Escribo porque no puedo dormir, o más bien para poder dormirme. Porque ni siquiera necesito cerrar los ojos para ver la imagen congelada de la horrible cornada, como si el rollo de película se hubiera quedado para siempre ahí atascado.
Si lo hubiera sabido, habría cerrado los ojos a tiempo; a tiempo de no ver, de no saber, de haber dado al pause. Como si así pudiera haberse evitado el final. Intento tan inútil, claro, como cuando vemos una película por enésima vez, y aun así todavía mantenemos la esperanza de que el final sea distinto, de que se salven los buenos.
Y tras mucho remover la cuchara intentando desleír el terrón de angustia, lo único que viene a calmarme es una frase tan manida como "así es la vida".
Porque así es la vida, y así son los toros. Hay quien prefiere vivir bajo un paraguas, y quienes reverenciamos a los toreros por ponernos al filo de la navaja.
Aunque a veces la moneda caiga de cruz, y sea un mero hombre el que al final se queda con el drama.
Pero ese hombre es torero, y cuando apuesta, lo hace al todo o a la nada. Y los demás quedamos con él en deuda eterna.
Por el terrible peso de toda la verdad y la emoción que debo es por lo que no puedo dormir esta noche.
MUNDOTORO.COM: “El grano de sal que le falta al océano” (CRV)
Tiene la vida justo lo que tiene la fiesta. Por eso es tan culta. Porque te ama y te mata y te mata todo lo que te ama. La cultura, hablemos claro, es la vida. Perra a veces, grandiosa a ratos, entre humana y brutal. Se nos mareó la sangre con la boca rota de Aparicio y se deshelaron los corazones al ritmo del deshielo lento de El Cid. Un hombre y una mujer son eso, pasión y sentimientos. Leer esta tarde es llorar y reír al mismo tiempo, ahogarnos en el diluvio más tropical y pasear a lomos del arco iris que sale. Eso el toreo. La vida, perra y buena, cruel y generosa. Esa es nuestra cultura.
MUNDOTORO.COM: “El grano de sal que le falta al océano” (CRV)
Tiene la vida justo lo que tiene la fiesta. Por eso es tan culta. Porque te ama y te mata y te mata todo lo que te ama. La cultura, hablemos claro, es la vida. Perra a veces, grandiosa a ratos, entre humana y brutal. Se nos mareó la sangre con la boca rota de Aparicio y se deshelaron los corazones al ritmo del deshielo lento de El Cid. Un hombre y una mujer son eso, pasión y sentimientos. Leer esta tarde es llorar y reír al mismo tiempo, ahogarnos en el diluvio más tropical y pasear a lomos del arco iris que sale. Eso el toreo. La vida, perra y buena, cruel y generosa. Esa es nuestra cultura.