miércoles, 29 de agosto de 2012

Dolor de espalda

Ilustraciones maravillosas de CSB


Hay veces que me pregunto de qué estoy hecha, qué tengo por dentro. Qué idea de lo que debo ser y hacer gobierna mi interior, qué creencia trae olas de sadismo a la orilla desde donde miro de pie al mar interrogante.

Bajo la superficie del océano inmóvil luchan perturbadas las placas tectónicas por encontrar su sitio. Hasta que se desencadena el maremoto, la ola de tsunami que arrastra sillas, rocas, recuerdos, ramas de árbol y sábanas gastadas.





El cascarón indefenso abierto en dos al pie del nido.
La mano envejecida del niño que desgajó el huevo.
El chillido baldío del pájaro ahora estéril.
¿Pasará la madre sola la noche en la celda de pajas?

El viento caliente estrangula a las mariposas 
y dispersa las semillas sobre las peñas inertes.
¿Qué frutos tendremos que imaginar, qué sabores añoraremos?
¿Sobre qué tierras yermas irá a morir nuestro deseo?

La pureza  que cayó en terreno baldío.
El embrión del amor despedazado en el refugio .
¿Quién puede recomponer el huevo partido?
¿Quíén puede devolver la pureza al corazón corrompido?




Un curso en un reducto de corazones de colores. Fuera el viento gris mordía los cristales
Meses de inmovilidad compartiendo la inocencia de las pacíficas ovejas a través de la ventana
Después brotó la primavera en una casa como un jarrón rebosante de flores
Ahora solo quiero vivir rodeada de pájaros que vuelan en libertad





Ruptura traumática. 
                                                                          La lógica del cuerpo.
Cita en el traumatólogo. 
                                      


La depresión te parte en dos.
Tras los pertinentes puntos de sutura,
es luego la espalda la que me quiebra.
Si como dice mi coach es una cuestión de flexibilidad, 
definitivamente tendré que empezar a hacer gimnasia.
 




Quisiera quererte mucho, 
quisiera quererte bien.
Quererte en la hierba y en el cielo,
en el silencio y en la música,
en el acto y en la potencia.
Quererte como tú me quieres.

Quiero quererte limpia, quererte fuerte,
quererte clara e íntegra.
Sin cicatrices, sin puntos de sutura.
Mirar al futuro, reescribir el pasado,
inventar la máquina del tiempo.
Llegar a quererte antes
de la ruptura del huevo.





Aparecen los restos de los niños muertos.
La crueldad de un padre que entregó a sus hijos
como tributo al dolor blasfemo.

La mujer compartió cama con el lobo.
En las noches de temblores y dudas
arropaba su matrimonio con la piel de cordero.

Mientras el padre pirómano encuentra la paz 
en la contemplación del monte arrasado,
se borra para siempre en el corazón
de la madre la posibilidad de las flores.



En mi casa me saludan por las mañanas y hacen bromas y me dan besos. Así hubiera podido ser la vida conmigo si no hubieras sido padre soltero de la inseguridad y la escasa autoestima.

La fragilidad pare la dominación y el miedo. Hijos bastardos de la luz y los paseos de manos dadas.

El amor resulta ser sometimiento. Mi miedo se convierte en asco.

Antes de la libertad, la inmovilidad y el llanto.




Volar entre las montañas altas 
como si tú nunca hubieras sido pájaro. 
Como si no hubiéramos conocido la cima,
como si no cazáramos presas envenenadas.


  Creía, luego era feliz.
¿Qué clase de felicidad me resta ahora?


De entre todas las ovejas, 
tú fuiste mi lobo más querido.



sentada en la mecedora a la puerta de mi casa
la luna como una nube de hilo blanco
el aire pacífico, la luz templada
gordas bolas de navidad
relucen los pardales en el pino
voces y pasos de gente en sus quehaceres 
al otro lado de la verja
el pasto amarillo respira aliviado en el fin del verano

las encinas duras, el círculo de montañas
la Corona a un lado vela como una hermana
más lejos, justo enfrente, vigila el Pico Cervero

los guindos, las flores, las petunias blancas
olas de encinas rompen contra la orilla del jardín
toros de cartón tras las bambalinas de encinas
irrumpen tímidamente en el escenario

el aire que arrastra los pájaros
el cielo cambiante en la tarde
la luz cálida de llama vacilante

el lugar donde el amor se guarda en cofre
donde la vida no quema
donde el recuerdo se arrebuja a mis pies
como un perro junto a la mecedora









Son los últimos días de verano, y se dispersan los pájaros. Durante un verano entero el dolor me recluye en casa. Se acerca septiembre y el encuentro temido queda pendiente. Finales de agosto, y yo aún me pregunto por la razón del encierro.

¿Nunca son los meses suficientes para asumir y madurar? Un dolor como un grillete para impedir escaparse en el agua del verano, para evitar escurrirse entre la gente de la calle

¿Huyen los pájaros? Estoy volando con las alas del verano
con los pájaros que en bandadas buscan nuevos árboles.



Semanas de verano engarzadas entre contracturas y dolores musculares.
Días gastados en la inmovilidad que trae la espalda rota.
O quizá fue primero la decisión de la inmovilidad.



Con pasos de pájaro en tierra un día me lanzo al aire
y me saludan los padres y familiares más cercanos. Resulta
que aún soy querida y de mañana se ensaña la impotencia 
por la imposibilidad del movimiento.








Mientras el cielo del atardecer se vuelve rosa 
me siento en la mecedora del jardín
y espero que vuelvan los pájaros.













jueves, 16 de agosto de 2012

Autorretrato de luna

Soy redonda y blanca como luna de nieve. Me gusta llevar diademas de luz esponjosa y amarillenta. Como el astro de plata, tengo cráteres en las mejillas del ánimo. Soy la luna llena en penitente búsqueda de su cara oculta. Con mis zapatos de gitana, bailo en torno a la plata de mi centro.

En las noches claras me baño en las interrogaciones de los charcos y empuño espejos bruñidos en magia. No poseo luz propia; solo un trapo de estrellas con el que pulo mi rostro. Entonces refuljo con el brillo de la emoción hallada, de las palabras certeras, de las convicciones encarnadas en actos. Pequeña y desdibujada, unos pocos también aciertan a reconocerme en la ceguera del día deslumbrado.

Soy el fiel satélite del planeta del agua. Acompaño su movimiento como los nazarenos febriles su paso de semana santa. Piso piedras lechosas de cantos redondeados. Recorro caminos que solían ser ríos. Rodeada de un halo de distancia y alucinación, de perplejidad e inercia, solo mis rayos alcanzan la tierra.

Tuve un amor que era de oro, que era el sol. A los ocho minutos y medio descubrí que los rayos solares ocultaban miedo y dominación. El rey del astro fatuo fue condenado al exilio, y ahora las piedras luna de mi corona irradian destellos de azúcar cristalizado.

En las tardes sin luna estudié la literatura que al menos cada veintiocho días me concede la plenitud, y aprendí a ver el mundo a través de las palabras de plata fértil.

En la oscuridad de un eclipse, en las aguas ennegrecidas comencé a enjabonar cráteres con adolescentes hechos de nubes. Los alumnos son puros y etéreos como marineros, y dejan prendidos en mi alambrada argéntea jirones cándidos de nacaradas ovejas.

Las mareas de la tierra me atraen y repelen en una condena eterna. Desde mi esquina desafecta, grito envuelta en tela de lago en calma. La tierra necesita restituir la pureza de sus mares.

Me pongo mis pendientes de fulgor argentino para celebrar el amor más acá del sol. Visto cota de malla engarzada en hilos de plata para librar la batalla de los oceános. Con las tareas del curso y el ejemplo de todos empiezo a juntar palabras para poner nombre a mi cara oculta y lograr que brame la hierba azul en cada uno de mis cráteres.

Ilustración: Carlos SB ("Princesa de Luna")




martes, 14 de agosto de 2012

lunes, 13 de agosto de 2012

El periódico nuestro de cada día

Leo el periódico del día antes... a veces hasta de hace un par de meses, o puede que en una bolsa aparezca un ejemplar viejo, e igualmente lo analizo con detenimiento. Si te da por leer las noticias... qué más da de cuándo sean... ¿Acaso va a cambiar algo de lo que allí quedó reflejado? ¿Vas a apagar el fuego que se relata en primera página, ocurriera ayer o hace dos años? ¿Van a dejar de arrancar brazos y ojos en las guerras de cerca y de lejos? ¿Alguien se va a preocupar por las mujeres que piden ayuda desde los balcones de sus casas, nos vamos a interesar por las angustias de los inmigrantes ilegales, vamos a apoyar las reinvidicaciones de los que cortan la avenida principal de las ciudades? 

Todo es ya viejo en el momento en que se escribe, los acontecimientos son olvidados incluso antes de leerlos, la descripción de los hechos no altera lo acontecido. Hacemos acopio de noticias, almacenamos datos, comentamos detalles inauditos que nos parecen extraños... y sin embargo resultan ser siempre los mismos.

La historia se repite en el diario de cada día, la realidad se perpetúa en el relato cotidiano de los acontecimientos del mundo. Creemos que la fecha del noticiero nos ayudará a interpretar la realidad cuando lo cierto es que el mundo siempre es el mismo. Ni siquiera el relato que hacemos de lo acontecido cambia. 

Nos hacemos la ilusión de que cada mañana la fecha del diario nos despierta con aires nuevos. Pero al pasar las hojas tan solo se mueve el aire enrarecido. Los periódicos y telediarios son habitaciones confinadas donde nunca se abren las ventanas, donde el ventilador se limita a mover el mismo aire confuso que habíamos creído expulsar de nuestro cuerpo sucio. El cambio no es posible. Solo a veces surge la chispa de la indignación. Después, se extingue, y entonces pasamos la hoja y seguimos leyendo sobre brazos despedazados, montes arrasados, mujeres solas, parias que no leen los periódicos.

Los diarios exponen nuestra condena, nos cuentan nuestra historia. El relato de las noticias se convierte en el antídoto contra la acción y el cambio. Por eso nos gusta el café con periódico: en nuestra conciencia mojamos la inmovilidad, echamos azúcar a la parálisis. Preferimos saber lo que fue antes que plantearnos lo que podría llegar a ser. Necesitamos cargar cada mañana con nuestra piedra de Sísifo. Todavía no entendemos que no quedan dioses que nos vengan a salvar.

Sísifo, de Tiziano

viernes, 10 de agosto de 2012

En Santander, Bahía de los Peligros

En verano a veces
te bañas y siempre juegas
con los niños y yo
vigilo vuestras bromas y
protesto si me salpican
las gotas de agua.

En verano a veces
descubrimos calas
al pie de las montañas
y en las carreteras estrechas
saco la cabeza por la ventanilla
y decimos hola a las flores altas.

En verano a veces
me cubre la arena de
tu cuerpo esquivo y entonces bebo
la coca-cola de tus ojos
y tus labios siempre saben
a regaliz negro.

En verano a veces
me das tu risa y te cedo
mi dicha y después
saltamos las olas
y giramos abrazados en
la demarcación del ecuador.

Y otras veces bailamos
y mueves los brazos alegre
como los gorriones
mientras mis cabellos de ninfa
candorosa toman el color
diáfano del mar.

A veces en verano
nievan copos de invierno
en la espuma de las olas
y nunca trae el mar nieve
bastante para sepultar
el sabor a sal
de los naufragios.


Dibujo: Carlos SB