domingo, 21 de febrero de 2016

A los toros

Pensar desde la literatura, sentir en los toros, hacer con la familia. Vuelven días así y recuerdas que no existe otra manera de vivir. La plenitud, sencilla y honda, de dejarse ser.
Importa conocer las preposiciones, los sustantivos y los verbos con los que armar la historia de la que somos el personaje principal.

viernes, 19 de febrero de 2016

Waldorf

¡Qué ganas tenía este fin de semana de formación Waldorf! Un recordatorio de que existe otra manera de pensar la educación, y el ser humano. Pero la tarde de hoy ha traído mucho más que eso: un ponente de lujo. Hacía mucho que no disfrutaba de la inteligencia, cultura vivida y humanismo abierto de un auténtico maestro.
Miro mi libreta de notas y no sabría qué pensamiento escoger para compartir mi fascinación. Quizá este: "Ser maestro Waldorf no es un puesto de trabajo; es una opción de vida".
Saber de nuevo que la verdad está en la intuición y en el centro, y creer en lo que siento e interpreto. Mantenerse firme cuando todo a mi alrededor grita otra cosa. Y cuántos gritos, estridentes o callados, cada día en el trabajo. Me voy con las grandes preguntas existenciales: ¿soy libre?, ¿cuál es mi esencia?, ¿para qué quiero ser maestro Waldorf?, ¿qué España quiero?, ¿qué aporto cada día a través de mi trabajo para esa nueva España de libertad y respeto?
Me llevo preguntas, y también una respuesta: "La semilla de rosa no puede ser sino rosa, y no lirio".
Habla el ponente de Antonio Machado, del camino, de la bondad. Yo renuevo la confianza en mi camino, torpe y obstinado, y doy el sí al coraje.

lunes, 15 de febrero de 2016

Bajo la nieve

Llego a casa a las tres. Llueve, casi nieva. La sierra ya muestra las primeras canas. Mis hermanos trabajan bajo el agua. Mi padre sale de la furgoneta con cara de frío. Hoy vengo satisfecha del trabajo. Puede que nada vaya a cambiar, pero yo sé que he hecho lo que debía, y eso hay días que basta. En el campo la vida es lucha, y es pasión, y es también, muchas veces, sufrimiento. Todo con la singular idea de que una tarde de arte todos los esfuerzos se den por buenos. Ahora caen con fuerza los copos entre las encinas. Parece que tiraran confeti. Todo quedará sepultado y olvidado. Pero hoy uno de mis alumnos sufre, y yo siempre sabré al lado de quien está mi corazón. Justificamos tan bien nuestro propio dolor, y parece costarnos tanto comprender el ajeno. Otra vez dejó de nevar. Hay quien piensa que tengo un carácter difícil, y hay a quien le resulta fácil quererme por ese mismo temperamento. Hay quien ve queja y pesimismo donde otros encuentran fe e idealismo. Yo en ocasiones como esta siento que no hay nada comparable con ser fiel a uno mismo. Entonces no tienes duda de que es necesario que te importe, y tanto, lo que otros ni siquiera saben que existe. Es esta visión en la que me empeño con tanto ahínco y convicción que a veces me lleva al dolor. Hoy me da igual el mundo, y solo me importa lo que yo hago y siento. Esa coherencia tiene una fuerza que de alguna forma tiene que llegar a los que sufren, y a los que no saben, y a los que tienen toda la vida por delante para pensar y elegir. Yo ya he elegido. Han dejado de caer copos del cielo inexplicablemente radiante de luz.

sábado, 13 de febrero de 2016

El barro de dos días y una noche

Levantarse cada mañana y aprender a vivir. Subo las persianas: hoy llueve. Recuerdo paseos por la playa en sábados ingleses: caminar a conciencia para crear un espacio donde existir. Ahora los días han dejado de ser un trozo de barro al que dar forma, y se han convertido en alfareros: yo soy la arcilla, y me dejo modelar. Las manos creadoras reposan en mi regazo. Por eso me levanto y me esfuerzo en cada paso, en ir hasta la ventana, en mantenerme primero en pie, y después abrir la puerta y deshacerme en el frío o el calor. Que allí me coja el día, y me cree, que me extienda, me amase y amalgame todas las piezas juntas. Que después sople sobre el resultado, y yo comience a ser.

Ayer vimos una película que me encantó: "Dos días y una noche", francesa, con Marion Cotillard. Varias personas se enfrentan al dilema de cobrar una prima en su trabajo o de que una compañera pierda su empleo. La trabajadora pendiente de su trabajo va a visitar a cada compañero, uno por uno, y les confronta. Y ahí vemos que no hay una respuesta única o preestablecida, sino que cada uno tiene que encontrar y dar la suya. Algunos tienen claro, desde el egoísmo y la violencia, que votarán por la prima. Pero son los menos: otros realmente parecen no tener más remedio que optar por el dinero. Otros pocos también se cuentan a sí mismos que necesitan ese extra, pero seguramente no es así, o no tanto como les parece. Están poniendo un precio no demasiado alto a su moral: mil euros de prima.

Y están los otros, los que puede que sí necesiten el dinero, pero lo dejan ir, y con ello ganan en libertad, convirtiéndose en las personas que son, en las que quieren ser. Un compañero, desde el campo de fútbol donde entrena a niños, llora liberado y agradecido: que votó en contra de la compañera por miedo, que gracias por la oportunidad de arreglar su error, que ahora todo está en orden. Otra colega se enfrenta por primera vez a su marido, y la reacción de este a favor del dinero le permite a ella abandonarle. Un padre es golpeado por el hijo egoísta, y cuando vuelve en sí después del violento empujón, sus primeras palabras son que votará a favor de la compañera. Otro chico, que acaba de comenzar a trabajar y cuyo contrato pende de un hilo, sabe que su dios le dice que debe apoyar al prójimo, pero teme perder su empleo. Finalmente, hace caso a dios, y a él mismo.

Al final, hubo personajes que apostaron por mil euros, y otros que ganaron mucho más. La última parte de la película encierra otro giro moral, que no voy a desvelar, pero que de nuevo te hace  (o me hace a mí, que el tema de la libertad y moralidad me interesa mucho últimamente) darte cuenta de que las respuestas enlatadas no existen, y que cada uno nos tenemos que fabricar las nuestras. Que no todas las respuestas valen lo mismo, y que no siempre lo que se pone sobre la mesa es lo que está en juego.

Tenemos un caso delicado de acoso en el instituto. El chico acosado se ha cambiado de instituto de un día para otro: no aguanta volver. Nosotros hacemos como si nada hubiera pasado, desde la normalidad y tranquilidad más absolutas. Esta situación me revuelve e inquieta como si tuviera una mordaza de mil euros pegada con celo a los labios. No son mil euros, claro está: es la complicidad, el silencio, la impotencia, un poco de desconocimiento. Como el chico que lloraba desde el campo de fútbol. ¿Tendremos nosotros una segunda oportunidad para ponernos del lado de la víctima, para poder elaborar nuestra respuesta, para educar a los que hicieron y a los que hacemos por omisión?

Hoy la vida pone barro entre mis manos. ¿Qué haré con él?

lunes, 8 de febrero de 2016

Málaga

Málaga está llena de tesoros, de niñas que preguntan si pueden tomar Fanta para merendar, de ramilletes de conchas junto al agua detenida, de pintura y cuadros, de cultura, del sabor conocido a tauromaquia, de cafeterías con churros, de chirigotas con gracia machista, de algo que no es caliente ni frío y que se parece a la alegría de vivir. Hacía mucho que el alma no me pedía sur, y ahora al fin estoy aquí, ante el mar azul y quieto. Es tiempo de sueños, de sacudirse el frío, de que los labios te escuezan de sal y libertad. Porque siempre es la hora de leer y escribir, de caminar lento y pararse a sentir. De soltarse con los dientes las manos amarradas y de ponerse un lunes el alma de los domingos. Vine a Málaga a encontrar tesoros, luz y canciones nuevas. Cuando el Ave me devuelva al sitio de siempre, confío en encontrar un lugar diferente. Sé qué quiero y qué no quiero, y también recuerdo ahora que hay lugares donde es más fácil que los deseos se cumplan. Ama tus sueños y dales forma con la suavidad con la que soplas para maravillar con una pompa de jabón a un niño. El frío me espera a la vuelta, la nieve y el silencio. Soy marinero, soy nómada, poseo un alma errante. Soplan vientos de verdad y la bandera desgarrada ondea clamando libertad. Piratas de ojos negros y puñales de plata: no conseguiréis doblegarme. Hay un lugar de sol y viento donde siempre me escondo y termino por encontrarme. Por mí y por mis compañeros, pero por mí, por mí, por mí y por mi verdad, por mí primero.