miércoles, 22 de octubre de 2008

A cultivarse tocan

Como este internet USB "provisional" que la casera, la Jess a partir de ahora, al fin nos ha proporcionado ante la cara de te voy a poner una bomba del árabe (que no tiene internet porque se le ha roto el ordenador, pero que nos presta su cara de árabe para proteger a dos pobres chicas desvalidas y además según él demasiado flacas para lo que debe ser una mujer) va muy lento, mientras se carga el blog me dedico a leer los periódicos, por primera vez desde que he llegado. Con tantas preocupaciones o más bien ocupaciones básicas (qué comer, dónde dormir, cómo ir al trabajo, qué hacer en el trabajo, cómo relacionarme con la gente de allí, cómo llenar el tiempo libre, dónde está la tienda de todo a 1 pound más cercana para conseguir lo esencial para llevar una vida medio decente en este acogedor piso antes conocido como antro) no había tenido no ya tiempo, sino sobre todo ninguna gana de leer, culturizarme o cultivar mi intelecto, sensibilidad o espíritu. De donde se ve claramente que Maslow tenía toda la razón, y añado yo que la cultura y la educación es un privilegio reservado a los ricos y desocupados.

Mientras Cristina se ha dedicado a ver una peli en el salón. En nuestra acogedora casa, el salón está situado justo en la entrada, contra la puerta de entrada, de forma que si alguien quiere entrar o salir de la casa, quien haya en el salón se tiene que poner de pie. Sí, efectivamente el salón no es más que un sofá colocado en el pasillo, no más grande que un rellano de una escalera en un bloque de pisos (efectivamente, no sólo no más grande, sino más pequeño que lo que estéis pudiendo imaginar en vuestras cabezas). Pero hemos comprado una pequeña mesita con ruedas por 6.99, con lo que ya podemos comer, ver el ordenador (tele no tenemos ni está en proyecto, pues hay que pagar una licencia de unas 140 libras para poder verla), tomar el café con la cafetera y el café español de Cristina o el té del árabe (hoy lo ha puesto con menta, lo voy a echar de menos cuando el árabe se vaya en un par de semanas).


Entonces yo me he puesto a leer las noticias porque de pronto me he sentido muy ignorante. Algunos de mis alumnos hablan muy bien español porque sus familias lo hablan, y para sus exámenes de español tienen que prepararse temas de actualidad en un país de habla hispana. A nivel académico. Los temas son sociales o políticos. Hoy he estado hablando con un chico de padre colombiano que me ha dado una lección sobre las FARC, así como su postura sobre la política en Colombia y Bolivia, con Evo Morales y los pueblos indígenas. Yo no estaba muy de acuerdo porque pensaba él que los pueblos indígenas deberían simplemente subirse al carro del progreso, pero no he podido rebatirle mucho, pues aunque ideas y sentimientos me sobraban, no así datos y hechos. Los alumnos en sus exámenes orales (que son los que yo les ayudo a preparar) son puntuados por datos y por opiniones propias. Yo he salido de la clase directa al ordenador, a leer algo sobre la situación de los indígenas. Precisamente hay estos días una protesta de los indígenas en Colombia, que están haciendo una marcha hasta Cali. Más detalles no puedo dar todavía, porque esto del saber es una labor que requiere tiempo, así que ya me leeré más adelante las miles de hojas que he imprimido...

La idea básica del chico es que la política de Colombia es diferente y mejor que la del resto de países de Latinoamérica, pues se basa en una economía liberal y cuenta con el apoyo y modelo de Estados Unidos. Estoy segura de que repite las ideas de su padre, que debe de ser periodista, así que espero que no me demande cuando traiga textos para debatir otras ideas distintas.

También hoy llevé textos sobre el Día de la Hispanidad y los hispanos en Estados Unidos. La idea es presentar distintos puntos de vista y poder comprender ambos, pero a veces no sabes si estás tocando terreno delicado. Iba con este temor a la clase, y de hecho a veces el chico ponía cara de que cosas más raras me estás contando, pero al tiempo quería llevar estos temas porque me parece importante que los adolescentes inmigrantes de segunda generación sepan las posibilidades que tienen y puedan elegir: asimilación u orgullo de sus raíces.

A él no se si le vale de algo o no, al fin y al cabo es una semillita muy pequeña la que yo puedo plantar; pero a mí sí que me sirve. Soy yo la que aprendo, la que reflexiono, la que busco nueva información que me ayude a reestructurar y ampliar mis esquemas.

El otro día tuve un alumno de origen brasileño, con una gran conciencia social y una fe contagiosa en la posibilidad de mejorar el mundo. Es lo bueno que tiene trabajar con adolescentes, te contagian su idealismo, sus esquemas claros de lo que está bien y de lo que está mal, su desprecio hacia los obstáculos.

Salí de la clase y me apunté a portugués. Ya estoy apuntada a árabe también, las dos lenguas en mi colegio una hora por semana. Lo justo para tener un poco de contacto con otras culturas, no para llegar a comunicarse en la lengua desde luego. En el caso del árabe, es fascinante al menos poder tener una idea general de cómo son los sonidos, los esquemas gramaticales, de cómo funciona la escritura. Creo que así se puede iniciar un acercamiento o entendimiento de la cultura árabe, tan distinta y sin duda tan poco comprendida y a veces seguramente malinterpretada. En cuanto al portugués, sencillamente es que lo adoro, así que me permitirá seguir un poco en contacto con él.

Y más cosas a las que me he apuntado o me apuntaré. Dice Yasmina, la profesora venezolana, "uy, eso me suena a mucho aburrimiento", pero no , o no solo. Hablar todo el rato sólo por hablar la verdad es que de siempre me ha cansado, necesito estar haciendo algo. Así que por eso me gusta apuntarme a cosas, y compartir ratos con gente haciendo actividades comunes. Luego, claro, está la rutina o esclavitud de ir a todo o que uno se apunta, pero para eso tiene una la libertad de saltarse la rutina... y cambiarlos por una conversación durante horas cuando esta apetece.

Pero que difícil es esto de que una se mantenga cultivada... Me pongo a leer las noticias y dice que España no va a a no sé que cumbre donde van los países más poderosos, y que Merkel se ha quejado de que Sarkozy la achuchaba. Y al rato resulta que Zapatero ha dicho que por sus narices que allá nos plantamos, y la Merkel ha mandado un comunicado que tampoco le han molestado tanto las atenciones de Sarkozy... ¿Pero en qué quedamos, hombre? El mundo va demasiado deprisa para que yo lo entienda...

The knowledge that if every one of us held a vision of a better world for all and made a little contribution towards the vision today, then tomorrow the vision would start becoming a reality and we'd get to see the change happening in our own lifetimes.

Opportunities are everywhere.

Step up, get involved and be that change you've been waiting for.

De un periódico gratuito.


martes, 21 de octubre de 2008

Foreigners in someone else's land

La nueva casera es china parece ser, aunque a mí me parece más bien japonesa. Sí, definitivamente yo creo que es japonesa, me voy a fiar más de mi intuición y de mi conocimiento de la moda internacional que de la aseveración de mi compañero de piso árabe que no tiene mucho conocimiento de estilos de vestir y tampoco acaban de resultarme fiables sus fuentes de información, teniendo en cuenta que nos pide la nueva plancha maravillosa que hemos adquirido, comenta que no sale vapor, le contesta Cristina que tampoco podemos pedir mucho por las cuatro libras que ha costado, y el árabe en cuestión no hace el comentario subsiguiente, de "ah, ¿sólo cuatro pounds?". Sin embargo, sí lo hizo al cabo de un rato cuando Cristina volvió a comentar el precio de la plancha, y cuando al fin captó el significado reaccionó con la lógica y esperada sorpresa al darse cuenta, una vez más, de las compañeras de piso más apañadas que tiene.


Pero el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Justo antes de mudarme, me llegó a la otra casa la tarjeta de débito (creo, espero, que efectivamente sea del tipo ese que no te deja pagar si no tienes dinero en ella) y el pin. La verdad que todavía no la había abierto ni nada, y ayer estaba buscando estas cartas del banco para probar mi dirección para apuntarme a la biblioteca (inciso para señalar que efectivamente en ninguna otra ciudad de España ni país del extranjero existe una biblioteca como la de la Casa de las Conchas) (y sí, les he dado la dirección antigua), y resulta que no aparecen por ningún lado. Realmente es una cosa extrañísima, porque por fin he convertido la habitación en un sitio habitable y ordenado, y no hay muchos sitios en nuestro pequeño hogar donde estas cartas se hayan metido. Será cualquier cosa, una razón tipo ovni, es decir, existe pero no sabemos cuál es. No tengo razones para pensar mal de nadie (y sí bastantes para desconfiar de mi proverbial despiste), y tampoco muchas para preocuparme, pues no he cobrado todavía. Y además, hemos quedado que es de estas en las que uno no se puede gastar lo que no tiene, ¿no?


Pero a lo que iba: al no encontrar la tarjeta, he ido al banco a pedir otra. Allí la señora de información seguía tan amable como lá última vez, lo que muestra que no se debe a que tuviera un mal día. Esa vez anterior necesitaba perentoriamente (mira qué palabra más chula, y me viene al pelo, la voy a usar que la pobre no sale del diccionario muy a menudo) abrir la cuenta, pero la tía se empeñó en que necesitaba no sé qué papel que desde luego era imposible que pudiera conseguir si no abría la cuenta del banco. Conclusión, que después de ponerme pesada porque no tuve más remedio, me miro con cara de maldita extranjera me estás poniendo dolor de cabeza con eso que me estás contando que no estoy tratando de entender lo más mínimo porque eres extranjera y seguro que no te enteras de nada. Ya por fin me mandó a que me hicieran la cuenta, donde una chica de lo más majo estuvo abriéndome la cuenta durante 45 minutos, y al mismo tiempo dándome conversación, seguramente porque forma parte de sus obligaciones el preguntarte por toda tu familia y tu vida entera para entretenerte mientras se van procesando los datos, pero no todo el mundo sabe o quiere cumplir con su obligación. Una posible conclusión de esta anécdota es que ir a abrirte una cuenta del banco es una buena ocasión para tomar gratis una clase particular de conversación.


La señora de hoy seguía tan abierta como el último día a las penurias de una pobre extranjera. Le intento contar cómo he perdido la carta, pero lo debió considerar demasiado descabellado para estarlo entendiento adecuadamente, así que se limitó a mandarme a un teléfono para que llamara para arreglarlo. ¿Pero dónde ha quedado la educación inglesa? En general, las tiendas y la actitud de los dependientes no es un buen lugar para buscarla.


En fin, me pongo al teléfono y trato de contarle mi nombre y mi dirección a un tío de a los que le entran ganas de colgarte el teléfono cuando ve que eres extranjera, y no hacen más que poner en duda todo lo que dices. Digo una cosa que si la dijera en mi idioma a otra persona de mi idioma, tendría que preguntarme qué quiero decir exactamente, si puedo dar detalles, a qué me refiero, o simplemente explicarme cómo es el proceso porque yo no estoy familiarizada con él y puede que necesite dar otros datos. Pues bien, hay gente con la que es imposible entenderse porque no están dispuestos a escucharte o a darte el beneficio de la duda. Eres extranjera, por lo tanto es una lata hablar contigo, porque no vas a entender nada, no tanto o sólo de la lengua, sino de los contenidos. Como si vinieras de Marte.

Y te entran ganas de decirle, "que soy extranjera, no gilipollas", así, en español y en plan echar una maldición, total, porque de todas formas no se iban a enterar, y por lo menos se da una el gusto de confirmarles lo bestias y primitivos que somos los extranjeros.


Claro que venir a un país extranjero implica tratar de adaptarte a los usos y costumbres nativas, incluyendo la forma de llevar a cabo una conversación, pero también se espera cierta actitud abierta de la población ante los que no son exactamente como ellos. Ya se sabe que se tiene esta idea de que los ingleses son cerrados, de que esperan que todo el esfuerzo lo hagas tú, y de son incapaces de valorar lo que viene de fuera. No creo que sea una característica de los ingleses sino de las sociedades que viven encerradas en sí mismas (no hay que olvidar que esto es una pequeña isla) y de las personas de cualquier nacionalidad y lugar que no están habituadas a salir de sus esquemas conocidos. Aún me acuerdo de personas con buena voluntad que gritaban a un amigo cubano que vivía en Estados Unidos cuya lengua nativa era el español para que les pudiera entender.


De nuevo, la dificultad está en saber cuándo es pura ignorancia y cuándo es simplemente maldad.


Extracto del libro que he cogido en la biblioteca sobre una familia escocesa que compra una finca de naranjos en Mallorca y se va a vivir allí:


Only once do you ask a waiter for his testicles when you really want rabbit, or a butcher for his pennis when you mean a chicken. But at least she was trying to communicate in the language of her adopted country. We all were, because we had never forgotten that we were the foreigners in someone else's land, so the onus was on us to adapt to their ways and to converse with them in their tongue. Standing shouting in English at a Spaniard in the way that a certain type of Brit holiday maker is noted for won't get you far in a close-knit rural community like the one we'd settle in. Nor would a patronising attitude towards the native country folk have contributed to our becoming accepted by them. Bad enough to be regarded as loco withouth coming across as being condescendiente as well.

Peter Kerr, From Paella to Porridge.


Pero os iba a contar las aventuras con mi casera y los diálogos de besugo que mantenemos con ella, ya sea china o japonesa...

jueves, 9 de octubre de 2008

Piezas para un puzle

"Please do not bring your friends or anybody else into our home"
Frase que tengo en el corcho de mi habitación por gentileza de mi landlady.

Yo a lo mejor es que soy mu mal pensada y de ahí que se produzcan mis choques con la cultura inglesa (que no británica: cómo sería estar en Wales, Scotland or Ireland), pero yo de ahí deduzco que "our home" no me incluye a mí... ¿Cómo voy a ser tan osada de meterles a nadie en su casa?

El segundo comentario que tengo que apuntar hoy es el siguiente: "".

Sí, efectivamente no hay texto. Son las no palabras de la jefa del departamento de lenguas, que no se ha dignado ni se dignará preguntarme qué tal estoy, si me va bien con el alojamiento o si necesito algo para mis clases. Por lo visto la tía toda hipócrita, ya me la imagino con esa sonrisa falsa que ella pone, va y dice: ay, pues todos los language assistants están muy contentos con el alojamiento, qué maravillosamente lo hacemos todo. ¡Pero si como digo a mí jamás de los jamases me ha preguntado! Entonces la profesora venezolana le contó mi situación, que si estaba lejos, que si no podía llevar a nadie a casa, etc., y la tía que claro que no podía llevar a nadie a casa, que ella haría lo mismo teniendo hijas pequeñas. Ya, pero entonces digo yo, no podrás tener inquilinos en casa...

Esta profesora venezolana lleva aquí no sé cuántos años, y tiene un segundo marido inglés y todo, pero sigue pareciendo un extraterrestre todo verde: es acogedora, se interesa por cómo te va fuera y dentro del colegio, te da conversación, y no le importa perder un poco de su tiempo para tomarse un café contigo. Espero que le vaya bien, pero realmente pienso que le va a ser difícil hacerse un hueco en el colegio, donde es la excepción (ha entrado nueva este año).

Tercer comentario: hoy la secretaria nos ha enseñado a los language assistants una hoja en la puerta del departamento de lenguas donde tenemos que apuntar nuestra hora de entrada y de salida del colegio, bajo la peregrina explicación de que nos quieren tener localizados... ¡POR SI HAY UN FUEGO EN EL COLEGIO!

Y digo yo, si hay un fuego en el colegio, supongo que la hoja esa de papel será de lo primero que se queme, se desintegre, desaparezca por completo. Qué horror que entonces no van a saber si nos tienen que buscar o no. Ya veo a los bomberos entrando lo primerito en busca de la hoja reveladora, mientras nosotros en carne y hueso estamos esperando desesperados en otra habitación que han atravesado sin detenerse en su camino ciego hacia la hoja...

Y sigo diciendo yo, para qué tengo que poner la hora de entrada y salida, con que ponga una cruz en la casilla de entrada al llegar y otra en la de salida al irme ya los bomberos tienen la información que necesitan.

Y digo más aún: ¿por qué sólo los language assistants? ¿Es que tenemos nosotros una categoría especial por la que haya que salvar nuestras vidas jóvenes por encima de las del resto de profesores? ¿Por qué ellos sufren el terrible abandono de no tener que escribir su hora de entrada y salida en la hoja de la puerta? ¿Es que nadie se va a acordar de ellos en caso de incendio?

Pues querida jefa del departamento, que no sé seguro si te considero como mía (ese tratamiento hay que ganárselo), yo entro en el colegio cuando marca mi horario y salgo cuando termino mis horas, y en todas las demás horas que me has dejado en medio, también ahí me quedo, tratando de preparar mis clases al tiempo que hago el trabajo extra que me asignas sin que me corresponda. Así que como ya has podido ir intuyendo, nos vamos a llevar mal tú y yo, a no ser que consigas un papel ignífugo con el que me sienta totalmente protegida. Hasta entonces, se me va a seguir olvidando registrar mi nombre con las horas en la puerta del departamento.

Mientras yo hago la recomendación del papel ignífugo, el British Council nos da la siguiente a los pobres foreign language assistants repartidos por Inglaterra:

"Good luck – try not to be too shy and speak to other teachers in your schools. Often British people can be reserved so try to start a conversation if you possibly can."

¡Acabáramos!

Seguiré intentando juntar las piezas del puzle para llegar a comprender las formas inglesas, pero no creo que se trate en absoluto de un problema de timidez: son reservados y sobre todo muy indirectos, en mi experiencia esa es la clave de su comportamiento y de los choques culturales: no se dirigen a ti con la franqueza y la claridad a la que en otras culturas más sociales estamos acostumbrados; te van soltando ciertas cositas aquí y allá que esperan que vayas recogiendo para al final entender lo que quieren decir. Mientras que su comportamiento resulta falso e irritante para nosotros, ellos nos pueden encontrar intrusivos y maleducados.

Al describir la cultura inglesa desde el punto de vista de la española se corre el riesgo de enseguida utilizar términos negativos: desconfiados, reservados, hipócritas, frios. Sin embargo, se trata simplemente de otra manera de entender las relaciones sociales. A veces es díficil saber qué es cultural y qué es simplemente puro mal. Se trata de descubrir las reglas y ponerse a jugar.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Vistas al mar

Cambio maravillosa habitación limpia, acogedora y con todas las comodidades en tipica casa inglesa con típica gente inglesa,
por habitación destartalada en típico piso estudiantil (aquí más bien reservados a inmigrantes trabajadores; a mí me ha tocado un árabe, creo), en pleno centro, en medio de las tiendas y pubs, y a cinco minutos de la playa.




martes, 7 de octubre de 2008

La vida viene como viene

Sentí desilusión porque estaba previsto que toreara allí y no pudo ser. Aún así, la vida viene como viene y hay que saber entenderla. El de arriba es el que manda y si el ha querido que sea así... yo acepto las cosas como vienen. Otro año podré poner el broche allí y con eso me quedo.
Miguel Ángel Perera

Me voy a mudar. Pero hasta que no esté instalada no me lo creo. A veces pienso que soy las camas que he dormido. Ya sé cómo era la vida que me devolvía cada noche hasta esta cama; ahora me lanzo a ver la vida desde la perspectiva de otra cama diferente. Esta cama tenía sábanas, edredón rosa a juego con las paredes que había pertenecido a una de las hijas antes de que su padre se marchara y la madre se dedicara a alquilar la habitación a estudiantes de cursos de inglés, y otro edredón sin funda que hacía las veces de manta por si tenía frío como la otra chica española que estuvo aquí durante el verano.

La nueva cama aún está vacía, no viene con nada: yo lo voy a comprar todo según donde me lleve mi gusto y la oferta inglesa del Asda, el equivalente a nuestro Carrefour. Tengo que decir que hay en todas partes en England venden cositas monas para poner la casa acogedora, porque las casas inglesas son muy cálidas, llenas de cojines, jabones y sales de baño, y de moquetas, of course. La señora de mi casa de lo primero que me dijo fue que no me preocupara, que iba a poner enseguida la moqueta del baño. O sea, y por si ha quedado alguna duda, en los baños de las casas inglesas os podéis imaginar donde queda todo eso que las madres españolas se afanan por barrer y fregar dos veces al día...

Y el teorema sobre la vida inglesa del día de hoy es: los ingleses ponen las casas tan cálidas y acogedoras por dos razones:
A. Nunca hace calor. (Imaginaos almohadones, mantas, alfombras y demás en cada rincón de una casa de España. En verano bien moriríamos, bien lo tiraríamos todo en un ataque de histeria por la ventana).
B. Los ingleses nunca están por la calle más allá de las 6.3o, hora en la que ya han venido del trabajo y en la que las tiendas han cerrado. Y me atrevo a decir más: los ingleses nunca están por la calle más allá de las 5.30, que es la hora en que la cena empieza a servirse.

Yo como no soy inglesa, quizá no ponga la casa tan acogedora, e incluso puede que actúe como una simple inmigrante sin la mínima intención de integrarse y esté fuera de casa a las 6 de la tarde. ¡Y que venga el Primer Ministro a expulsarme del país por modificar las costumbres inglesas!

Me voy a mudar, lo que me produce al mismo tiempo miedo y excitación. Miedo por ver cómo será mi vida en la nueva casa, cómo se dormirá en la nueva cama. Excitación por todo lo que esa vida esté por traer, por cómo quedará la casa cuando me ponga a vivir en ella y qué vida haré allí.

El miedo siempre es la reacción inicial. Ahora la va sustituyendo la excitación. Empecé a comprobar que estaba en el camino correcto cuando al llegar a casa estaba cenando la señora con dos amigas. Yo cogí mi plato, y allí me senté entre ellas, que siguieron hablando de sus cosas y comiendo su otra comida con su propio vino. Y no es que fueran desagradables o maleducadas. Al contrario, son gente normal y hasta yo diría que amable: sencillamente tienen otros códigos de conducta. Yo ya lo sabía cuando vine aquí: no iba a ser tan fácil relacionarse con gente inglesa. Sin embargo, la experiencia de relacionarse con gente internacional, esto es, de cualquier otra cultura que no sea la inglesa, es impagable.

Si hubiera estado en Estados Unidos y me hubiera unido a la cena de las tres amigas de mediana edad, desde ese momento yo me hubiera erigido en reina absoluta. Allí una es maravillosa, y su país interesantísimo, y su contribución al país valiosísima e indiscutida. Cada vez estoy más convencida de que al final no somos más que lo que hemos vivido, los esquemas que hemos llegado a dominar, los contextos en los que nos hemos desarrollado. De nuevo, las camas en las que hemos dormido. Lo que hemos conocido y por ello amado es lo único que nos puede dar forma. Yo voy de cama en cama en un continuo trans-formarme.

A veces anhelo la cama de sábanas con suavizante de familia de orden y horarios fijos, para al momento hacer un guruño y lanzarme al edredón de las noches de frío que no se sabe lo que traen. Entre cambio y cambio siento que nunca podrá haber estación final.

Respecto a la cultura inglesa, sé que al final del viaje, en mayo, todas las impresiones y vivencias cristalizarán y la experiencia cobrará sentido. Para entonces, con el conocimiento, habrá venido la valoración, y amaré la vida inglesa como en su día lo hice con la americana. En un nuevo país, en un nuevo contexto, te vuelves nada, una hoja en blanco, una ameba de esas que había en el agua y desde las que empezó la vida (bueno, no sé si era una ameba o qué es una ameba; por favor alguien de ciencias que me lo aclare).

Siento entonces que básicamente lo que soy no viene de mí, de lo que soy intrínsicamente, sino que me ha sido dado por las experiencias que he tenido: si no fuera española, no sería yo, o más exactamente, mi yo se habría desarrollado de una manera muy diferente. Pero me gustaría pensar que si de una u otra forma, en cualquiera de mis yos, acabara por venir a otro país, tal vez ahora e Inglaterra, seguiría buscando lo bueno y valioso que viene de serie en la vida y en la gente, independientemente del contexto y de la cultura.

Seguramente lo que encontrara sería diferente dependiendo de quién fuera ese yo. Pero en cualquier caso supongo que ese yo, quienquiera que sea, seguirá creciendo y aprendiendo a ser mejor a partir de las nuevas experiencias.

La última imagen del año es emocionante. Tuvo lugar ayer, cuando cruzaba el ruedo, con el muslo abierto y la oreja del toro de Valdefresno en la mano. Miguel Ángel reconoce que iba roto de felicidad, de ilusión, de satisfacción y sobre todo de orgullo por lo que había hecho. Si no me hubiesen dado la oreja a lo mejor la sensación era otra, más triste, pensando que el esfuerzo no habría valido la pena, pero con esa oreja, esa plaza emocionada, los gritos de ¡Torero, Torero!... esa satisfacción no me la quita nadie.
Miguel Ángel Perera

domingo, 5 de octubre de 2008

Accommodation (léase alojamiento)

Necesito mirar el calendario para saber cúantos días han pasado desde mi llegada. Cinco. Sólo cinco. La necesidad de adaptarse rápidamente a la nueva situación, de saber cómo funcionan las cosas, hace que se pierda la noción del tiempo. Dices, "pero cuándo fue esto", y resulta que ocurrió tan solo ayer, unas pocas horas antes.

Cinco días y sin embargo siento que han pasado tantas cosas, que hay tantas cosas que podría haber escrito. La mayoría de mi tiempo libre lo he utilizado en mirar alojamiento en internet. La mayor pega que le veo a la casa donde estoy ahora es que tardo en llegar al colegio unos 35-40 minutos andando, y no hay autobús. Estos días el tiempo no ha sido malo del todo, pero me da miedo que me coja un aguacero, y me duche vestida durante 40 minutos. Ayer, viniendo de casa de unos amigos (el concepto de amistad in England será explicado próximamente), se me rompió el paraguas, que de todas formas no valía de mucho. Llegué calada, of course, y aquí parece que la landlady economiza en calefacción...

Vivo con una señora y sus dos hijas de unos 7 y 10 años, calculo yo. La casa está limpia y arreglada, lo que no es fácil de encontrar. Hay también una chica suiza que tiene 25 años, aunque aparenta menos porque aunque parece agradable no habla mucho. Así que no es una gran compañía aquí ni creo que pueda hacer nada con ella. La señora o landlady trabaja con una academia de idiomas, y me parece un buen sitio esta casa para estar por unos pocos meses mientras se hace un curso de inglés. Como requiere la academia, la señora te orienta sobre actividades que te pueden interesar, te ayuda con mapas, ect, y es agradable y acogedora.

Acogedora en términos ingleses, se entiende, nada que ver con la acepción española que podáis estar teniendo en la cabeza. Yo me siento como una invitada que no tiene mucha libertad. No puedo usar la lavadora ni traer a nadie a casa. Por ahora sobrevivo porque me parece importante tener un sitio seguro y agradable donde poder pasar las primeras semanas. Pero no creo que se pueda aguantar de invitada en lo que debería ser tu propia casa durante meses. Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos.
De todas formas, tampoco me permito ahora quejarme tanto porque me comparo con otros (más bien otras, porque excepto Simon, el asistente de francés que está en mi mismo colegio) todas somos chicas. La mayoría ni siquiera vive en Bournemouth, sino en otros pueblos de alrededor. Yo en 20 minutos en bus me pongo en el centro. Eso sí, el autobús es de lo más caro que puedes encontrar aquí: alrededor de 1,60 pounds un viaje sencillo.

Otras chicas también viven con caseras, y parece que lo aceptan sin más. En algunas casas hay más de una asistente, y para mí creo que eso sería la situación ideal.

A mí me dan el desayuno (café soluble y tostadas) y una cena también normalita. Como es mundialmente conocido, el café en England es agua coloreada, así que la primera persona en visitarme ha de traer consigo una cafetera de esas que se ponen en el fuego de la cocina (que espero poder utilizar sin problema, aunque aquí en mi condición de "invitada" nunca se sabe) y varios paquetes de café. Cualquier marca vale, incluso la más sencillita de España alcanzará aquí la categoría de artículo de lujo.

Esto de que te den la comida es un arma de doble filo: no me gusta cocinar, y hacer la compra sale costoso (tanto en términos de dinero como de trabajo ;) ), pero claro, de vez en cuando me gustaría comer lo que a mí me dé la gana y a la hora que me dé la gana...

He mirado un par de alojamientos. El primero era una chica española que me vendió un ambiente multicultural, con todas las comodidades. Yo ya iba dispuesta a quedarme en el mismo momento con la habitación, tantas ganas tenía de al menos poder poner la lavadora cuando quisiera, y ya me veía con estudiantes de todo el mundo compartiendo experiencias... Pero resultó que más bien iba a compartir mierda y más mierda con inmigrantes libaneses, hombres de mediana edad sin dientes, no sé si por el efecto del alcohol que parecían destilar... Los vi porque se tiraron a esta casera española caradura al cuello en cuanto la vieron para decirle que qué pasaba con la electricidad, que no había. Por supuesto, no podía ser de otra forma. La tía caradura siguió enseñándome la mugre de la casa que se caía en pedazos, aquí la cocina, aquí el baño. Pero tía, ¿tú me has visto a mí pinta de que yo o cualquiera en su sano juicio va a meterse en ese baño o en esa cama?

El segundo alojamiento no lo llegué a ver: me acerqué a la puerta, era una casa con espacio reservado para jardín donde en su lugar se apilaban colchones viejos, comprobé la mugre de los alrededores, de una clase que no se quita por mucho que se limpie; la habitación que se veía por la ventana no prometía nada mejor. Ingenua de mí hasta llegué a tocar el timbre, diciéndome que ya que había quedado podía echarle un vistazo para no quedar mal. Gracias a dios no abrieron inmediatamente, momento en que me regresó el sentido común, recordé las normas básicas de seguridad cuando una está sola en un país ajeno, y aproveché para salir corriendo.

Entonces me dije yo, "virgencita, virgencita, que me quede como estoy".

Hay una asistente española que se va a mudar a la zona donde vivo ahora. Cabe una cierta posibilidad de que pueda haber una habitación para mí, aunque por el momento todavía no se puede saber, por razones que no llego a entender muy bien: algo así como que la casera está liada con poner la casa a punto para que se instalen y que por el momento no quiere coger a nadie más. Veremos. Hasta que no me den el no definitivo no empezaré a buscar otra cosa. Lo que sí me agobia es que puede que C. venga a finales de octubre, y aquí será difícil que se pueda quedar.

La posible futura casa está también lejos del colegio, pero en la balanza pesa, y mucho, que viviría con otros asistentes, con lo que el factor soledad y búscate la vida para quedar con alguien podría quedar solucionado. Pero el factor cómo hacer amigos en país remoto lo dejo para próxima entrada.