sábado, 7 de abril de 2012

El valle mágico

Tras pasar el día en la casa-champiñón de Cristina

(Poema-canción "A cántaros" de Pablo Guerrero)

Hay casas-champiñón. Casas con duendes, magos y hadas. En este valle húmedo con palmeras tropicales abundan este tipo de viviendas. Para entrar en ellas no necesitas llamar a la puerta. Basta con limpiarse los pies en el felpudo y saludar con fuerza. Nunca está de más cocinar una buena tarta como presente para los anfitriones: este tipo de hogares suele mostrar predilección por dulces, postres y azúcar. La tarta es el acompañamiento perfecto para el té caliente que nunca falta en las casas-champiñón.

Tú y yo, muchacha, estamos hechos de nubes
pero ¿quién nos ata?

Las casas-champiñón proliferan al pie de grandes árboles, por lo que sus ocupantes suelen entretenerse con largos paseos por el bosque. La naturaleza es un elemento fundamental para estos habitantes mágicos. Cuando sales a caminar por el valle, nunca sabes qué te vas a encontrar. Los caminos son infinitos, de tal forma que es posible, si así lo deseas, no ir dos veces por el mismo sendero. Tomes la dirección que tomes, saldrán a tu encuentro criaturas fantásticas (animales o humanos), hallarás tesoros bajo las piedras, te hechizará el canto de los ríos, a tus pies les crecerán alas para nunca sentirse cansado.

Dame la mano y vamos a sentarnos
bajo cualquier estatua
que es tiempo de vivir y de soñar y de creer
que tiene que llover
a cántaros.

Cuando llueve en el valle, siempre hace sol. Los arco-iris perfectos son un fenómeno habitual en estos parajes. En ocasiones llegan a formarse varios arcos a un tiempo, en una sucesión infinita que tiende un puente hasta el otro lado de la tierra. Los habitantes mágicos te contarán el secreto cuando trabes amistad con ellos: los arco-iris son puertas que conducen a tu destino y a tus verdaderos deseos. Si te quedas un poco más por aquí, llegarás a saber cómo se consigue la llave en forma de corazón que abre los portones.

Estamos amasados con libertad, muchacha, 
pero ¿quién nos ata?

El valle no aparece en los mapas comunes, ni está incluido en los GPS. Si conoces a algún hada, o quizá un gnomo, puedes preguntarles. Yo llegué hasta aquí simplemente siguiendo el camino del agua. Una sucesión de lagos, ríos, charcas, torrentes y gargantas marcan el camino hasta la tierra de las casas-champiñón. Sin embargo, otra gente descubrió el valle por caminos diferentes. Pero yo no podría decirte cómo llegar hasta aquí. Aunque puedes probar cerrando los ojos y deseándolo muy fuerte. Creo que solo se puede atravesar la barrera invisible que separa el valle del mundo con una pizca de magia.

Ten tu barro dispuesto, elegido tu sitio,
preparada tu marcha.

El valle se rige por sus propias leyes, físicas y espirituales. Por ello los satélites no pueden detectarlo y la magia es necesaria para encontrarlo. Una vez aquí, a algunos les cuesta acostumbrarse a su clima húmedo y a las altas montañas que lo ocultan de la vista de los ogros. Una sensación de asfixia y de enclaustramiento acompaña las alucinaciones de los primeros días. El truco para combatir esta sintomatología radica en tomar té preparado en una casa-champiñón al caer la tarde o  beber agua cogida a primera hora en un torrente de la montaña.

Hay que doler de la vida hasta creer
que tiene que llover
a cántaros.

Un fenómeno curioso es que los niños del valle nunca lloran ni es necesario estar muy pendiente de ellos. Todos los habitantes del valle reparten a los pequeños amor y mimos mágicos, para que así los bebés crezcan con alegría e imaginación. Una tradición curiosa del lugar consiste en  bañar a los niños en lluvia con sol bajo el arco-iris. De esta forma entran en contacto con su esencia y nunca se olvidan de cuál es su puerta mágica y a dónde conduce. En los ritos iniciáticos, los chicos y chicas adquieren madurez e independencia al hacerse con la llave mágica que abre los corazones.

Ellos seguirán dormidos 
en sus cuentas corrientes de seguridad.
Planearán vender la vida y la muerte y la paz.
¿Le pongo diez metros, en cómodos plazos, de felicidad?

Para los que venimos de fuera, dar con la llave no es tarea fácil. Aunque cuando llegamos aquí nos inunda la certeza de que este es el sitio adecuado para encontrarla. Aunque solo sea por los arco-iris múltiples. Hay que saltar en los charcos, echarse bajo los árboles, abrazar a los pequeños habitantes, construirse una casa champiñón con felpudo, té caliente, pastas y bizcochos, y tejado de fresas con nata. Después es necesario  escuchar en silencio a los duendes y magos, jugar con los niños, atravesar los arco-iris, aprenderse poemas de memoria, y en las noches claras unirse a los cuentacuentos que aúllan a la luna.

Pero tú y yo sabemos que hay señales que anuncian
que la siesta se acaba
y que una lluvia fuerte, sin bioencimas, claro, 
limpiará nuestra casa.

Si queréis venir, si os atrevéis a cerrar los ojos y envolveros en magia, si deseáis atrapar vuestro destino y convertiros en quien sois, os esperamos con risas en nuestra casa-champiñón. Merendaremos, tomaremos el sol, trabaremos amistad con las ninfas del agua. Esta es la tierra de la libertad, el corazón, la generosidad y la hierba fresca tras la lluvia. Si encontráis el camino, sacaremos juntos los colores al arco-iris. Una cosa que he aprendido es que a los habitantes del valle les encanta lanzarse todos juntos por los toboganes del cielo. Les gustan la risa, las historias y la diversión, y siempre te dan la bienvenida sin preguntarte de dónde vienes.

Hay que doler de la vida hasta creer
que tiene que llover
a cántaros.

El valle te muestra que aún quedan senderos mágicos por recorrer, bosques por explorar, lagos suaves en los que sentarse al sol, arco-iris que abrir con la llave del corazón. A los que vienen de las tinieblas, de un submundo de violencia y deshumanización, el valle tropical de las casas-champiñón los atrapa por siempre jamás. Cuando olvidas el paraguas y te mojas feliz bajo la lluvia de colores vuelven a crecer en tu interior la fuerza y la libertad. El té mágico te hace recordar quién eres hasta que acabas olvidando de dónde vienes. Solo importa saltar en los charcos, reír y aprender por fin a amar y a ser amada.






1 comentario:

  1. ¡Precioso! He ido y hasta he llegado pero solo he visto lo bonito que era y he vuelto enseguida, no se por qué, siempre tengo prisa... Volveré otro día a ver si me uno al cuentacuentos a la luz de la luna.

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