Ilustraciones maravillosas de CSB
Hay veces que me pregunto de qué estoy hecha, qué tengo por dentro. Qué idea de lo que debo ser y hacer gobierna mi interior, qué creencia trae olas de sadismo a la orilla desde donde miro de pie al mar interrogante.
Bajo la superficie del océano inmóvil luchan perturbadas las placas tectónicas por encontrar su sitio. Hasta que se desencadena el maremoto, la ola de tsunami que arrastra sillas, rocas, recuerdos, ramas de árbol y sábanas gastadas.
El cascarón indefenso abierto en dos al pie del nido.
La mano envejecida del niño que desgajó el huevo.
El chillido baldío del pájaro ahora estéril.
¿Pasará la madre sola la noche en la celda de pajas?
El viento caliente estrangula a las mariposas
y dispersa las semillas sobre las peñas inertes.
¿Qué frutos tendremos que imaginar, qué sabores añoraremos?
¿Sobre qué tierras yermas irá a morir nuestro deseo?
La pureza que cayó en terreno baldío.
El embrión del amor despedazado en el refugio .
¿Quién puede recomponer el huevo partido?
Un curso en un reducto de corazones de colores. Fuera el viento gris mordía los cristales
Meses de inmovilidad compartiendo la inocencia de las pacíficas ovejas a través de la ventana
Después brotó la primavera en una casa como un jarrón rebosante de flores
Ahora solo quiero vivir rodeada de pájaros que vuelan en libertad
La lógica del cuerpo.
Cita en el traumatólogo.
La depresión te parte en dos.
Tras los pertinentes puntos de sutura,
es luego la espalda la que me quiebra.
Si como dice mi coach es una cuestión de flexibilidad,
quisiera quererte bien.
Quererte en la hierba y en el cielo,
en el silencio y en la música,
en el acto y en la potencia.
Quererte como tú me quieres.
Quiero quererte limpia, quererte fuerte,
quererte clara e íntegra.
Sin cicatrices, sin puntos de sutura.
Mirar al futuro, reescribir el pasado,
inventar la máquina del tiempo.
Llegar a quererte antes
de la ruptura del huevo.
Aparecen los restos de los niños muertos.
La crueldad de un padre que entregó a sus hijos
como tributo al dolor blasfemo.
La mujer compartió cama con el lobo.
En las noches de temblores y dudas
arropaba su matrimonio con la piel de cordero.
Mientras el padre pirómano encuentra la paz
en la contemplación del monte arrasado,
se borra para siempre en el corazón
de la madre la posibilidad de las flores.
En mi casa me saludan por las mañanas y hacen bromas y me dan besos. Así hubiera podido ser la vida conmigo si no hubieras sido padre soltero de la inseguridad y la escasa autoestima.
La fragilidad pare la dominación y el miedo. Hijos bastardos de la luz y los paseos de manos dadas.
El amor resulta ser sometimiento. Mi miedo se convierte en asco.
Antes de la libertad, la inmovilidad y el llanto.
La fragilidad pare la dominación y el miedo. Hijos bastardos de la luz y los paseos de manos dadas.
El amor resulta ser sometimiento. Mi miedo se convierte en asco.
Antes de la libertad, la inmovilidad y el llanto.
como si tú nunca hubieras sido pájaro.
Como si no hubiéramos conocido la cima,
como si no cazáramos presas envenenadas.
Creía, luego era feliz.
¿Qué clase de felicidad me resta ahora?
De entre todas las ovejas,
tú fuiste mi lobo más querido.
la luna como una nube de hilo blanco
el aire pacífico, la luz templada
gordas bolas de navidad
gordas bolas de navidad
relucen los pardales en el pino
voces y pasos de gente en sus quehaceres
al otro lado de la verja
el pasto amarillo respira aliviado en el fin del verano
las encinas duras, el círculo de montañas
la Corona a un lado vela como una hermana
más lejos, justo enfrente, vigila el Pico Cervero
los guindos, las flores, las petunias blancas
olas de encinas rompen contra la orilla del jardín
toros de cartón tras las bambalinas de encinas
irrumpen tímidamente en el escenario
el aire que arrastra los pájaros
el cielo cambiante en la tarde
la luz cálida de llama vacilante
el lugar donde el amor se guarda en cofre
donde la vida no quema
donde el recuerdo se arrebuja a mis pies
como un perro junto a la mecedora
Son los últimos días de verano, y se dispersan los pájaros. Durante un verano entero el dolor me recluye en casa. Se acerca septiembre y el encuentro temido queda pendiente. Finales de agosto, y yo aún me pregunto por la razón del encierro.
¿Nunca son los meses suficientes para asumir y madurar? Un dolor como un grillete para impedir escaparse en el agua del verano, para evitar escurrirse entre la gente de la calle
¿Huyen los pájaros? Estoy volando con las alas del verano
con los pájaros que en bandadas buscan nuevos árboles.
Semanas de verano engarzadas entre contracturas y dolores musculares.
Días gastados en la inmovilidad que trae la espalda rota.
O quizá fue primero la decisión de la inmovilidad.
Con pasos de pájaro en tierra un día me lanzo al aire
y me saludan los padres y familiares más cercanos. Resulta
que aún soy querida y de mañana se ensaña la impotencia
Mientras el cielo del atardecer se vuelve rosa
me siento en la mecedora del jardín
y espero que vuelvan los pájaros.