viernes, 26 de diciembre de 2014

VIII: las tres cosas buenas del día

Viernes 19 de diciembre

1. En el módulo de inteligencia emocional, se supone que me muero porque no me han salvado los caramelos de mis compañeros. Escribo una última carta: "Y acuérdate, aunque es tontería decírtelo, de hacerme un sitio ahí abajo entre vosotros mientras miras arriba a las estrellas donde cumplo mi libertad y sacio mi deseo de aventura. Aquí soy una más, y me quiero, y aprendo a dejarme querer por vosotros, Desde las estrellas infinitas, todo mi amor".

2. Represento a mi creencia limitante: Titanic, poderoso y omnipotente, se quiebra ante un simple peñasco erróneamente evaluado. Fluyo, me río, lo veo claro, y los demás ríen conmigo y mi actuación.

3. Tras un largo día sin teléfono ni café, el largo saludo de mi marido al llegar al fin a casa sin avisar.

Sábado 20 de diciembre

1. Darse cuenta, ponerle palabras, ir más allá, verbalizar, saber, iluminar, dar forma, sentir, conocer, ver, enfrentar, colocarse, sacar, poner, expresar... todo eso en un simple mirarse en el espejo de otro y en lo que no nos gusta de él: mi miedo más profundo.

2. Unos cuantos, bastantes, muchos abrazos de otros tantos compañeros, combinados con unas palabras amables y sentidas que debo empezar a creer y vivir, necesariamente cuanto antes.

3. Comida en casa de la suegra, que siempre me cuida.

Domingo 21 de diciembre

1. Mi marido recoge la cocina para que yo pueda estar en orden, y mi padre sugiere ir a la Peña de Francia, lo que me ayuda a ponerme en movimiento.

2. En el camino hay sol y el cielo despejado, en la Peña luz y cielo despejado, y el mar de nubes a nuestros pies. Claridad, descanso, iluminación, calma: un rato fuera de la niebla y la grisura del día que me envuelve en una burbuja de desgana.

3. Un paseo hasta el encino para allí, con los pies descalzos sobre la tierra, lanzar mis cien afirmaciones al camino, al horizonte, a la niebla agarrada en los montes bajos, a la rama reverdecida de la encina.

Lunes 22 de diciembre

1. Una agradable conversación con mi profesora de inglés, una señora americana. Me alegro de poder aprender de su experiencia y de su suave y humana visión de la vida.

2. Me corto el pelo. Algunas se sueltan el pelo cuando se liberan: yo me lo corto. Porque así es como me pega más, como yo soy, como me siento bien. Y encima por la calle me encuentro a mi madre. 

3. Ir a comprar una almohada que cante el cumpleaños feliz, y salir con una agenda donde está escrito tu destino: ser profesora, y cuidar de tus alumnos, y crecer con ellos.

Martes 23 de diciembre

1. Cuando salimos del spa, hace sol y aprovechamos para dar un paseo hasta el Puente Romano, inundado de claridad tras estos días de nieblas.

2. Una copiosa comida a base de tortitas con Esther, y hoy con la suerte de tener a Carlos de cocinero y comensal.

3. Veo a Mateo, aunque dormido, y disfruto de la compañía de sus padres.


Hasta aquí ha llegado la serie de los tres momentos buenos del día. Ahora la voy a continuar en mi diario. Y, sobre todo, en mi mente y en mi actitud. Tres momentos buenos al día por los 365 días del año... hacen sin duda una vida para ser vivida y recordada. Gracias a los compartís conmigo estos instantes.

 


domingo, 21 de diciembre de 2014

VII: las tres cosas buenas de cada día

Domingo 14 de diciembre

1. Un beso robado en el rellano de las escaleras de un mercado que visitamos en la Plaza del Oeste

2. En otro mercado un poco más abajo en la misma calle compro un za (un pequeño instrumento de percusión de origen portugués, según nos explica el artesano de El Cerro) en el que me graban las iniciales de mi proyecto de cuentos, y me vuelvo loca ante un puesto de juguetes artesanos de madera: móviles, tiovivos, trenes, puzles... Me producen excitación, conexión con el espíritu de la niñez y un deseo irrefrenable de llevarme varios de ellos. Por el momento, me conformo con la gallina y sus pollos. Creo que hasta se me puso la piel de ídem ante tanta magia, juego, infancia y pura inocencia. Yo creo que este gusto por los objetos ingenuos e infantiles viene directamente heredada de mi madre: una ocasión más para reivindicar sus valores que a veces nos pasan desapercibidos.

3. Un concierto pergeñado por jóvenes de los colegios mayores a beneficio de Cáritas. Para que luego digan de la juventud: preparados, entregados, capaces, esforzados con sus instrumentos.

Lunes 15 de diciembre

1. Las ideas poco a poco van encajando, entrando en sintonía con lo que quiero y soy. Todo viene y llega desde la calma y la aceptación. Confío en mí y en mi corazón. 

2. Vamos con los niños de Cáritas en autobús hasta la biblioteca. Llevo a los niños más pequeños de la mano, y me pregunto cómo es que los niños tienen tanto amor para dar, y cómo es que se nos va escapando como montones de arena por los bolsillos rotos. ¿Será porque vamos perdiendo la confianza, la curiosidad y la inocencia? Cómo admiro a los que mantienen intacta su fe en el mundo, y por tanto su entrega, su vitalidad, y la capacidad de amar.

3. Espero con una niña a que venga su madre a buscarla; su madre ignoraba que tenía que venir; por fin la niña se da cuenta de que tiene un número de teléfono a través del cual poder contactar con su madre; la madre se entera que tiene que venir, y al fin llega. ¿Lo bueno? Mi profesora de inglés es muy comprensiva y me retrasa una hora la clase, lo que añadida a la hora anterior que ya me ha retrasado para acomodarla a los sorpresivos planes de Cáritas, ya hacen dos horas de comprensión. Es un gesto precioso por su parte, el hacerse cargo de las circusntancias y acomodarse al cambio. En general, se trata de una señora encantadora.

Martes 16 de diciembre

1. Al salir de la clase de gimnasia para la espalda, me acerco a devolver unos libros a la biblioteca. Camino bajo el sol, a paso rápido, y en el camino de vuelta siento la luz, el ejercicio y hasta un poco de naturaleza en el aire. Un momento de felicidad, conexión y sentido.

2. Sin esfuerzo, coloco al fin papeles que llevaban meses en el escritorio. Con la claridad mental, llega el orden al trabajo.

3. Tarde de villancicos, picoteo en nuestra ya marisquería de Van Dyck y película al canto. Al salir nos dice nuestra única acompañante en la sala: Qué curioso es esto de estar solo tres en el cine. Hacía tiempo que no iba al cine. La película no es de mi gusto, pero al menos es en versión original, y me alegro de acompañar a Carlos y de disfrutar de su ilusión por ver esta peli de ciencia ficción (Interstellar) en pantalla grande.

Miércoles 17 de diciembre

1. Me animo al fin a ir a biodanza. Me gusta la sensación de probar cosas nuevas. 

2. Me invitan a comer por mi cumpleaños. Me gusta seguir celebrándolo. 

3. Me dicen que me valore más, porque yo lo valgo, que leo en alto como pocos pueden hacerlo, y que soy una mujer bella y enriquecedora. Hoy me quedo con esto, lo agradezco, y lo uso para quererme y para seguir adelante.

Jueves 18 de diciembre

1. Si algún día soy maestra, la aventura habrá comenzado hoy.

2. Una deliciosa comida de primas, con hermana y niño incluidos, a base de brócoli, aguacates y filetes.

3. Ver corriendo a mis padres, que resulta que han venido a Salamanca, antes de recoger un regalo de bodas y de ir a un concierto de música clásica.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

VI: las tres cosas buenas de cada día

Martes 9 de diciembre

1. Despertarme sabiendo que con objetivos la vida es más fácil y tiene más sentido.

2. Con el segundo café del día, darme tiempo para leer, meditar, pensar, conocerme, darme cuenta, profundizar. 

3. Frente al ordenador, en un momento cualquiera, sentir que vuelven las ganas de viajar, de explorar, de vivir aventuras. Todo sigue encontrando su sitio, volviendo, recuperándose, y soy un pájaro que nunca se olvidó de volar y que ahora se asoma a la puerta de la jaula abierta de par en par.

Miércoles 10 de diciembre

1. A solas con Lorencito, nos ponemos a Mary Poppins que educa, atiende, comprende y entretiene a niños y grandes, y los salva de los lloros cuando la madre desaparece. Muevo las piernas al compás, y a Lorenzo se le escapa una sonrisa que trae los ecos de las carcajadas y meneos que el supercalifragilístico le provocaba varios meses atrás. 

2. Nos reunimos con otras educadoras a las que apenas conocemos, pero a las que nos une el deseo de una manera diferente, más real y humana, de trabajar en educación. No hay un camino trazado, pero voy captando pinceladas, escuchando notas, reuniendo sensaciones que como flores, pájaros y olores me hagan disfrutar de un camino sin feas complicaciones.

3. De vuelta del teatro, me dice mi marido que he estado fenomenal en mis improvisaciones. Me sube la autoestima, la verdad, el que una persona tan objetiva e imparcial repare en mis aptitudes para la escena.

Jueves 11 de diciembre

1. Lorenzo se levanta de su colchón hinchable sonriendo y, al llamarle la atención el ruido de la máquina de exprimir naranjas en la cocina, le izamos y con su manita sobre las naranjas nos ayuda a Carlos y a mí a preparar el desayuno.

2. Un momento sentada a la mesa del salón, tras comer tarde, terminando tareas que tengo que entregar: "La felicidad no es tan difícil". Un poco de compañía, rodeada de mis cuatro cosas, con un hogar cálido y en armonía, y una tarea para hacer. Otro momento volviendo de clase de la espalda:  la sensación de que todo está en orden y es lo que tiene que ser, el sentir que yo vivo con los árboles y la fuente por entre los que camino en el paseo Carmelitas, que soy parte de lo que es, y que estoy en el camino, que hay otra forma de mirar las cosas, una nueva perspectiva que estoy recobrando y que es mía porque un día la tuve y fui yo, una manera que solo me pertenece a mí y que nadie me puede arrebatar. La certeza intuida por un segundo en el que contengo la respiración de que algo grande está a punto de venir, puede llegar si me mantengo así un poquito más, como esa sensación que te dejan los sueños y que tratas de recordar, de apresar y que no se te escape, que te quede su poso y su lección, que te queden las imágenes para poderlas recrear una y otra vez hasta que el sueño te revele su mensaje: que siga buscando la conexión conmigo misma, que continúe queriéndome, que siga aceptando y sabiendo que ya soy todo lo que tengo que ser, que ya es todo como tiene que ser, que no tengo que lograr nada ni ir a ninguna parte más que a mí misma y al amor. Me meto en la cama con un tercer momento y su intuición: estamos en casa Carlos, Carolina y yo, cada uno con su tarea, Carlos pintando un guante de la gallina Caponata, Carolina pensando otras ideas con guantes de fregar, Lorenzo con su uh uh de maravilla y curiosidad, yo en la cama con un libro, y en el Puerto también estarán con su orden, cada uno a lo suyo, mis padres, mis hermanos, mis sobrinas, cada uno siendo él, formando parte de todos, haciendo lo que le corresponde, y todo está en su sitio, y hay paz, y aceptación, y sentido.

3. De visita rápida al microteatro de la Malhablada. Qué bien un poco de escena, de lenguaje cultural y artístico. En la obra una pareja que se conoció en una Nochevieja rompe el mismo día varios años después mientras se contraponen los malos tratos en los que ha devenido la relación con la ilusión y el descubrimiento de la primera noche. Reconocimiento y evocación violenta en la intensidad de la confrontación final. Me ha faltado, sin embargo, una manifestación más clara del verdadero caracter del maltratador tras la revelación de los insultos, golpes y menosprecios. Del mismo modo que se ha desvelado el sufrimiento y la carga de la mujer, creo que para que el personaje del hombre quedara más definido su lenguaje y comportamiento finales podrían ir más ligados a lo que ocultaba en su interior, en la cara oculta de la relación, que solo al final se nos desvela. 

Viernes 12 de diciembre

1. En el pseudo-máster me voy sola a tomar café, y resulta que no tengo tele ni tiempo para verla. ¿Que qué hago? No sé, leer, varios libros a la vez. La fina línea entre la rareza y la personalidad se dirime en este curso definitivamente hacia la extrañeza y la soledad del diferente. Aún así, me vale el momento para darme cuenta de que quizá las ideas y la vida que yo considero normales, no lo son para los demás, y eso siempre es una riqueza y creo que hasta un don.

2. Otro don: el interés que tengo por mis alumnos, que hace que no me cueste trabajar por ellos y que esté ideando constantemente actividades que se ajusten a lo que quieren y necesitan. En la meditación final del curso, constatar que mi trabajo profesional está en la educación, y que realmente el campo o la manera en la que ese actividad tenga lugar es circunstancial. Lo que cuenta es la esencia de ser educadora, y a partir de ahí es de donde puede crear el contexto y las circunstancias que mejor se ajusten a mí y a mi momento vital. Esperar que las cosas sucedan cuando llegue el momento para ello, y mientras tanto ir pensando con claridad, firmeza e inteligencia.

3. De cumpleaños de la pequeña Julia, en una casa llena de gente que va y viene, nosotros también nos unimos al ir y venir, y así se van creando las redes de la amistad, la costumbre, el reconocimiento y el encuentro, y así es como la araña va creando la tela donde vivir. Hoy siento que junto a los otros mis ocho patas se agarran animosas entre el polvo y atrapan entre su red el tiempo que tan fácilmente desaparece.

Sábado 13 de diciembre

1. Ay, qué nervios. Que ya llega mi cumpleaños, que yo quiero que el tiempo transcurra lento y sin embargo pasa volando. Me pillan las doce campanadas que dan salida al día con una tila metida en la cama. Comienzan los regalos y la excitación. Este año me he pedido una cámara: porque voy a hacer que cada momento valga la pena, porque voy a mirar con detenimiento y pausa a través del objetivo de mi máquina, porque estoy creando un pasado al que mirar desde el ahora con satisfacción y alegría. Porque mis 38 van a ser vividos desde la conexión conmigo misma, la aceptación de lo que tengo y la esperanza en que la alegría y la presencia de cada día construirán un futuro en el que encontrar fuerza y sentido cuando todo lo que quede sean las fotografías sepia de mi memoria.

2. Llego a casa por mi cumpleaños, y me espera una enorme mesa de gala en el salón, la comida esmerada de mi madre, la presencia de todos mis hermanos, más tíos y gente querida, Lorenzo con sus mejores ropas y Teresa vestida con sonrisa azul. Siento el calor, el cariño, la presencia de todos, el orden, el trabajo, la alegría: esto es la familia, y nada podría hacerme sentir más reconfortada, más plena, más verdadera ni con mejor papel y función en la vida. 

3. De celebración con los amigos, vamos a un emotivo musical y a cenar a un rincón portugués. Un plan tranquilo y estupendo que disfruto sabiendo que ahora sí, por fin, ha llegado el deshielo.


martes, 9 de diciembre de 2014

V: Las tres cosas buenas de cada día

Miércoles 3 de diciembre 

1. Bajar a la calle vestida de Cayetana de Alba, y tomada por su espíritu echar mi suerte en cada paso y encontrarme de carambola el premio en forma de un carricoche en el que se arropa la sonrisa de mi sobrina Teresa. De paso, como con ella en casa de su abuela. Es lo que tiene entrar en el juego de la vida: ganas sonrisas, y de paso una invitación para comer. 

2. Tras la tutoría del Máster, en la que sigo comprobando mi estado zen y me propongo seguir trabajando en el desapego (o, lo que es lo mismo, en la idea de qué tal- aquí todo bien- a mí plim- yo feliz), me siento en las escaleras de enfrene envuelta por el frío que se cuela por mis medias de red de duquesa a contemplar la luna helada y a sentir que la vida pasa en el cucurucho de castañas que calienta las manos de un muchacho y en los juegos de una pareja que ríe mientras ella trata de montar a caballito sobre la espalda de él. Achaco este estado de disfrutar contemplando la vida mientras me siento parte de ella a mi celebrado estado de desapego. (Este es el efecto "disfrutar al pasar de la imagen fugaz de las señoras que comen churros por la mañana". Que no falten los churros ni las señoras que los comen, ni chicas que las miran y se sonríen con complicidad. 

3. El video más visto del día: los primeros pasos de Lorencito. Ya me parecía a mí que este niño se iba soltando mucho, sin miedo y siguiendo su ritmo en el entorno libre y natural que su madre crea para él.

Jueves 4 de diciembre

1. Llego al edificio de mi nueva clase de portugués con diez minutos de antelación y me felicito a mí misma, que últimamente llego tarde a todas partes y dejo toda la casa tirada. Me he dado prisa en encontrar sustituto para mi ocupado profesor, y sigo disfrutando de mi rato lusitano de aprendizaje.

2. Alivio y felicidad tras los resultados del informe médico trimestral. Sigo practicando el caminar, como mi sobrino, al ritmo de los días.

3. Anda, viene David y se sienta en el sillón de mi casa, y nos cuenta historias de Suecia, y cenamos algo, y a las doce se me cierran los ojos, y me alegro de que pase por aquí y hable y hable sin parar más radical y obcecado que nunca, o tanto como siempre, y aun así no surja el enfrentamiento ni las discusiones.

Viernes 5 de diciembre

1. Oír la voz de mi padre, animada y feliz, siempre de niño, mientras va en coche a recoger un premio y me pide que recoja un encargo de la farmacia.

2. Mi rato de la tarde en paz y soledad para enchufar mi lámpara de sal, sentarme a meditar, encender una vela, leer un libro para reflexionar interiormente, apuntar las respuestas, acabar con un mapa mental de lo que soy y por lo que me muevo en estos momentos.

3. Por fin me pongo a hacer el baño, después de semanas diciéndome de hoy no pasa. El secreto: mejor siempre el trabajo compartido. Está bien pedir ayuda, que te quiten y pongan zaleos y trastos, y el organizar juntos el tiempo de las tareas.

Sábado 6 de diciembre

1. En la alfombra, el salón preparado para el día de fiesta, yo vestida con mis mejores ropas, sostengo a Teresa entre los brazos cuando viene Lorenzo pidiendo subir a la vaca balancín. Me las arreglo para desplazarme por la alfombra sosteniendo a la una y acompañando al otro hasta que el niño sonríe impulsándose en el balancín. Entra Pili en ese momento, repartiendo voces alegres, elogios, recuerdos de otros bautizos de cuando ellos eran jóvenes y nosotros pequeños y buenos deseos para este de hoy y nuestras vidas y niños. Todo está en orden, limpio, arreglado, preparado para el día.

2. En la comida, comentamos que la sincronía del universo me coloca enfrente el discurso que tengo estos días en mi cabeza, como si la comensal fuera la locutora de televisión que refleja el noticiario de mi mente: habla de la educación de los niños, de pedagogías alternativas, de otras maneras de educar, de la demanda de centros diferentes. Y, además, menciona que va a biodanza, con lo que sin duda tengo que decidirme ya a probar esta actividad.

3. En una ventana del salón del restaurante, juego con una niña que tira una y mil veces una pelota hecha con un poco de papel de plástico, y luego hacemos magia, y corro y descorro el telón de las cortinas para que ella aparezca y salude, y yo sigo su ritmo, y ella insiste en recoger otra vez la pelota y en abrir de nuevo las cortinas, y me dicen que yo ya pondría montar mi escuelita.

Domingo 7 de diciembre

1. En un día soleado, tras hacer la Ruta del Agua en Mogarraz, descansamos y meditamos en un pequeño prado con vistas a los colores de otoño en los árboles y al blanco nevado en las montañas que enmarcan el horizonte formando un cuadro de armonía perfecta. Lorenzo juega con un gato y todos ronroneamos bajo la amabilidad del sol y sobre la hierba cálida y muelle.

2. Tarde de periódicos junto a la chimenea: me da la cabeza para leérmelos todos.

3. "You are my sunshine, my only sunshine...", canción cantada como un disco sin fin en el trayecto de vuelta hasta que el lloroso Lorenzo se entrega al sueño en su silla del coche.

Lunes 8 de diciembre

1. Calentita junto a la lumbre y con una reconfortante tila que me ofrecen, aprovecho la mañana de molestias mensuales para aprender a leer música. Do, re, mi... jamás pensé que podría entender un pentagrama. Cuando por la tarde junto notas trabajosamente en el órgano, como un niño que aprende a leer con empeño sus primeras letras, me maravillo cuando tras los primeros acordes Lorenzo comienza a mover su manita reconociendo en mis esfuerzos el Cinco lobitos...

2. Lorenzo juega con un tren. Yo leo en mi mecedora. En un momento dado el niño parece que quiere subir a mi asiento. ¿Qué busca? ¡Colocar una ficha del juguete en mi cabeza! Se ríe cuando consigue alcanzarla y tirarla al suelo, y a mí se me graba su sonrisa cuando planea su juego con excitación.

3. Tengo un marido que piensa, mejora, se comunica, se esfuerza... una bellísima persona a la que me gustaría acompañar y que me acompañara en un camino de propósito y sentido. Él lo tiene claro: No hay mejor profesión en el mundo que la de profesor. Le acompañaré y animaré en su camino y así lo podremos disfrutar juntos.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

IV: las tres cosas buenas del día

Día 1. Viernes 28 de noviembre

1. Sentirme tranquila en el máster. Me cuenten lo que me cuenten, yo estoy segura de dónde estoy y abierta a lo que pueda aprender que encaje ahora conmigo o pueda hacerlo más adelante.

2. Vuelvo a la que fue mi casa, ahora cubierta de polvo y de trastos sin colocar, y selecciono unos cuantos objetos del pasado, ya en desuso, ya sin sentido, para dar al mercadillo solidario. Me gusta la sensación de ir encontrando otros tesoros que me siguen diciendo quién soy porque  marcan lo que he sido y sigue en mí. Otras cosas ya no están, aunque probablemente fueron, y me deshago de ellas sin excesiva pena, casi con alivio. Otro día vuelvo y tiro otros cuantos zaleos a la basura.

3. Llueve, y C. va a buscar un paraguas. Nos resguardamos y vamos a ver a Nuria y a Iván, quienes nos cuentan sus proyectos, nos hablan de su trabajo y de sus viajes. Da gusto tener amigos tan activos, inquietos e inteligentes. Más que nada por si se me pudiera pegar algo, lo que no estaría de más.

Día 2. Sábado 29 de noviembre

1. Momento de aceptación y felicidad en el descanso del máster concentrada a solas con mi café. Recordar que todo está en orden y es como tiene que ser; saber que yo ya soy lo que tengo que ser, y que nada más que en ese orden y tranquilidad reside mi felicidad.

2. Sentimiento de comunidad al llegar a casa: esta es la gente que quiero, la que conozco, la que no me pide nada, a la que nada hay que hacer o demostrar para ser tú, en la que siempre hay un lugara para cada uno. Acudo a acompañar a Ricardo en el cabo de año de Serafina, y luego vamos de visita. Tomamos café, larga charla con amiga que se agradece después de tanto tiempo sin tiempo de verse.

3. No sé qué película antigua, de Cary Grant y Katherine Hepburn hemos visto en la tele en familia, pero me encanta el blanco y negro, la elegancia de los vestidos de la época, la oposición entre los valores de los personajes, y cómo al final cada uno logra vivir de acuerdo con los suyos, y con la gente que comparte la misma visión. Me gustan hasta los gritos de alegría de Lorenzo y las quejas de su tío porque no hay quien oiga nada. Me gusta que estemos todos juntos como si fuera el autocine.

Día 3. Domingo 30 de noviembre

1. Que mi padre me pregunte por el libro que empezamos a leer el otro día. Lo había conseguido especialmente para él, porque pensé que le gustaría, aunque el contenido sea tan poco optimista y a mi padre a veces le invada el desánimo que apareja la preocupación. Se perdió el ejemplar entre el barullo de la casa, pero encontramos el libro en internet. La lluvia amarilla, de Julio Llamazares. Sigue leyendo, dice mi padre. Y leemos junto a la chimenea un capítulo tras otro. 

2. A eso de las ocho todos los niños están ya en casa. Lorenzo mueve la manita para pedir cosas, Carla regala sonrisas, Teresa mira al mundo con amor y asombro. Yo aprendo a pedir, a sonreír, a mirar. 

3. Se agradece volver al orden del piso después de un día de cansancio. Sé que puedo arrastrar el cansancio y hacerlo llevadero gracias al cuidado y al interés de Carlos. Le agradezco que se preocupe por todos, que ayude en casa a mi familia, que juegue con los niños, y que nos quiera tanto.

Día 4. Lunes 1 de diciembre

1. Ir a ver a mis niños de Cáritas y pasar una hora haciendo sus deberes y después leyendo y pintando con los libros que cuidadosamente selecciono para ellos.

2. Un paseo bajo el cielo cristalino de diciembre y su luna como un hielo cortante que se echa a la copa de la noche para comprar los pocos juguetes de madera con los que no han arramplado en el Lidl.

3. Por la mañana investigo, busco, estudio. Me quedo con esta frase que encuentro en mi loca búsqueda: "He aprendido, sobre todo, que el mundo es bello independientemente de cómo sea el sistema. No se trata del sistema, sino de las personas que están en él." Y en un giro freudiano, la uno al comentario de mi tía Gema en un breve encuentro por la calle: "Con lo responsable y trabajadora que tú eres, seguro que..." Que no tenía problema o que me iba bien, no recuerdo exactamente.

Puedo y quiero ser responsable y trabajadora, tengo ese potencial y esa manera de trabajar desde el compromiso, el entusiasmo y la fe en lo que hago. Solo tengo que conectar con mi centro, enfocarme y volver a asirme a lo que siento y creo. Acepto este tiempo en que poder crear una nueva visión desde la tranquilidad, la conexión conmigo misma y la necesidad de ser y de creer.

Día 5. Martes 2 de diciembre

1. Nos ponemos a cenar viendo Página Dos en el proyector. Hoy no nos convence el programa, pero de fondo se escucha una canción: "My home is nowhere without you". Siento pena y lloro lágrimas: mi casa no está sino donde está mi padre, su ejemplo de coherencia y entrega, su alma de niño, sus enseñanzas de fe y trabajo. Después sigo poniendo música y danzo y danzo sobre la alfombra, feliz, libre, infantil: porque la muerte y la vida son caras de una misma moneda cuyo valor es la alegría y las ganas de vivir. 

(Pienso también en el tiempo que tiene que pasar tras una depresión para que las emociones arrasadas como piel quemada puedan ir lentamente regenerándose, como ahora esta alegría liberada en el baile. Despaciosamente, a través de la espera y la aceptación se vuelve a recuperar lo perdido, aquellas sensaciones que un día parecían firmes como el ver o el oler. Y pienso en ello porque las escasísimas cosas que llego a leer sobre la depresión me parecen tan raras y descarozanadoras, como si nosotros, los que hemos enfermado, no fuéramos capaces de fuerza e inteligencia, como si otros tuvieran que describir nuestros síntomas desde la confusión y el pesimismo. Es todo mucho más normal y verdadero de lo que otros dicen: ni saben de lo que hablan los que se refieren a síntomas depresivos, ni son de ayuda los que ven la enfermedad como una condena causada y mantenida en el tiempo por alguna debilidad en nuestra manera de ser.)

2. Tras un tirón en el trapecio alargado en el tiempo como el niño que argumenta unas décimas para no acudir al colegio, la necesidad de volver a ejercitar el cuerpo me arrastra a la escuela de pilates. Retomo los ejercicios de glúteos y abdominales con cierto esfuerzo pero perfectamente realizable, y me siento bien de cuidarme, de hacerme vieja y de actuar desde el quererme. Vuelvo a las enseñanzas de la depresión: cuerpo y mente son la misma cosa.

3. Gracias a mi prima Esther, avanzo en el "yo puedo": primero frío estupendamente un filete de salmón, con su ajo, sal y pimienta; a continuación siento que sí que es posible ir aprendiendo para ayudar con el coaching educativo, y que merece la pena esforzarse por avanzar en este terreno, paso a paso, hasta ver dónde me lleva el camino.