viernes, 28 de noviembre de 2014

Reto- diario: 3ª entrega

Día 1. Domingo 23 de noviembre

1. Jugar con Lorencito por la mañana. Cubrirlo con el cesto de la ropa sucia, y responder a su sonrisa que pide que acerquemos los dedos, los suyos y los míos, y nos toquemos a través de la tela de red. Qué capacidad de pedir y de esperar desde la alegría, qué maravilla poder sentir y responder a su necesidad, y cuánta luz me da a mí el acercarme a su sonrisa.

2. En la exposición de Sorolla compro un libro básico sobre arte. Lo vengo leyendo en alto en la vuelta en coche, aunque no me entero de nada. Permitirse aprender sin un para qué. Porque sí, porque yo lo quiero, lo disfruto y lo valgo. Últimamente me encuentro un poco atrapada en la tela de araña de qué todo tiene que valer para algo: para ganar dinero, para actuar, para hacer, hasta para ser feliz.

3. Este marido mío más no me puede querer: cada día su escucha y su entrega me hacen recordar que está ahí y me ve tan nítida como siempre incluso en los días de más desdibujamiento y confusión, inmovilidad y humo de otras chimeneas que no son la mía.

Día 2. Lunes 24 noviembre

1. Tener tiempo por la mañana para leer e investigar sobre alternativas a la educación. Busco a ciegas, y pienso que estoy solo al principio de un largo camino. Las bestias acechan del otro lado de los árboles, la vegetación espesa susurra amenazante, en la oscuridad los olores de la selva intrincada atraviesan y sajan las fosas nasales. Pero, aunque sea a ciegas y tan despacio, cada paso es importante.

2. Tener ganas de ir a ver a mis niños del voluntariado. No siempre están todos, y a veces hay otros nuevos, pero sus risas y agradecimiento siempre son los mismos. No puedo hacer mucho, nada más que adaptarme, pero de esas limitaciones también saco lecciones. Menos mal que durante unos años que en realidad no son muchos pero que se viven y graban como infinitos podemos ser niños. 

3. Tras venir cansada y hasta sofocada de la calle, y después de un vino necesario para enjugar la desorientación, un ratito de lectura en la tranquilidad del hogar. Que deje alumbrar la luz de mi foco, y que pueda disfrutar de estos ratos de orden, sentido y tranquilidad.

Día 3. Martes 25 de noviembre

1. Un café con leche con un pastel de natas, a solas, en una cafetería portuguesa después de mi siempre disfrutada clase de ese idioma. El tiempo que me concedo, la lentitud, la ponderada selección del producto, el ambiente tranquilo pero estimulante... todo ello hace de esta primera vez ya un rito. Incluso aunque no volviera a tomarme un alto en el camino a la vuelta de la lección. Pero volveré. Y probablemente con un libro o revista para añadir a la escena. Iniciaré así un nuevo rito cada martes.

2. De una segunda sentada, me he merendado enterito el libro del club de lectura. He disfrutado leyéndolo, pero no resistiría una segunda lectura. Demasiado parcial en la necesidad imperiosa de cerrar el círculo, demasiados resquicios por los que el autor ha preferido no mirar para que se convierta en literatura perdurable. Yo incluso dudo de que sea literatura: Tiempo de vida, de Marcos Giralt Torrente, se lee extraordinariamente bien, pero no acaba por destilar verdad, sino un muy humano deseo de ajustar cuentas con el pasado. La solución final no me convence, aunque la lectura ha sido entretenida y estimulante.

3. Irme a la cama, echarme el edredón por la cabeza, y acabar un día que rueda torpe como un carricoche de niño con rueda de camión sabiendo que mañana traerá su ración de sol.

Día 4. Miércoles 26 de noviembre

1. Hoy disfruto de la tertulia en el club de lectura. Tengo cosas que decir, y escucho la opinión de los compañeros. Expreso mis propias ideas, y profundizo en ellas, y en esa dialéctica me encuentro. Tengo muchas ganas de seguir aprendiendo.

2. Que está Lorencito en la biblioteca. Salgo de una sesión abrupta de coaching con la invitación a no volver, y corro feliz y enamorada al encuentro con mi sobrino. Aquí no hay duda: esto me gusta hacer, así me gusta sentir, hacia esto puedo verter mis energías. Seguiré buscando el cómo.

3. Risas y carcajadas, algunas por exigencia del guion, en la reunión de teatro. Masajes, invitaciones, quedadas, cálida acogida. A Hollywood no llegaré, pero yo creo que me lo voy a pasar bien.

Día 5. Jueves 27 de noviembre

1. Hoy ha sido mi día favorito de los últimos tiempos. Tanto, que pareciera mi cumpleaños: como con Lorencito en el regazo después de sufrir viéndolo llorar todo el tiempo de la mañana que su madre ha tenido que estar a otras cosas; como con mi prima, al café vienen más primas con prima incluida, y encima me traen tarta y una estilosa planta. Ya digo: un cumpleaños. Y el regalo final: mi padre se une sorpresivamente a la merienda. He disfrutado muchísimo del contacto con el calor y la cercanía de la familia.

2. Voy a reunión del voluntariado. Nos hablan de los chicos y de la marcha de los apoyos. Me siento de nuevo profesora ilusionada, pergeñando en mi mente proyectos que respondan a las necesidades de los alumnos, y aprendiendo a tenerles cariño al ir conociéndoles mejor. Es un gusanillo que había olvidado.

3. Termina el día con sesión de cuentacuentos en la biblioteca. Espectáculo y risas, historias y cultura. Desde luego, este día de no cumpleaños no podía haber sido más completo y amoroso.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Reto: 2º entrega

Día 1. Martes 18 noviembre.

1. Volver a clases de portugués. Perderse, frustarse por la incapacidad de manejar google maps desde el teléfono, preguntar, encontrarse. Descubrir gracias a la desorientación la calle Lorenzo Niño. Sentir el mismo gusto por la lengua, por expresarse, agradecer que te escuchen y que te digan que no se nota el tiempo sin práctica. Ganas de seguir aprendiendo por el mero hecho de disfrutar haciéndolo.

2. Una conversación incómoda pero necesaria sobre qué queremos y adónde vamos. Seguimos sin encontrar el camino, pero estoy segura de que las respuestas las traerá el viento. Solo necesitamos paciencia y calor, para que los sueños no nos sepulten, la mera palabra "crisis" no nos cercene los miembros, para que comprendamos las diferentes maneras de abordar el concepto de seguridad. 

3. Toca sesión de peli en pareja, aunque sea en nuestros sillones separados. La maldición del Escorpión de Jade, de Woody Allen: ambientada en los años 40, y con un guión medido, contenido, rápido y agudo como el de las comedias de Hollywood de aquella época dorada. Ya no se hacen películas como las de antes, pero esta comparte su espíritu.

Día 2. Miércoles 19 noviembre.

1. Qué larga mañana de confusión y zozobra. Quizá por ello, cuando salgo de casa después de toda la mañana en casa, me pongo hecha un pincel: con vestido nuevo y mi abrigo más elegante. 

2. Más confusión y vacío en las explicaciones del curso de formación. Lo salva el buen hacer, el interés y la calidad humana que se adivina en gran parte del alumnado. Yo opino que el sistema educativo cercena el potencial de sus profesores, pero de lo que no tengo duda es de que en la enseñanza pública podemos encontrar los profesionales más entregados, cálidos y sencillos.

3. Para rematar el día, al llegar a casa tras la sesión de teatro para torpes (para mí, concretamente) me da un tirón en hombro y cuello que no me permite ni moverme. Me arrastro como un gusano de un lado a otro de la cama, buscando una postura donde aguante el dolor, mientras mi marido me arropa y cuida, y ríe con los movimientos de esta pobre oruga.

Día 3. Jueves 20 noviembre.

1. Nada como levantarse con un buen tirón de espalda, y saber que eso lo arregla mi hermana la enfermera no desde el cuerpo sino desde el pensamiento, porque mi cuerpo pinta y escribe todo lo que yo siento: una buena sesión de coaching del bueno, y fuera todo este humo y falsedad que me ha traído el máster. En mi visión yo camino con mi abrigo elegante y mi pequeña bola de luz en el pecho parándome en el paseo de vuelta del trabajo a observar los árboles. Pero ahora aún estoy recién llegada del pueblo con esta luz que me rodea, me desborda y me envuelve,  con una planta entre las manos que pide crecer, florecer, y que no se arredra ante nuevos espacios todavía desconocidos. Sabe que la alienta toda la luz que trae del campo puro pero que la vuelta atrás no es posible si se quiere avanzar en el camino del conocimiento. Las pavesas de la ciudad cuyos hornos arden con el mercantilismo no reposarán sobre esta flor cándida y fresca. Mis zapatos brillantes llegarán a conquistar estas calles y a fundirse con ellas en paseos afanosos y con sentido.

2. Mi prima linda viene a comer, y trae siempre consigo una lámpara que ilumina con risas, simpatía e ideas claras los mediodías de jueves. Hoy además tenemos tarta de queso y forma de corazón, gentileza del cocinero de este reino.

3. Por fin el curso acaba. Siempre se acaba por aprender algo, y los pasos que se dan podrán llevarte a lugares insospechados. Disfruto de la compañía de mis colegas profesores: no puede negarse que, aunque a veces no comparta algunas opiniones, son buena gente. Y de muchos de ellos podría aprender tantísimo. Puedo entrever algo de lo que podrían enseñarme su compromiso y experiencia, y eso es lo que me llevo del curso.

Día 4. Viernes 21 de noviembre.

1. Ir a clase de inglés. Se ve que esto de ir a clases me gusta mucho: de clases en las que aprender y que conecten con lo que soy y me apasiona y se me puede dar bien, y donde sentirse a gusto (de las otras, puede que ya haya tenido bastante).

2. Incursión a una librería pequeña y especializada, donde disfrutar de una buena selección de libros y del trato atento de quien ama su trabajo. Acabo comprando un par de cuentos para regalar a adultos, y es es el regalo que me hago a mí. Umm, y dejo algún otro libro pendiente para volver pronto. 

3. Un rato de lectura en calma, que aparece como por arte de magia, y yo me monto en la alfombra mágica: me sumerjo en el libro del club de lectura que me engancha desde la portada y que narra la relación de un hijo con su padre ya muerto. Desde nuestros sillones enfrentados, ponemos los pies en el regazo del otro, mientras C. mira sus imposibles problemas de física.

Día 5. Sábado 22 noviembre.

1. El momento en el que unas lágrimas abren el camino de la comunicación profunda, como quien echa unas monedas y pide un deseo al pozo de la verdad, y después sigue su camino con el puño cerrado y ya vacío aferrado a su anhelo. Y ahí el día se endereza y se echa a la carretera. Pí, pí, abran camino que el tiempo no espera.

2. Una tarde de risas en un teatro musical recomendado para niños de cinco a diez años, del que recomiendo a sus gestores que incluyan en las edades un ámbito que vaya desde los diez meses hasta los treinta y siete años, pues está clínicamente probado que los bebés saltan, jaelan y bailan sobre las butacas mientras que las tías piensan que en la anterior vida debieron de reencarnarse en artistas callejeros. Como nos dice uno de los actores al transmitirle tras la función dicha recomendación sobre la ampliación de la edad de la audiencia: "Ah, entonces es que este niño lleva el blues dentro".

3. Ay, una cena con berberechos, gambas a la plancha, buen rosado y lubina que tenía pinta de ser salvaje. ¿Alguien da más? Pues sí, señores, helados con su correspondiente barquillo, y el envase brillante de éstos que se vuelve caja de juegos para el niño. 

Reto: cinco días, tres cosas positivas

Acetpo el reto de Arantxa Martin de escribir durante cinco días tres cosas buenas que me hayan pasado, y le doy las gracias porque comienzo justo en un día en que mi confusión me impide ver con claridad. Tras pensarlo bastante, ahí van las tres reflexiones positivas con las que me quedo del día número 1:
1. Despertarme sintiendo que mi cuerpo avanza y da otro paso, un nuevo salto cualitativo que me abre y me acerca a los demás. Lo confirmo al sentir la cercanía de mis compañeros en el curso de formación. El camino es largo, pero lo voy recorriendo sin perder el ánimo. Un día volverá la comunión con el mundo.
2. Admirarme de los gestos de generosidad de la gente, que no me conoce o que no tiene por qué hacer nada. Dan pinceladas de color al mundo, y hacen mi vida un poco más fácil. Gracias a El Bar de los Sueños y a Patricia Castro Díaz por ofrecerme tiempo y espacio para mí y mis cosas...
3. Mi querido marido Carlos Sánchez me hace setas para comer, manzanilla para digerirlas, y me abraza por la noche en caso de que no pueda dormir porque me hayan sentado mal. Quizá las alucinaciones no son por las setas, pero juntos seguiremos encontrando respuestas en medio del caos.
Tras el día número 5, vendrán las nominaciones. Preparaos jeje


Las tres cosas positivas del día número dos son un poco más fáciles...
1. Una tostada con mermelada de fresa, que después de dos días con Eloya Martin Hernandez se convierte en rito. Es lo que tiene la amistad mantenida a pesar, o gracias a, el tiempo. Julia se une con su miguita correspondiente.
2. Estar en el aquí y el ahora con tu pareja, aunque eso signifique acabar comiendo a las seis de la tarde.
3. Ah, el momento de ver esa cara más de luna de mi sobrina Teresa, que se ríe sin dientes, con motivo o sin él, y reinventa el mundo para los que llevamos demasiado tiempo en él.
Y eso es todo. No está mal.


Y llegó el día tres: un sábado para llenarlo de calor.
1. En esta casa los sábados se compran churros y el Babelia para desayunar. La tradición se mantiene aunque nunca sepa cuándo debo tomar el último churro y jamás me dé tiempo a leerme el periódico.
2. Desde la ciudad parece que el sol ya se va. Pero aún llegamos a tiempo de dar un paseo hasta el encino. Los perros se ponen contentos, la lluvia no importa con la ropa adecuada, al acabar nos espera la chimenea.
3. Y sin duda lo mejor del día: he recibido el primer beso de Lorencito. ¡Esto sí que es un hito entre los primeros besos más tiernos del mundo! Cuando nos besamos Carlos y yo, Lorenzo se queda mirándonos y comienza a sonreír, feliz. Entonces lo hacemos partícipe del festín. Un rato después me tumbo en el suelo, y Lorenzo se acerca y con su boca busca mi mejilla.
Está claro que los niños aprenden de lo que hacemos y todo lo imitan. Pero son ellos los que nos enseñan a nosotros con su exigencia de que demos amor a cada minuto. Nos hacen mejorar a nosotros, y nos dan la posibilidad de cambiar el mundo. Termina el día de calor inundado por la sonrisa de buenas noches de Carla.
(Hay que reconocer que a cuenta de la gracia que me hace el niño con los besos, este marido mío se está poniendo las botas.)


¡Y ya estamos por el día cuatro! Difícil elegir tras un domingo en El Puerto...
1. Subir a la Peña de Francia, inquieta y en busca de un poco de calma y de luz. Sentir que las lecturas te interpelen directamente, que te echan encima de forma brutal todas las respuestas que necesitas. Físicamente llegué a tambalearme: que yo iba a preguntar, pero que a ver qué hago con tanta revelación que no acierto a interpretar. Pido un corazón sencillo, libre de miedos y de la trampa del ego, que me permita comprender.
2. Actualizar el currículum vitae, y que mi padre diga que con todo lo que he hecho y estudiado deberían pagarme una barbaridad por hora. Si mi padre puede estar orgulloso de mí, es que a lo mejor yo debería empezar al fin a mirarme a mí misma y a lo que he ido haciendo con un poco de amabilidad.
3. Encontrar por casualidad un helado de chocolate blanco en el congelador, y tomármelo en familia alargando al máximo la hora de vuelta.


El día número cinco ha coincidido (dejadme pensar que no por casualidad) con el recuerdo de un principio con los dolores de un largo parto. Tres, o quizá cuatro años después, el 17 de noviembre me encuentra desnuda, como acabada de nacer, con un currículo bajo el brazo que busca tinta nueva y nuevos contenidos.
1. En mi paseo con el currículo, un hombre con botas de goma rebusca entre la hierba y la hojarasca de otoño con una bolsa de plástico en la mano. Está en un reducido terreno entre la carretera y un muro cubierto de pintadas. No sé si busca setas o si lo único que puede recoger es botes y desperdicios. Pienso: qué a gusto estaría este hombre viejo paseando por su pueblo a estas horas primeras de la mañana. Y yo pienso que mi fin no es adaptarme a los pequeños reductos, sino buscar el aire fresco de la mañana en espacios diáfanos y puros.
2. A mí la hipnosis me va fenomenal. No quería que acabara. Es un lujo amasar tiempo para ir construyéndote lentamente y con paciencia. El dinero, cuando se cruzan en tu camino personas generosas, no siempre es problema.
3. Un día de aniversario de finales temibles y de principios ahogados encuentra un buen colofón en un concierto de clarinete y piano seguido de un vaso de vino en lugares emblemáticos de la ciudad. Fue una decisión del momento. Dicho y hecho: me gusta aprovechar las oportunidades que surgen en cada sitio donde voy dejándome arrastrar por el viento.
Hasta aquí ha llegado el reto de los cinco días. Lo he disfrutado muchísimo y se me ha pasado volando. Puede que lo continúe practicando de alguna manera.
¡Por fin las nominaciones! Esther N MaceinCandela ChedasCatrina Chiese (aunque ya sé que esta última anda muy ocupada...). He elegido a mis tres nominadas porque sé que me encantará leer las cosas buenas y bonitas que tengan que contarnos desde su visión optimista, fuerte y dulce de la vida.

(Copiado como apareció en Facebook)