, sea de la opinión que sea. Esa tía es una histérica y una intrasigente, por lo que cualquier intento de debate con ella seguramente tenga mucha audiencia, pero intelectualmente da un juego muy escaso.

¿Y por qué todos los antitaurinos que salen en la tele atacan y se ufanan como si estuvieran en posesión de la verdad absoluta y los que no piensan como ellos son unos pobres ignorantes en el mejor de los casos, cuando no abiertamente unos salvajes e insensibles? Pues a mí que queréis que os diga, los que muestran actitudes agresivas e irrespetuosas me parece que son ellos, los antis de la tele y de las pancartas, que son aquellos que no sólo no le gustan los toros, sino que piensan que saben algo que no saben los demás y que por lo tanto tienen que ponerse a salvar la humanidad, y la animalidad, regulando a diestro y siniestro y estableciendo prohibiciones.

A mí todo esto me parece tremendo. Porque cada uno puede tener la opinión y los gustos que su carácter y su educación le marquen, pero de ahí a pensar que lo saben todo y por tanto pueden dictar a los demás qué hacer hay un trecho que me parece muy, muy gordo.

Ya conocemos de sobra los argumentos antitaurinos:
  • los toros son una tradición como lo era el circo romano, así que en este siglo XXI no se pueden mantener
  • los toros son tortura, son una barbarie, una crueldad
  • por ende los aficionados son gente insensible y cruel que no respeta a los animales
Y ya está, esto es lo que ven, todo lo que ven, y no pueden ver más allá. ¿Y qué hacemos nosotros, pegarnos cabezazos contra la pared? ¿Nos van a hacer callar, nos van a borrar del mapa? Lo que está claro es que jamás van a oír nuestra voz. De ahí que el debate sea estéril.

Como decía una de las antis del programa, resulta que Dragó no quería discutir el tema porque sabía que llevaba las de perder. Y efectivamente las llevaba, porque ¿qué se puede debatir cuándo no hay quien baje del burro de que los toros son una barbarie? Demanda una tertuliana: "¿Por qué no asumís que os gusta la tortura de los animales?"

Lo que pasa es que los tertulianos del programa ya se ponen a decir unas barbaridades que creo yo que insultan a la inteligencia de cualquiera. Dice uno que hasta tiene respeto por algunos de los que van a los toros, indicando que lo normal es que todos los que van a los toros no merecen respeto como personas.

Contesta un tertuliano que le parece una necedad, por obvio, que haya que defender que los taurinos pueden ser tan inteligentes y sensibles como los demás.

Pero ante los antis incluso nuestra dignidad está en entredicho. ¿Cómo vas a esperar entonces que puedan ver el espectáculo desde otra perspectiva? No digo que lo acepten ni que les guste, digo simplemente que puedan hacer un ejercicio de empatía, de ponerse en el lugar del otro, de oír más razones que las suyas. Porque yo puedo entender perfectamente su postura, pero a la vez comprendo la de otros. Sólo desde la comprensión me parece a mí que puede mantenerse un debate sobre cualquier cosa. ¿Cómo vas a discutir de aquello que no conoces?

Dice la Rahola que la votación es una oportunidad de dignificarnos como sociedad, de mejorar la sociedad y hacerla más sensible y caritativa. Dios de mi vida, ¿pensarán así todos los antitaurinos? ¿Pensarán que están luchando contra hordas de salvajes indignos e insensibles? Siguiendo esos razonamientos no me extraña que emprendan su cruzada.

Pero es que la realidad es mucho más compleja, y no me cabe en la cabeza que se pueda barrer toda discusión y análisis de la realidad en una simple votación, que se pueda jugar así con las ilusiones de los demás, que sea tan fácil acabar con todo.

Dice Luis Herrero: "No conozco  a nadie antitaurino que entienda lo que son los toros, que tenga ni la más repajolera idea de lo que son".

Ante lo que contesta la Rahola toda fresca y convencida: "Ni la pienso tener. ¿Quieres que te lo diga más claro? No pienso dedicarme a entender una barbaridad como esa".

Pide otro tertuliano que los políticos hagan un ejercicio de racionalidad y voten a favor de la prohibición. Le contesta otro, Melchor Miralles, que no está especialmente interesado por las corridas pero que dice sentirse aterrado por este recorte de libertades, que lo racional no es sólo lo que coincide con su manera de pensar.

Ahí va la Rahola y suelta en una defensa de su postura: "Sois minoría". Pues claro que somos minoría, también son minoría los que van a la ópera o los que leen libros, por qué va a interesar lo mismo a todo el mundo.

Y ahora resulta que las minorías no tienen derechos porque no coinciden con las ideas que Pilar Rahola, la salvadora del mundo, la adalid de la dignidad humana, tiene a bien tener, o más bien no tener. Porque a ella no le hace falta tener conocimiento para juzgar, le vale con sus pasiones.

Salga el resultado que salga, y yo soy optimista, lo que me aterra es el recorte de las libertades, la falta de un debate serio, el peligro en el que se encuentran las minorías en esta democracia que tengo entendido nació para protegerlas de la indiferencia de la terrible, moralista mayoría.

New York Times: sobre la prohibición de los toros en Cataluña



No one should negotiate their dreams. Dreams must be free to flee and fly high. No government, no legislature, has a right to limit your dreams. You should never agree to surrender your dreams.
Jesse Jackson





Os pongo la traducción del artículo sobre la prohibición de toros en Barcelona publicado por el New York Times a principios de octubre.

Es interesante la postura que adoptan aquellos que ven el problema desde fuera. Este periodista americano argumenta que la única razón por la que se va a votar sobre prohibir o no los toros es POLÍTICA. Detrás del debate se encuentra el nacionalismo catalán condenando todo lo que a sus ojos suene a español. Aunque en el caso de los toros, como por los demás en muchos otros, no tenga sustento histórico.

Pero mejor leedlo por vosotros mismos. Yo sólo digo que todo este debate me parece de una banalidad que ASUSTA. Ahora unos pocos pueden decidir, con un simple voto que para ellos no va a ninguna parte, sobre la vida de los demás.

Quizá en el fondo todos pensamos que es imposible que la prohibición salga adelante. Pero fracase o no, lo que a todos, aficionados o no, debería darnos miedo es que nuestros sueños e ilusiones sean un juguete roto en manos del estado.

Lo que me da miedo no es el futuro de los toros, sino el estado de nuestra democracia.

¿Estamos haciendo lo suficiente? ¿Estamos haciendo algo? ¿En manos de quién colocamos nuestros derechos y nuestras vidas? Otros están decidiendo por nosotros.

Para los que prefiráis leer la versión original, este es el link
http://www.nytimes.com/2009/10/01/arts/01abroad.html?_r=1&scp=1&sq=in%20a%20spanish%20region%20a%20twilight%20of%20the%20matadors&st=cse

EN UNA REGIÓN ESPAÑOLA, EL OCASO DE LOS MATADORES
Publicado en el New York Times, 1 octubre 2009
Por Michael Kimmelman
Traducción LcFM


Aquí en Cataluña, esta región de España tenazmente separatista, los toros se encuentran en crisis desde hace mucho tiempo. Y la economía no ha ayudado. Los precios de las entradas son similares a los de la ópera. Las corridas son caras de montar. Este año el número de corridas de toros ha caído en picado en toda España.


Pero José Tomás todavía atrae a enormes multitudes. Para los aficionados, es la última gran esperanza para el “toreo” (el término español para “bullfighting”). Dado a la reclusión, torero de una calma y valor que no son de este mundo, bañado en la historia y el misterio, se retiró en 2002, a los 27 años y en la cúspide de su fama, reapareciendo de forma inesperada cinco años después en Barcelona en lo que resultó ser el primer lleno en veinte años de los 19.000 asientos de la Plaza Monumental, la bella y antigua plaza de toros de ladrillo y azulejo de esta ciudad.


El domingo volvió, para otra ocasión especial: quizá la última corrida para siempre en Cataluña.


Durante las últimas tres décadas, el decreciente interés entre los jóvenes catalanes se ha unido a la presión de los defensores de los derechos de los animales y de los nacionalistas catalanes para mutilar la fiesta en Cataluña. A lo largo de las cuatro provincias de la región, las plazas de toros han sido cerradas: Barcelona es la única todavía en activo.


Ahora un referéndum ante el Parlamento catalán podría acabar completamente con las corridas en esta zona. Ha habido gran debate en esta parte de España sobre la prohibición total de las corridas de toros. Los defensores le han restado importancia. Pero esta vez, incluso los aficionados creen que es posible que se apruebe la prohibición.


Así que la corrida del domingo (el término “corrida” se refiere a la habitual combinación de tres matadores y seis toros que actúan en cada tarde) era algo más que simplemente el último espectáculo de la temporada. Suponía posiblemente el fin de una era. Y José Tomás (José Tomás Román Martín, pero todo el mundo lo conoce por su nombre compuesto) había venido, en lo que parecía casi un intento desesperado por prestar su atractivo ante la taquilla y su arte al lado antiprohibicionista.


Arte, esto es, para los aficionados. Está el arte del ritual, antiguo y colorista, con su secuencia de movimientos, firmemente establecida pero, puesto que los toros siempre varían, diferente cada vez y que implica una gracilidad como de ballet por parte de los matadores, que son asimismo juzgados por su habilidad para dotar de elegancia al toro. Las corridas de toros son una cuestión de patrimonio cultural español, mantienen los defensores. Europa puede desear unirse bajo intereses sociales y económicos comunes, pero las culturas nacionales deben ser respetadas, y el toreo representa la diversidad cultural.


Los detractores lo ven de otra manera, claro está. Aproximadamente una docena de defensores de los derechos de los animales se manifestaron frente a la plaza el domingo, portando pancartas hechas a mano salpicadas con pintura roja.


Calle arriba, en la Gran Peña, un bar al que acuden aficionados, Isabel Bardón, la propietaria, mantiene en equilibrio una bandeja con cervezas mientras se abre paso entre los clientes que abarrotan el local, algunos de los cuellos estiran el cuello para ver al matador retirado, quien sonríe ante los fotógrafos junto a hombres más mayores fumando puros. “Serían malas noticias para mí y para mi negocio”, conjetura sobre la posible aprobación de la prohibición.


Pudiera ser, quién sabe. Lo que está claro es que durante los primeros años del siglo pasado, Barcelona no tenía menos de tres plazas de toros. Era una meca para los aficionados. Hubo más corridas aquí desde los años 20 hasta los años 60 que en ningún otra ciudad de España.


Pero los nacionalistas catalanes comenzaron a extender la idea de que el toreo fue una imposición en Cataluña del régimen fascista de Franco, quien lo promocionó, como el flamenco, como un símbolo patriótico. La oposición a las corridas de toros se convirtió en una declaración de separatismo por otros medios. Los derechos de los animales aparecieron y alimentaron la agenda de los nacionalistas.


El hecho de que se trata, sobre todo, de un asunto político se evidencia en la frontera, en la región catalana del sur de Francia, donde los toros se suscriben con la misma fuerza con la que en Cataluña se rechazan, debido a las mismas razones separatistas, en este caso porque se prohíben en París.


“En un momento en el que Europa está haciéndose más grande y multicultural, Barcelona está haciéndose más pequeña y más catalana”, así es como Robert Elms, un escritor de viajes británico que ha vivido aquí veía la situación. Había venido a ver a José Tomás y comentaba, antes de la corrida, cómo la oscura pero mágica ciudad que él había conocido una vez se ha convertido en un centro esplendoroso y de diseño que sin embargo mira cada vez más para dentro.


“Es orgullo”, comentaba, “esa es la única palabra. El orgullo describe a una cultura insegura”. La posible prohibición de los toros, añadía, es semejante a una ley de aquí que obliga a los niños a recibir gran parte de su educación en Catalán, no en castellano.


Paco March asiente al escuchar tal relación. Natural de Barcelona, es el corresponsal taurino de La Vanguardia, el segundo periódico más vendido de la ciudad. A su hija de quince años los compañeros de clase le llaman fascista, cuenta, por llevar una foto de un torero pegada en su cuaderno.


“Me da rabia que en el nombre de la democracia”, el señor March añade sobre el próximo referéndum, “una minoría de detractores de los toros pudieran acabar con los derechos de otra minoría, los aficionados, que disfrutan de lo que es un espectáculo legal en este país que expresa profundas verdades sobre la vida y la muerte llevadas a su extremo”.


Los aficionados hablan de esta manera. Señalan que las corridas de toros muestran la muerte de una manera natural y visible en una época en la que la mayoría de la gente, aquellos que se lo pueden permitir, eligen poner distancia entre ellos y la realidad de la muerte. Algunas de estas mismas personas consienten la producción industrial de animales de granja comiendo carne, pero condenan las corridas de toros. O acuden a corridas en sitios como Portugal, donde los toreros no matan los toros.
Los toros se matan después, fuera de escena, de forma que nadie tenga que verlo.


Para los toreros, esto es realmente injusto, puesto que les niega su obligación para con los toros, con quienes han luchado, y les evita esa vulnerabilidad peculiar que se supone deben experimentar en ese momento de la corrida.


Se esté o no de acuerdo con este argumento, sería un error concluir que el fin de las corridas aquí presagia su prohibición en toda España. Mientras que casi tres cuartos de los españoles dicen no tener interés en las corridas, se resisten a que los extranjeros les digan qué pueden o no pueden hacer. Esto es por lo que España se ha resistido sistemáticamente a las presiones del Parlamento Europeo y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos para poner fin al toreo. Lo que terminará con él, de todas las cosas, es la indiferencia pública, la competencia de formas más baratas de entretenimiento como el fútbol y los videojuegos, y el paso de una generación de aficionados.


Y así, en la luz que declina en una cálida tarde de principios de otoño, entre los destellos de los flashes y los gritos de “¡Torero!” y “¡Olé!” José Tomás apareció al menos una última vez en Barcelona, el abanderado de un arte afligido. Orquestó ante los toros sus acostumbradas series de pases que ponen los pelos de punta. Como Roger Federer, hace que cada movimiento parezca increíblemente lento y elegante.


Su traje brillaba bajo los focos. Una banda de música comenzó a tocar un pasodoble. Los aficionados le vitoreaban como si de alguna manera su clara elocuencia pudiera, en el último minuto, salvar al torero aquí de la extinción. Arrojaban flores, sombreros, pañuelos, agendas y cualquier otra cosa que tuvieran a mano a la arena cubierta de sangre mientras daba la vuelta al ruedo.


“Esta corrida de arte, cierre de la temporada en Barcelona, ha podido ser la última corrida que se celebre en este coso”, se lamentaba El País, el periódico español, a la mañana siguiente. “Sería una pena, visto lo visto, que la política acabara con la fiesta en esta tierra”.


El señor March, el periodista de toros de La Vanguardia, lo expresa con menos rodeos. “Queremos ser diferentes de España no matando toros”, dice. “Pero lo que estamos matando es nuestra propia cultura”.