miércoles, 28 de marzo de 2012

La voz de la primavera

Hay días en que amanece a la hora establecida, pero no sale el sol. Sobre todo cuando las persianas siguen bajadas como párpados apretados a la una del mediodía. Ahora los árboles aún raquíticos se bambolean en el viento chinchón, y unos pocos coches manchan el asfalto con prisas obscenas. Un pajarraco ulula, pero no sé qué quiere decir. Ya se ha callado: quizá porque nadie comprende su lengua.

En medio del polvo y el desorden de cinco meses, a pesar de las flores que la primavera ha abortado, encuentro aquí también mi rincón. El mundo redondo está lleno de recovecos y refugios donde podemos recluirnos, protegernos del viento y el ruido, del fracaso de la primavera famélica. Me gusta montar mi caseta como cuando era pequeña: a veces un árbol, a veces cuatro ramas, en ocasiones hasta una casa de ladrillos sin cemento con un tejado de sacos. Ahora mi refugio es la ventana, el pájaro ululando al que debo prestar atención, este bloc en el que apunto mis cosas como en un diario secreto (aunque me gusta daros las llaves del candado a vosotros, tres o cuatro para los que siempre escribo). Voy ligera de equipaje: es la única manera de caber en los rincones. Esta mañana traigo también una canción con la que me he levantado en la cabeza: "...pero a tu lado". Y el recuerdo de un sueño: una casa enorme y muy vieja, yo con una escoba incapaz de poner un poco de orden, yo ansiosa perdida en mis intentos por que mi hermanito no se soltara de la mano y cayera en algún peligro en la casona inquietante.

Eso es todo lo que traigo esta mañana, y aquí lo expongo como en un rastrillo. Mira, un pájaro grande planea sobre el monte pelado por el fuego. Sin esfuerzo alguno marca un suave camino de eses. Ahora sube aún más alto, y desaparece.

¿Hay algo más en esta mañana? Hay gente, mucha gente. No está aquí, pero yo sé qué hacen, dónde están, a qué dedican la mañana. Pienso en ellos mientras el pájaro vuelve a ulular y me pone la cabeza loca. ¿Qué quieres decirme? No me distraigas, que quiero pensar en la gente a la que la mañana ha colocado ordenada y cuidadosamente en su sitio. Cada persona en su lugar, dedicada a su tarea, sus pensamientos encauzados como los coches chirriantes en la carretera. No he ido a veros: hoy todavía yo sigo fuera del mundo.

Pájaro chillón, ahora sin embargo estás callado. ¿Lo que quieres es que siga tu canto sin armonía y me aleje aún más del mundo? ¿Pretendes que me olvide de regresar? Partículas blancas, nubes quizá escapadas de un almendro, vuelan como confeti de boda al otro lado de la ventana. Así quisiera sentirme yo, como un copo que baila en el aire, que corre alocado, que vuela impelido por una fuerza natural, por un impulso superior a su propia voluntad. La primavera sopla, y el copo abandona el árbol, para no volver.

¿Es eso lo que te empeñas en transmitirme, pájaro irritante? ¿Que no hay vuelta atrás? Abandonarse, volar sin rama ni asidero, alejarse del árbol en la fuerza del viento sin posibilidad de mirar al pasado. No vuelvas tus ojos al invierno, o te convertirás en piedra. Quizás ese es el sentido de la primavera. Sigues tu lamento, y yo te escucho atentamente. Insistes, pero sabes que al final se hará el silencio. Escucho y comprendo, aunque has de acabar por asumir que yo ya no puedo tornarme copo, que a mí no deben abducirme tus cantos, que tus avisos ominosos no desarrancarán mis raíces del suelo terroso. Puede que al final acabe por lanzarme al aire, pero volaré contracorriente, camino de las cumbres invernales.

Pájaro bonito, pájaro preocupado que no cejas en tus avisos, ¿acaso no es esa la interpretación de tu mensaje, no tiene tu voz la primavera tambaleante? Ahora callas, y luego hablas a intervalos cortos. ¿Eso es lo quieres?, pareces preguntar anhelante. Y puede que sea ahora cuando comienzo a comprender. Ahora leo en tu canto alegre, alto y repetido como gritos de júbilo, que nada de lo que dices es verdad, y nada es mentira. Tu silencio repentino me lo confirma. Estoy cansada del orden, de la razón, de las hipócritas buenas intenciones. De las recetas para un vida perfecta, de los ejemplos imposibles, de los libros de autoayuda, de las perlas sobre lo psicológicamente correcto que acaban por engarzarse en un collar que convierte mi corazón en el de una señorona.

Pajarito lindo de voz penetrante, he oído tu canto, y lo he transcrito. Por eso ya ha sobrevenido el silencio. La primavera hoy quería que escribiera esto. Que vendrán las flores, y yo pasearé entre ellas por el campo. Que oiré a mi corazón, y se desbordará el sentimiento. Que conoceré el éxtasis, y después volveré a acurrarme en un sillón con cojines y pasaré la tarde al brasero entre las faldillas. Pero no caeré, esta vez comprenderé el cambio de estaciones; no volverá el daño ni el espejo que se rompe traerá siete años de maleficio. Hoy la primavera canta con voz chillona, y me advierte de que ha de volver el sentimiento, que los muros de contención están a punto de ser anegados, que puedo ser feliz dejándome arrastrar como un pétalo en la brisa. Sin pensar, sin cuidados, sin tomar precauciones. Por eso hoy digo que volaré con todos, pero tú seguirás conmigo como un globo de niño. Escribiré para ti, desconocido y cambiante como eres, engañoso y a veces dañino, porque yo he de seguir siendo yo, porque tú eres parte indisoluble de mí, porque yo siempre seré tú. Porque tus ojos pardos, allí al fondo aunque cegada por el sol, siguen irradiando la misma luz de suave luna llena, pura y redonda, que inundó el cielo una noche de enero.

Aún sin flores, sin agua, con viento fresco, en el valle se ha presentado la primavera ingenua. Y ya me impele, me arrastra, me levanta del suelo y me transporta como un copo de almendro, despreocupado, feliz y juguetón, hacia un destino incierto. No es tiempo de pensar ni de faldillas enfermeras: es hora de volar, sentir, confundirse, y llenar el corazón de excitación y aventura, de impulsos y desventuras. Aventuras fallidas acaban siendo todas las de la emoción. Pero ha llegado la primavera, y nos llama desde la ventana, no puedo sino escucharla. No es sensato resistirse a su llamada. La sabiduría no se encuentra en vuestras perlas de psicólogos de libro, sino al otro lado del cristal, en el aire cierto. La verdad está en la locura, en la equivocación buscada, en el deseo y en la libertad del alma. No es época de buenos consejos ni de preocupaciones profilácticas. Hay que vivir, soñar, luchar, caer para luego levantarse. El viento primaveral nos ayudará a mantenernos a salvo sobre la emoción, nos llevará hasta el borde mismo del abismo de nuestra imaginación.

Querido pájaro, ave líndisima, ahora te entiendo y disfruto del silencio: he de volar con el atrevimiento de la emoción liberada, como se lanzan trémulos los pétalos de almendro al aire.  Así después podré posarme un día en el reposo soleado y amarillo de los campos infinitos de verano. Solo el sol eterno y calmo del estío calentará los granos de trigo cuyo dulce y tierno pan nos alimentará durante el invierno helado. Volamos hacia delante para acabar volviendo al mismo punto, en un eterno etorno, en un círculo sin fin alrededor de nosotros mismos y de nuestros más queridos amores.



He muerto y he resucitado.
Con mis cenizas un árbol he plantado,
su fruto ha dado y desde hoy algo ha empezado.
He roto todos mis poemas, 
los de tristezas y de penas, 
lo he pensado y hoy sin dudar vuelvo a tu lado.
Ayúdame y te habré ayudado,
que hoy he soñado en otra vida,
en otro mundo, pero a tu lado.
Ayúdame y te habré ayudado,
que hoy he soñado en otra vida,
en otro mundo, pero a tu lado.
Ya no persigo sueños rotos,
los he cosido con el hilo de tus ojos,
y te he cantado al son de acordes aún no inventados.
Ayúdame y te habré ayudado,
que hoy he soñado en otra vida, 
en otro mundo, pero a tu lado.
Ayúdame y te habré ayudado, 
que hoy he soñado en otra vida, 
en otro mundo, pero a tu lado.

1 comentario:

  1. Hermanito pequeño que se pierde en la casona??
    Te echaremso de menos por aquí, pero aceptamos que como pájaro tengas que ir a posarte en otras ramas...

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