lunes, 19 de octubre de 2009

es k ha nádie le inportan las faltas de hortografia?

Este fin de semana hemos ido a ver el nuevo musical de Nacho Cano, A. Si a alguien se le ha pasado por la cabeza ir a verlo, tras el éxito que cosechó el musical anterior Hoy no me puedo levantar (que no llegué a verlo porque Mecano no me llama mucho la atención, aunque por supuesto de pequeña tenía las cintas y me sé las canciones), que no se le ocurra hacerlo. Si me hace caso se ahorrará dinero, podrá dedicar ese tiempo de ocio a algo que merezca la pena, y evitará la sensación de tomadura de pelo que produce semejante bodrio.

El tío este se tomó un alucinógeno, se le ocurrió una historia que seguramente en esos momentos le pareció con mucho sentido, y decidió hacerse rico denunciando en un mensaje simplista la codicia de los hombres. El niño rubio gitano resulta que no era hijo del fontanero nórdico, sino de los supervivientes de la Atlántida que hoy viven en las aguas ya que gracias a su inteligencia desarrollaron branquias. Y sus padres los reyes lo han mandado cual Jesucristo a salvar el mundo y entregar su mensaje: nos estamos cargando el planeta y sólo las mujeres que son madres y cuidadoras podrán salvarlo.
Pues muy bien.

Todo ello contado de forma simplista, moralista, intelectualoide y pretenciosa. Digo yo que si no fuera porque es Nacho Cano ni siquiera podría haber estrenado la obra. Es increíble como se puede hacer dinero con semejante bazofia, pero se hace, que la gente lo llena cada día y encima hasta aplaude.

Pero gracias a que ya he sufrido yo la novatada, os vais a ahorrar vosotros la indignación de que os tomen el pelo con tal desfachatez, y encima el Nacho Cano sale a saludar y todo, el muy caradura.

Sin embargo, de lo que no os vais a librar es de compartir conmigo no ya la indignación, sino la ESTUPEFACCIÓN (¿o debería decir hextupefacion?) que me produjo, ya para colmo, el que en un texto de unas cuantas líneas de nada que sale en la pantalla de video a modo de carta que el alma pura y virginal de una mujer escribe al mundo, etc., que en esas cuatro líneas aparezcan cuatro o cinco faltas de ortografía. ¿Pues no va el tío y planta fín con tilde, y mastil sin ella? Hala, y tan fresco. Como si la gente no tuviera ya suficiente sufrimiento con seguir la historia oralmente.

Me parece a mí muy bien que haya gente que cometa faltas de ortografía. Al fin y al cabo no todo el mundo ha tenido la misma educación ni todas las personas tienen la misma habilidad lingüística. Pero yo, que no tengo mucha inteligencia matemática, no me dedico a hacer declaraciones de la renta. Y si la tengo que hacer, pido ayuda a alguien con los conocimientos adecuados, no me dedico a poner un número en vez de otro, total, a quién le importa. Pues vendrá Hacienda y me sancionará, hombre.

Pero cada día más ineptos nos machacan con faltas de ortografía en sitios públicos. Coño, que no están escribiendo un email o una carta a la novia, que su falta de cultura la vamos a tener que sufrir todos. Todos los que nos demos cuenta, claro, que gracias a estos irresponsables cada vez seremos menos. ¿Os habeis fijado alguna vez en las faltas de ortografía en los carteles de los supermercados o en las campañas publicitarias? ¿Qué gente es esa que no sabe escribir, y que no tiene dos dedos de frente para saber que no sabe y preguntar a un experto? ¿Será que es que ya no se le da importancia a escribir correctamente? ¿Será que todos nos vamos igualando por abajo?

No doy ninguna importancia a las faltas que puede cometer la gente mayor, que vienen de una época en la que la educación no estaba al alcance de todos. Mi máximo respeto hacia todas esas personas, que además a pesar de todo han sido capaces de labrarse un futuro en la vida.

Pero ahora viene esta gente que ha tenido todas las facilidades, y van y nos plantan no sólo una sino cinco faltas de ortografía en un par de frases. Ah, señores, dirán que es que los acentos no le importan a nadie.

Pues seguramente. Pero todas esas empresas que se venden con faltas de ortografía, que se metan sus serbicios por donde les quepa. ¿Qué competencia y profesionalidad van a tener si a pesar de los millones que se gastan en darse a conocer, no son capaces ni de producir un envoltorio correcto?

En fin, a parte de serbicios, hay una falta de ortografía en mi diatriba. Toda mi admiración para el primero que la reconozca.