viernes, 1 de junio de 2012

El camino de baldosas amarillas de mi jardín


Las cintas colgadas entre las ramas de la higuera, a las que apenas mueve el viento contenido.

Los reposa-asientos de sonrisa colorida de nuestros queridos viajes a ikea.

Flores que suben y se esponjan como bizcochos a pesar del calor excesivo del horno del verano en el valle. Flores amarillas que  crecen entre el descuido de sus dueños. O quizá sean las flores mis dueñas.
Quiero vivir la época de las flores, como las que tú me subes cada mañana a la mesa del desayuno. (Los vecinos tienen mejor mano para las plantas, jeje).

Un bikini con más flores comprado en una tienda retro de verdad, de las de pueblo con señoras que saben quién eres, entablan conversación atenta, y te regalan bolsas llenas de tesoros en forma de retales y cintas doradas.

Mis ojos enmarcados por una diadema de arcoiris. Mi mirada que se llena de amarillo entre el verdor del jardín, bajo la higuera con las cintas, junto a la enredadera con ansias de superar el ras del suelo.

Mis pasos quietos con zuecos de limonada que encuentran mágicamente el camino de baldosas, que avanzan entre el amarillo fresco con saltos de pajarillo, que juegan entre las baldosas como en un castro de niña.                                    Tiro la piedra y salto, evito la roca y disfruto del juego.

Qué calmas y felices las tardes de verano, 
cuánto amarillo en mi jardín, 
qué sabios mis zuecos amarillos 
para llevarme 
            por el camino mágico del verano
            del amor limón
            de los abrazos de higuera
y de la certeza multicolor de la alegría del arcoiris.



1 comentario:

  1. Que bonito!! Que mágica inspiración…y sigue el camino… :)

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