Ya llega la feria de Salamanca. Los aficionados que os acerquéis a los toros y a disfrutar del ambiente tenéis un plato extra: la exposición sobre la tauromaquia de Picasso en la Casa Lis. Pero también es una exposición de calidad para todos los que, aficionados o no, tengan cierto interés por el arte y una mente abierta hacia el mundo de los toros.
Yo tuve la suerte de plantarme allí un jueves por la mañana, que no hay que pagar entrada, y de coincidir justo con la hora de la visita guiada. Por supuesto una visita guiada no quita la contemplación de la obra a tu propio ritmo y siguiendo tus propios gustos e interés, pero ayuda mucho a saber qué es lo que tienes delante, y así el interés puede aumentar, y la experiencia estética ser más profunda.
La guía hizo especial hincapié en que iba a explicar a Picasso tratando de centrarse en el arte y no en la polémica de la tauromaquia. Daba por supuesto además que la mayoría de la gente no tendría mucho interés o conocimiento sobre el mundo de los toros, seguramente como ella misma.
Y así tiene que ser la aproximación al arte, libre de polémicas y de propaganda. Pero también es verdad que en arte la forma es inseparable del fondo, el estilo del tema o contenido. Y si vamos a ver cuadros y apuntes sobre toros, no está de más conocer la postura de Picasso sobre los toros, su pasión hasta el final de sus días, sin dejar de ir de ver toros en su autoexilio en Francia.
Por supuesto, la figura del toro en Picasso, su simbolismo, va más allá del localismo de la fiesta de los toros. Lo grande de la tauromaquia de Picasso es que convierte al toro en un símbolo universal, en el que todos pueden ver reflejada y conceptualizada la realidad. Desde el toro víctima de la guerra y el fascismo, como en el Guernika, hasta la figura del toro poderosa, convertida en fuerza bruta, comiéndose al picador, en lucha ciega con el hombre y su razón.
Y así la tauromaquia de Picasso convierte a la fiesta (o más bien la muestra, la revela en su esencia) como un espectáculo que explica al hombre, donde el torero lucha a brazo partido con su destino y despliega su valor para hacer frente a la muerte y, por ello, para vivir la más auténtica de las vidas.
Y el espectador ante los cuadros de Picasso, como el aficionado en la corrida, vive la experiencia artística y se nutre del poder de la belleza lúcida y terrible. Desde la catarsis, en el verdadero arte, somos conscientes de la muerte, y nos lanzamos a amar la vida, pero la vida profunda y auténtica.
Acabó diciendo la guía de la exposición que esperaba que todos se hubieran podido centrar en el arte, obviando las implicaciones de la tauromaquia. Pero reconocía también que se trataba de una exposición visualmente no muy atractiva; serían los aficionados a los toros los que pudieran encontrarla más interesante.
Sin duda la guía tuvo el mérito de hacer accesible la exposición a todos, y con ello también -aunque ella puede que no sea consciente- de acercar un poco más los toros y su significado a los espectadores ávidos. Pero los aficionados podemos ir un poco más allá, y ver más profundidad donde otros solo ven rayajos mejor o peor trazados.
En este sentido, no dejéis de regodearos en la sala que está más al fondo a la derecha (la última que muestra la guía). Allí pueden verse las planchas y los grabados que Picasso realizó para acompañar la tauromaquia de Pepe Illo. En estos grabados se recogen todos los aspectos que rodean a una corrida de toros. Os aseguro que solo por ver esto, la visita a la exposición está más que justificada.
Os dejo con el enlace a la web de la Casa Lis donde podéis encontrar toda la información de horarios, incluidos los de las visitas guiadas. Recordad que no quedan muchos días: el día 19 de septiembre se clausura la exposición.
¿Picasso? ¿Quién es ese señor? Segurop que es otro bárbaro de esos que van a los toros. Y como ya estamos llegando a la conclusión de que esto no es cultura, entonces habrá que pensar que esos dibujos no son arte. Entonces los podemos catalogar de grafittis de un gamberro de una tribu urbana.
ResponderEliminarLa verdad es que todo esto suena mal, hasta con ironía. Lo difícil que es hacer lo que hacía este señor con cuatro rayas y cuatro borrones, pero ya me gustaría a mí saber poner rayas y borrones tan bien puestos.
La propuesta de la Casa Lis es más que interesante.
Un saludo