miércoles, 13 de abril de 2016

13 de abril

Esta mañana nació Nicolás. En el paseo de la tarde no hemos llegado hasta el encino: un mastín apareció en medio del camino. Solo tendría nombre el niño cuando naciera. Su madre tuvo un sueño, y hoy lleva su hijo el nombre de nuestro tío querido. En clase sonó la primavera de Vivaldi; "pero hoy hace mal tiempo, teacher". Entonces les anuncié el nacimiento de mi sobrino.
Después supe que salió del útero de su madre con gran facilidad, de forma muy rápida, en la misma ambulancia que vino a recoger a la familia. Su hermano Lorenzo asistía al parto desde su silla del coche parado detrás de la ambulancia, en medio de la urbanización madrileña de donde no habían llegado a salir.
Hoy ha nacido Nicolás, y yo no he llegado hasta el encino. No en todas las clases sonó la primavera: tengo clases más difíciles y menos propensas a distracciones y confesiones. A unos alumnos les pedí de forma explícita que comenzaran a construir un mundo mejor para nuestros niños; en los otros, traté de creer y de aportarles confianza.
Bondad y esperanza, ese será el único legado que pueda transmitir a mis niños. Será una herencia labrada con determinación, porque a veces no es primavera aunque el calendario marque 13 de abril, porque hay tardes en que un mastín muerde con rabia el cobijo de mi encino sabio.
Nos enseñó mi tío la fidelidad a uno mismo, a transmitir cariño en un gesto contenido y digno, a vivir con la alegría de saberse en un mundo abierto y firme, a aderezar con gozo la compañía de los demás. Qué ganas de vivir tenía, y cómo murió sin quitarse los botos de su gran pasión.
Hoy un nuevo Nicolás llega al mundo desde las profundidades espirituales de los planetas y las estrellas, las mismas donde mi tío emprende su camino de vuelta. Eligen los niños unos padres, una familia, un lugar al que venir al mundo.
Nicolás tardaba en nacer, pero cuando lo hizo llegó con naturalidad y rapidez. Hoy es 13 de abril, y es primavera aunque a ratos no lo parezca, y suena la música alegre y fresca, y yo no llego hasta el encino porque orado un túnel negro que avanza hacia las profundidades de la tierra, pero hay una realidad suprema, espiritual y auténtica, de donde vienen los niños y adonde van los muertos. Allí tenemos todos nuestra estrella.
Mi encino muelle y suave siempre espera al final del camino: más allá del cielo encapotado, contemplo el baile del universo. Hoy es 13 de abril, y ha venido Nicolás al mundo. Puedo oír perfectamente el regocijo de todos los seres espirituales que nos acompañan, invisibles y etéreos, y escuchar su mensaje:
Nicolás, bienvenido. Te acompañaremos, te querremos, volveremos a hacer el mundo juntos. Con alegría divina cumpliremos el decreto de nuestra estrella. Traes oro para nuestras alas. Un día devolveremos al cosmos el polvo de los astros.

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