miércoles, 21 de marzo de 2012

Poema-flor

21 de marzo. Comienza la primavera. De toda la vida, aunque ahora nos informen del segundo exacto en que tal hecho acontece. Parece ser que la nueva estación entró ayer sobre las seis de la tarde, pero yo no llegué a notar nada. Quizá pasó sin llamar, o puede que aún esté escondida, demasiado tímida todavía para hacer notar su presencia. Seguro que muy pronto empieza a carraspear para llamar la atención.

Yo tengo mi primavera particular, que no es nada más que la vuelta a los juegos de la infancia, las tardes infinitas, la libertad para seguir el instinto. Los mayores, pobres, no logran hacer un hueco en sus agendas para atender lo que su corazón les reclama. Un poco de diversión, de despreocupación, de creatividad y abandono. Yo juego con las palabras y hago poemas-flor.

Un día en el que me sentía un tanto inquieta me sugirió un amigo ponerme a escribir algo. Bah, dije yo, no tengo la cabeza para tanto esfuerzo. Pero es que para escribir no se necesita hacer ningún esfuerzo: simplemente hay que jugar, dejarse llevar por la mente cuentista, no pensar en el tiempo. Así que cogí el primer boli que encontré y un papel viejo, y me puse a escribir sin intención alguna. Y no sé por qué, resulta que me puse a hablar de margaritas. Será porque la margarita encierra en sus hojas el amor y sus dudas.

Dudas, dudas, dudas. Los niños no se plantean la realidad. Se limitan a moverse por ella como en un parque de atracciones. No se cuestionan su existencia ni intentan cambiarla. Así que seguí jugando, y con los papeles de la cesta de retales coloqué cuidadosamente el poema en pétalos. Creo que desde parvulitos no jugaba con papel pinocho.

Cuando era pequeña tenía un rechazo visceral a todo lo que oliera a manualidades. Porque implicaba una valoración, un ajustarse a lo que esperaban de nosotros. Y yo no era buena tratando de imitar lo que yo interpretaba que esperaba el profesor. Ahora no imito, y por fin mis dibujos parecen los de una niña de seis años. Creatividad y libertad no son términos que yo asocie con mis años escolares. (Excepto en los recreos, de la mañana y del mediodía, donde jugaba como una loca, incapaz de parar mis piernas rápidas y mis ansias de viento en el rostro.)

Pero si releo el poema no me siento más una niña, sino una adolescente, nostálgica de algo que no ha vivido, confusa, posada en el suelo como un pájaro que no sabe mover las alas, expulsado del árbol por algún insensato que sacudió fuerte las ramas. Los adolescentes, la amistad y el amor. Qué despliegue de sentimientos, qué fácil sentir el todo, ahogarse en la nada, suspirar, extrañar, desear, y entregarse por completo. En la adolescencia no existe la red protectora, nos limitamos a caminar por la cuerda floja, sin mirar atrás, sin miedo a caernos; solo hay miedo de nosotros mismos y de nuestros deseos inconcretos, hinchados, dolorosos.

Ahora soy una mujer que ha visto muchas primaveras , que es niña y adolescente al tiempo, que entra en la primavera como quien pone el pie en el agua fría del mar, que se dispone a bañar en los almendros en flor como si fuera la primera vez. Una niña, una adolescente, una mujer que tiene en su mano, sin deshojar, la primera margarita del año.

Para que la primavera venga solo necesitamos purpurina. Mucha purpurina.


A veces todo es tan confuso como una margarita que pasa del sí al no en cada pétalo.
Todos dicen saber qué es el amor...
Psicólogos, gurús y poetas explican cómo amar sana, sabia, locamente.
Yo solo sé que amar es un verbo que no puede conjugarse en pasado.
¿Amo o  no amo? ¿Un sí o un no? Amo el aire, las cosas bellas, los buenos sentimientos. Amo cuando amo en una margarita el mundo.
Amo como una nube: a veces blanca y de algodón; otras palpitante en el cielo limpio;  a veces llora y llueve; a veces cubre de niebla el monte.
¿Amo o no amo? ¿A quién amo? A veces a todo, a veces a nadie.
¿Me amo? Me gusta respirar el sol. ¿Os quiero? Siempre que puedo: amaros es amarme.
Y a ti, ¿te amo? Por siempre, ya lo sabes.
¿Un sí, o un no? Ahora, nube clara, tengo que salir a pasear por el sendero del sol.

(la margarita tiene 10 pétalos; me quedo con el corazón de sol)

Fotografías: Lc

1 comentario:

  1. Me ha visto pintando mariposas tu tío N. y me dice: "pero eso es de niños!" -le he preguntado que qué decía Jesús, jeje.
    Y luego iba a poner la heparina a P, y estaba bailando, y me ha dicho que no baile, que eso es una cosa seria, jeje.
    jejejejejeje

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