miércoles, 8 de abril de 2009

El día en que olivaban en la sierra

En la creencia cristiana en la resurrección, se revela el conmovedor e interminable afán que la Humanidad siente de florecer de nuevo, de renacer, de renovarse, de liberarse de la fugacidad del tiempo. Vencer a la muerte es nuestra gran utopía.
José Antonio Marina


Hoy he podido toparme de bruces con el milagro de la vida, y hubiera sido maravilloso. Sin embargo, con lo que me he encontrado ha sido con la realidad de la muerte.

Era un churro (churra según he oído más tarde) y estaba entre la maleza. Iba a decir "recién nacido", pero ni siquiera llegó a nacer: fue un parto demasiado largo y el becerro murió antes de ver la luz. Recién muerto, si es que llegó a estar vivo alguna vez.

Yo iba entre la maleza buscando el camino más corto hasta lo alto, donde oía las motosierras olivando el encinar. Si no es por esta casualidad, hubiera sido difícil que nadie hubiera dado con él. Surgió de repente, y lo primero que me sorprendió fue lo enorme que era (quizá por eso murió, son crías demasiado grandes para las vacas cruzadas de manso y bravo, que aunque mansas ya, todavía mantienen conformaciones de brava, demasiado finas).

También por lo visto había ya empezado a implarse, la muerte no pierde el tiempo.

Fue una décima de segundo, y lo vi muerto. Pensé que llevaría ahí un tiempo. La décima de segundo siguiente me di cuenta de que estaba cubierto de sangre y pares, los restos de la placenta brillantes, y salí corriendo. Cabía la posibilidad de que no estuviera muerto, sino agotado, y que la madre no anduviera muy lejos. Ya se sabe que una madre, mansa o brava, siempre defiende la cría.

Según salí yo corriendo, se levantó la vaca, quizá agotada del parto, y salió corriendo en dirección opuesta. En mi versión, la vaca era marrón clara, medio blanca. Luego oí decir a Ricardo que era "acaramelada".

Pero hoy yo iba a hablar de la vida, y a enseñaros una foto del perro nuevo junto a las flores que acaban de plantar en la tinaja.

El perro se llama "Boli" por lo gordo que está . "Bolo" cuando crezca, y también para aquellos que quieran empezar a tratarlo como un hombre, sin que suene a nombre de caniche. He tenido que aceptar la nueva versión y sus justificaciones, pues de otro modo mi sugerencia de Boli no hubiera sido aceptada. Pero es que no podía llamarse de otra forma.

Hoy ha dado sus primeros pasos. Le he sacado también al sol, que a lo mejor todavía no lo había visto mucho. Por la mañana no andaba, me pareció, sólo se arrastraba. Pero por la tarde, ya se levantaba un centímetro del suelo con sus patitas, y hacía como que andaba, aunque muy lejos no iba.

Lo traje hasta el jardín, para que pisara la hierba. La madre, que es primeriza y no le hace mucho caso, creo yo (¡aunque el perro de no mamar precisamente no está!), empezó a gemir desde la puerta, así que lo saqué fuera. Entonces la madre trató de asirlo para llevarlo de vuelta a la cuadra, pero qué bruta, el perro es demasiado grande ya para que la madre lo pueda agarrar así. Es primeriza, y por lo visto mató a su otro cachorro de esta forma.

Quiero hablar de vida, y la muerte surge inevitablemente. Dos madres, la vaca y la perra, que no han podido con todo su instinto vencer la fuerza de la naturaleza hacia la muerte. Vivir, estar vivo, qué frágil, cuánta provisionalidad, y qué maravilla.

Están olivando en la sierra. Se hace cada veinte, cuarenta años. Mi padre quería que pusiera junto a las fotos que tomé el año, y que dijera, "esto fue cuando se olivó la sierra en el Puerto". Allí, junto a la encina gorda donde tomé la foto, parecía un gnomo, que sabe que algún día se reencarnará en árbol.

Cuando estoy escribiendo esto, entra mi hermana, a por agua caliente porque un toro ha dado una cornada a un caballo. No me apresuro en correr porque lo sé, ha sido al caballo que he montado yo estos días, un caballo bueno que me deja mi hermano y al que me gusta llamarlo mío los dos días que lo monto. Llego y pregunto con ansiedad, "¿qué caballo ha sido?, ¿ha sido el mío?". La respuesta es sí.

¿Habrá un dios de los caballos? ¿Podremos rezarle a él?

Mañana operan al caballo, hoy tiene toda la noche por delante, toda la noche para tratar de luchar contra la fuerza centrípeta de la naturaleza, el centro siempre la muerte.


¿Qué queda de la vida de la que empecé a escribir ahora ya, de las flores y de Boli? Quería escribir de las encinas de la sierra, de cómo echan abajo a las viejas y limpian la maleza, de cómo terminan también con algunas de las nuevas, las más feas, las menos fuertes, para que las otras puedan crecer, de cómo se cortan las ramas de las encinas para que el sol pueda llegar a todas las ramas y no se sequen las de más abajo por falta de luz, para que el tronco suba arriba arriba, cada vez más gordo, para que la desnudez que rumanos y moldavos crean ahora, encaramados en los árboles, traiga más y mejores encinas, para que pueda crearse vida, hasta que dentro de veinte, cuarenta años, otros vuelvan a ocuparse de deshacerse de los síntomas de la muerte y allanarle el camino, siempre difícil, a la vida.

Quizá nuestra manera de luchar contra la muerte es tratar de encerrar la vida en ciclos, tendiéndole un lazo como a un animalillo en una trampa. La única certeza es que dentro de veinte, cuarenta años, se volverá a olivar en la sierra. Una ilusión con la que nos enfrentamos a la vida, los dientes apretados, la cabeza hacia delante, con determinación y cabezonería.




4 comentarios:

  1. Buenísimo! buenísimo! me ha encantado tu relato!!! no quería que se acabase. Oye, al cachorro, para troquelarle, no hace falta que lo saques de la cuadra. Es demasiado chico. Si la madre está ansiosa por llevárselo, es que aún es demasiado pequeno para salir del cubil. Con que le veas y manipules allí mismo, es suficiente. Qué fue del caballo? echo de menos esas fotos del olivado y del cachorro que querías poner junto a la encina! a ver. Qué fue de tu caballo?

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  2. Por cierto, no le des vueltas a eso: ese Dios de los caballos, de haberlo, es el mismo que el tuyo. Entiendes?. mmmm.... tengo que meterte un rollo ahora????

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  3. lucia! es muy emotivo lo que escribes!
    cuentame como acabo la operación del caballo!
    un besazo!

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  4. Hacía mucho que no entraba por aquí,me encanta leerte!! Queremos más!! Quiero más Puerto!!!

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