¡Qué ganas tenía este fin de semana de formación Waldorf! Un recordatorio de que existe otra manera de pensar la educación, y el ser humano. Pero la tarde de hoy ha traído mucho más que eso: un ponente de lujo. Hacía mucho que no disfrutaba de la inteligencia, cultura vivida y humanismo abierto de un auténtico maestro.
Miro mi libreta de notas y no sabría qué pensamiento escoger para compartir mi fascinación. Quizá este: "Ser maestro Waldorf no es un puesto de trabajo; es una opción de vida".
Saber de nuevo que la verdad está en la intuición y en el centro, y creer en lo que siento e interpreto. Mantenerse firme cuando todo a mi alrededor grita otra cosa. Y cuántos gritos, estridentes o callados, cada día en el trabajo. Me voy con las grandes preguntas existenciales: ¿soy libre?, ¿cuál es mi esencia?, ¿para qué quiero ser maestro Waldorf?, ¿qué España quiero?, ¿qué aporto cada día a través de mi trabajo para esa nueva España de libertad y respeto?
Me llevo preguntas, y también una respuesta: "La semilla de rosa no puede ser sino rosa, y no lirio".
Habla el ponente de Antonio Machado, del camino, de la bondad. Yo renuevo la confianza en mi camino, torpe y obstinado, y doy el sí al coraje.
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