miércoles, 10 de diciembre de 2014

VI: las tres cosas buenas de cada día

Martes 9 de diciembre

1. Despertarme sabiendo que con objetivos la vida es más fácil y tiene más sentido.

2. Con el segundo café del día, darme tiempo para leer, meditar, pensar, conocerme, darme cuenta, profundizar. 

3. Frente al ordenador, en un momento cualquiera, sentir que vuelven las ganas de viajar, de explorar, de vivir aventuras. Todo sigue encontrando su sitio, volviendo, recuperándose, y soy un pájaro que nunca se olvidó de volar y que ahora se asoma a la puerta de la jaula abierta de par en par.

Miércoles 10 de diciembre

1. A solas con Lorencito, nos ponemos a Mary Poppins que educa, atiende, comprende y entretiene a niños y grandes, y los salva de los lloros cuando la madre desaparece. Muevo las piernas al compás, y a Lorenzo se le escapa una sonrisa que trae los ecos de las carcajadas y meneos que el supercalifragilístico le provocaba varios meses atrás. 

2. Nos reunimos con otras educadoras a las que apenas conocemos, pero a las que nos une el deseo de una manera diferente, más real y humana, de trabajar en educación. No hay un camino trazado, pero voy captando pinceladas, escuchando notas, reuniendo sensaciones que como flores, pájaros y olores me hagan disfrutar de un camino sin feas complicaciones.

3. De vuelta del teatro, me dice mi marido que he estado fenomenal en mis improvisaciones. Me sube la autoestima, la verdad, el que una persona tan objetiva e imparcial repare en mis aptitudes para la escena.

Jueves 11 de diciembre

1. Lorenzo se levanta de su colchón hinchable sonriendo y, al llamarle la atención el ruido de la máquina de exprimir naranjas en la cocina, le izamos y con su manita sobre las naranjas nos ayuda a Carlos y a mí a preparar el desayuno.

2. Un momento sentada a la mesa del salón, tras comer tarde, terminando tareas que tengo que entregar: "La felicidad no es tan difícil". Un poco de compañía, rodeada de mis cuatro cosas, con un hogar cálido y en armonía, y una tarea para hacer. Otro momento volviendo de clase de la espalda:  la sensación de que todo está en orden y es lo que tiene que ser, el sentir que yo vivo con los árboles y la fuente por entre los que camino en el paseo Carmelitas, que soy parte de lo que es, y que estoy en el camino, que hay otra forma de mirar las cosas, una nueva perspectiva que estoy recobrando y que es mía porque un día la tuve y fui yo, una manera que solo me pertenece a mí y que nadie me puede arrebatar. La certeza intuida por un segundo en el que contengo la respiración de que algo grande está a punto de venir, puede llegar si me mantengo así un poquito más, como esa sensación que te dejan los sueños y que tratas de recordar, de apresar y que no se te escape, que te quede su poso y su lección, que te queden las imágenes para poderlas recrear una y otra vez hasta que el sueño te revele su mensaje: que siga buscando la conexión conmigo misma, que continúe queriéndome, que siga aceptando y sabiendo que ya soy todo lo que tengo que ser, que ya es todo como tiene que ser, que no tengo que lograr nada ni ir a ninguna parte más que a mí misma y al amor. Me meto en la cama con un tercer momento y su intuición: estamos en casa Carlos, Carolina y yo, cada uno con su tarea, Carlos pintando un guante de la gallina Caponata, Carolina pensando otras ideas con guantes de fregar, Lorenzo con su uh uh de maravilla y curiosidad, yo en la cama con un libro, y en el Puerto también estarán con su orden, cada uno a lo suyo, mis padres, mis hermanos, mis sobrinas, cada uno siendo él, formando parte de todos, haciendo lo que le corresponde, y todo está en su sitio, y hay paz, y aceptación, y sentido.

3. De visita rápida al microteatro de la Malhablada. Qué bien un poco de escena, de lenguaje cultural y artístico. En la obra una pareja que se conoció en una Nochevieja rompe el mismo día varios años después mientras se contraponen los malos tratos en los que ha devenido la relación con la ilusión y el descubrimiento de la primera noche. Reconocimiento y evocación violenta en la intensidad de la confrontación final. Me ha faltado, sin embargo, una manifestación más clara del verdadero caracter del maltratador tras la revelación de los insultos, golpes y menosprecios. Del mismo modo que se ha desvelado el sufrimiento y la carga de la mujer, creo que para que el personaje del hombre quedara más definido su lenguaje y comportamiento finales podrían ir más ligados a lo que ocultaba en su interior, en la cara oculta de la relación, que solo al final se nos desvela. 

Viernes 12 de diciembre

1. En el pseudo-máster me voy sola a tomar café, y resulta que no tengo tele ni tiempo para verla. ¿Que qué hago? No sé, leer, varios libros a la vez. La fina línea entre la rareza y la personalidad se dirime en este curso definitivamente hacia la extrañeza y la soledad del diferente. Aún así, me vale el momento para darme cuenta de que quizá las ideas y la vida que yo considero normales, no lo son para los demás, y eso siempre es una riqueza y creo que hasta un don.

2. Otro don: el interés que tengo por mis alumnos, que hace que no me cueste trabajar por ellos y que esté ideando constantemente actividades que se ajusten a lo que quieren y necesitan. En la meditación final del curso, constatar que mi trabajo profesional está en la educación, y que realmente el campo o la manera en la que ese actividad tenga lugar es circunstancial. Lo que cuenta es la esencia de ser educadora, y a partir de ahí es de donde puede crear el contexto y las circunstancias que mejor se ajusten a mí y a mi momento vital. Esperar que las cosas sucedan cuando llegue el momento para ello, y mientras tanto ir pensando con claridad, firmeza e inteligencia.

3. De cumpleaños de la pequeña Julia, en una casa llena de gente que va y viene, nosotros también nos unimos al ir y venir, y así se van creando las redes de la amistad, la costumbre, el reconocimiento y el encuentro, y así es como la araña va creando la tela donde vivir. Hoy siento que junto a los otros mis ocho patas se agarran animosas entre el polvo y atrapan entre su red el tiempo que tan fácilmente desaparece.

Sábado 13 de diciembre

1. Ay, qué nervios. Que ya llega mi cumpleaños, que yo quiero que el tiempo transcurra lento y sin embargo pasa volando. Me pillan las doce campanadas que dan salida al día con una tila metida en la cama. Comienzan los regalos y la excitación. Este año me he pedido una cámara: porque voy a hacer que cada momento valga la pena, porque voy a mirar con detenimiento y pausa a través del objetivo de mi máquina, porque estoy creando un pasado al que mirar desde el ahora con satisfacción y alegría. Porque mis 38 van a ser vividos desde la conexión conmigo misma, la aceptación de lo que tengo y la esperanza en que la alegría y la presencia de cada día construirán un futuro en el que encontrar fuerza y sentido cuando todo lo que quede sean las fotografías sepia de mi memoria.

2. Llego a casa por mi cumpleaños, y me espera una enorme mesa de gala en el salón, la comida esmerada de mi madre, la presencia de todos mis hermanos, más tíos y gente querida, Lorenzo con sus mejores ropas y Teresa vestida con sonrisa azul. Siento el calor, el cariño, la presencia de todos, el orden, el trabajo, la alegría: esto es la familia, y nada podría hacerme sentir más reconfortada, más plena, más verdadera ni con mejor papel y función en la vida. 

3. De celebración con los amigos, vamos a un emotivo musical y a cenar a un rincón portugués. Un plan tranquilo y estupendo que disfruto sabiendo que ahora sí, por fin, ha llegado el deshielo.


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